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Los ingenieros denuncian la falta de inversión en obras hidráulicas: "Era una catástrofe anunciada"

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Barranco del Poyo.
Un equipo de bomberos trabaja en el barranco del Poyo. EDUARDO MANZANA / EP

La ciudad de Valencia se encuentra pegada a l'Horta Sud, la zona más castigada por la gota fría de la semana pasada. Sin embargo, en sus calles reina una normalidad absoluta, que contrasta con el escenario apocalíptico que comienza a escasos 5 kilómetros en línea recta de allí.

Hay un elemento que ha quedado como frontera entre esa normalidad y el infierno: el río Turia. No es algo fortuito. A raíz de la gran riada de 1957,  la mayor catástrofe natural que se recordaba en la zona hasta ahora, se tomó la decisión de desviar el curso del centro de la ciudad, y se diseñó un nuevo cauce, que ahora ha actuado como muro de protección ante la brutal crecida del pasado martes 29 de octubre. "Por el río Turia también venían 2.000 metros cúbicos por segundo, igual que en el barranco que desbordó. Lo que ocurre es que aquí la capacidad del cauce que se hizo soporta más de 4.000 metros cúbicos. Si no, hubiera desbordado seguro", explica a RTVE.es Federico Bonet, exdecano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Comunidad Valenciana.

"Aquí en la ciudad de Valencia no pasó nada, porque teníamos una infraestructura que nos protegía, pero al lado no había y ha sido el desastre", continúa Bonet, para reivindicar el papel de las infraestructuras hidráulicas y criticar la falta de inversión en ellas. "Llevamos muchos años que la inversión en obras hidráulicas no ha existido, y hay muchos puntos en la Comunidad Valenciana que están en riesgo", advierte.

Aunque deja claro que "el riesgo cero no existe por muchas obras que se lleven a cabo", este ingeniero denuncia que "hay muchas actuaciones por hacer, que son conocidas e incluso tienen actuaciones propuestas". "Todas a la vez no se pueden abordar, pero llevamos 15 o 20 años sin invertir prácticamente en obras de defensa contra inundaciones, y habría que repensarlo un poco y actuar", asegura.

Una "catástrofe anunciada"

Para Félix Francés, catedrático de ingeniería hidráulica de la Universitat Politècnica de València (UPV), gran parte de la tragedia podría haberse evitado, hasta el punto de que califica la situación actual como una "catástrofe anunciada". "Me acabo de reunir con dos geomorfólogos de la Universitat de València y hemos comentado que lo que ha ocurrido lo hemos utilizado como caso de estudio desde hace 30 años", cuenta a RTVE.es.

"Era algo perfectamente conocido, y no solo por los expertos, sino también por la Administración, tanto nacional a través de la Confederación del Júcar, como autonómica, a través de la Conselleria de Medio Ambiente, Infraestructuras y Territorio. También por los Ayuntamientos afectados, al menos a nivel de los técnicos, y con bastante seguridad por el primer escalón político", censura.

Según describe este ingeniero, en la zona inundada por los desbordamientos de los barrancos del Poyo y del Pozalet se han realizado varios modelos hidrológicos, con obras pendientes que de haberse ejecutado hubieran reducido la capacidad destructiva de la riada. En la rambla del Poyo, desde 2007, había proyectos de reforestación en la cuenca alta y obras de micropresas, laminación, encauzamiento y conexión con el nuevo cauce del Turia por medio de corredores verdes, pero no se han llegado a ejecutar. "Lo medimos ya ese año con un cierto detalle, y aparece en el primer ciclo del Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables. Se hizo un plan para reducir el riesgo por parte de la Confederación, que se ha mantenido como plan a ejecutar, y lo previsto es que se hiciese parcialmente. Pero ahora lo que estamos pidiendo es que se ejecute por completo y por vía de urgencia", exige.

DANA en Paiporta: barranco del Poyo.

Un vecino de Paiporta, entre los escombros arrastrados por el caudal del barranco del Poyo. EFE / MANUEL BRUQUE

2.200 metros cúbicos por segundo

Con picos de más de 2.200 metros cúbicos por segundo —para hacerse una idea de su magnitud, el río Ebro, el más caudaloso de España, tiene un caudal medio de 675 metros cúbico por segundo—, los expertos califican la crecida del barranco del Poyo como un evento completamente "extraordinario".

Los ingenieros trabajan con modelos estadísticos que indican el agua que puede caer en una zona, mediante un concepto llamado "período de retorno", que a grandes rasgos calcula el espacio de tiempo medio en el que puede ocurrir un evento igual o superior. "En el caso de Poyo y Pozalet, estamos hablando de una crecida de entre 500 y 1.000 años de período de retorno. Es decir, que si viviésemos 10.000 años, veríamos únicamente en torno a 10 crecidas de esta magnitud o superior", apunta Félix Francés, quien también subraya que el valor máximo de protección con el que ellos trabajan es 500, por lo que la riada del pasado martes "en términos de probabilidad es del orden del doble del nivel máximo".

Según este especialista, que también es presidente de la Plataforma Tecnológica Española del Agua, Poyo y Pozalet no son casos aislados, puesto que en la cuenca mediterránea española hay "centenares de barrancos iguales", capaces de generar 'avenidas relámpago' como la del 29 de octubre. Sin embargo, hay una característica que convierte a estas dos ramblas en especialmente peligrosas: una densidad muy alta de población e industria en su zona inundable.

Como reconoce, esto es algo que ya no se puede cambiar, y lo único que se puede hacer ahora es "reducir el riesgo razonablemente", que fue el principal propósito que impulsó el plan de 2007 hasta ahora sin ejecutar, y que también contempla el Plan de Acción Territorial sobre Prevención del Riesgo de Inundación en la Comunitat Valenciana (PATRICOVA), que se aprobó en 2003, por lo que aún no existía cuando se comenzó a edificar masivamente en la zona.

"El principio fundamental es no poner elementos vulnerables donde hay peligro de inundación, pero si ya están, como es el caso, desplazar 300.000 personas y miles de empresas no es razonable", afirma Francés. "Ahora tenemos que aprovechar la reconstrucción para adecuar las edificaciones y las infraestructuras a una zona inundable, y estar más atentos para futuras ocasiones; que la gente sepa que está en una zona de riesgo y lo que tiene que hacer si ocurre algo como lo de la semana pasada", recalca.

"No estamos preparados"

En este sentido, Fernando Valladares, profesor de investigación del CSIC, opina que "en el litoral mediterráneo se ha vivido en un mundo mágico durante décadas". "Se ha construido en zonas inundables, se han hecho cosas que no son seguras para la ciudadanía, y seguimos con este pensamiento mágico de que estas catástrofes no van a ocurrir y no es para tanto", critica, y acompaña sus palabras con un ejemplo: "Precisamente, la semana pasada mientras tenía lugar la DANA, el Gobierno de la Comunidad Valenciana aprobaba mover la línea de seguridad de construcción de edificios turísticos y hoteles a 200 metros del frente del mar, en contra de la recomendación y lo que está en la Ley de Costas, que son 500 metros".

"En el Mediterráneo español se ha edificado mucho y mal: en los cauces, en las ramblas, pero también en primera línea del litoral de forma ilegal y alegal, de una manera poco segura para la gente, y todo esto hay que revertirlo", declara este investigador a RTVE.es.

Valladares recuerda que "hay un grandísimo consenso entre los científicos del clima en que esto va a ir a más", ya que "el cambio climático está aquí y va a estar mucho tiempo". "Estas frecuencias de eventos extremos, en este caso de inundaciones y de fuertes lluvias, van a ir a más, lo sabemos, y como se ha visto claramente, España no está preparada", avisa.

"El Mediterráneo es una zona que se calienta más que la media, y las medidas no están a la altura del clima que ya está aquí. Tenemos que cambiar de mentalidad, no es una cuestión tecnológica ni científica, sino que es una cuestión de actitud, de los políticos y del sector privado, los dos grandes actores en esto, por su responsabilidad y el impacto de sus decisiones", reclama.