La vida de Natalia Ginzburg, la escritora italiana "audazmente tímida" de prosa sensible y afilada
- Dos veces viuda, madre de familia numerosa, su escritura íntima brilla en sus novelas
- Maja Pflug, traductora al alemán de Natalia Ginzburg, le dedica una hermosa biografía
Natalia Ginzburg nació en la via della Libertà en Palermo en 1916, un 14 de julio, un azar biográfico que marcó su destino. La libertad de pensamiento de la escritora italiana fue siempre su bandera y la mantuvo hasta el final. De la vejez solo temía "el fin del asombro".
Publicado por Siglo Veintiuno editores, Audazmente tímida. La vida de Natalia Ginzburg, de Maja Pflug, su traductora al alemán, recoge la trayectoria vital de una mujer que fue un pilar de la editorial Einaudi. Autora teatral, correctora de textos, traductora, ensayista, articulista, se movía en el reducido ámbito reservado a una minoría cultivada, pero mantenía la esperanza de alcanzar el éxito:
"Solo querría preguntarte si es posible agregar una cláusula que permita que, en el caso totalmente improbable de que algún día uno de mis libros tenga un éxito increíble, ustedes me den algo más de dinero, pongamos que a partir de la segunda o tercera edición; y esto solo para mantener esas esperanzas de riquezas imprevistas que, como sea, deben sostener a un escritor".
El poder de las palabras
Desde la escritura de la carta en 1955 a Giulio Einaudi, en la que vislumbraba la futura gloria literaria, hasta la publicación de Léxico familiar, con el que conquistó a un amplio público, pasaron ocho años. Una novela autobiográfica en la que plasmaba los recuerdos de una familia antifascista y las frases repetidas en la infancia que funcionaban como un código secreto:
"Una sola de esas palabras haría que nos reconociéramos como hermanos, uno a otro, entre millones de personas en la oscuridad de una gruta. Esas frases son nuestro latín, el vocabulario de nuestros días pasados; son como los jeroglíficos de los egipcios o los asirios y babilonios, el testimonio de un núcleo vital que dejó de existir pero pervive en sus textos".
De madre católica y padre judío, ninguno muy religioso, fue la menor de cinco hermanos. Educada en casa durante cinco años, solo iba al colegio a hacer los exámenes de fin de año, un hecho que le provocaba sentimientos encontrados: "Sentía crecer en mí, como un hongo, la convicción altanera y humillante de que era diferente y, por eso, estaba sola."
A la pequeña Natalia le gustaba el verano en Sicilia: "Me alegraban el calor y las primeras cerezas [...] Al ver los primeros caballos 'vestidos como hadas', me sentía feliz". Pronto tuvo que cambiar la luz del Mediterráneo por el frío del Piamonte, su padre Giuseppe Levi trabajaba en la Universidad de Turín. La nostalgia se refleja en su primer poema, un pareado:
"Palermín, Palermín,
Eres más lindo que Turín".
Veraneos en la montaña, mirando a las ardillas, cazando lagartijas y acompañada por "un pueblo rebelde de enanos negros, agitado y vanidoso" fruto de su fantasía. A los once años entró en el instituto, escribía en lugar de estudiar y revolvía la biblioteca paterna para buscar libros "indecentes". Con doce años, decidió que quería ser judía y dejó de comer jamón, pero renunció una semana más tarde.
Leone Ginzburg
Entre sus lecturas juveniles, le deslumbraron Moravia, Chéjov y D'Annunzio, pronto abandonó los versos y empezó a escribir cuentos. Cumplidos los 17 años, conoció a un amigo de su hermano, Leone Ginzburg, que cinco años más tarde se convertiría en su marido.
"Esta persona, mientras camina a nuestro lado, con su perfil serio y su paso totalmente distinto al nuestro, posee una capacidad infinita de hacernos todo el bien y todo el mal. Y, sin embargo, estamos infinitamente tranquilos".
Los vientos de la Historia sacuden la vida de Natalia. Italia entra en la Segunda Guerra Mundial en 1940 y Leone es desterrado a Pizzoli, una aldea en las montañas de los Abruzos. Ella le sigue con los niños y viven allí tres años. Echa de menos a su madre y busca escribir algo que le guste, sin palabrería, de forma que cada oración sea "como un latigazo o un cachete". Fruto de ese empeño ve la luz El camino que va a la ciudad bajo el seudónimo Alessandra Tornimparte, las leyes raciales le impedían usar su apellido judío.
El 20 de noviembre de 1943 Leone Ginzburg es detenido en Roma. En la prisión de Regina Coeli es interrogado y torturado, los alemanes le destrozan la cara, sabe que le quedan pocas horas y escribe la última carta a Natalia: "Recibí la carta cuando ya estaba muerto. Era una carta sin esperanzas de salir vivo de ahí. Leone había sido golpeado una segunda vez por los alemanes y le habían destruido un maxilar. Leone se sintió muy mal aquella noche y le pidió al enfermero que llamaran a un médico. Pero el enfermero no llamó a nadie, solo le dio un café. Y así murió Leone, y no había nadie cuando Leone murió". En el amanecer del 5 de febrero de 1944 encontraron el cuerpo sin vida en su celda.
"Nos negamos al dolor: lo sentimos venir y nos escondemos detrás de los sillones, detrás de las cortinas, para que no nos encuentre.[...] Tenemos verdadera hambre y verdadero frío. Ya no tenemos miedo: el miedo caló en nosotros y se hizo uno con nuestro cansancio; es la mirada reseca y sin memoria que echamos sobre las cosas".
Natalia revisa manuscritos y traducciones en la editorial Einaudi, se somete a un tratamiento psicoanalítico "llena de culpas oscuras y de confusión" y decide volver a Turín para reunirse con sus hijos: "No me había liberado de mis neurosis, simplemente había aprendido a soportarlas o, al final, las había olvidado".
Una vida de película
Entre las anécdotas de su vida, una vez en París los paparazzi la confundieron con la actriz Anna Magnani. Una lluvia de flashes la recibió al bajar de un taxi, tímida retrocedió unos pasos, se rio y los fotógrafos se dieron cuenta de su error.
La muerte seguía rondándola. Cesare Pavese, el mejor amigo de Leone, se suicidó en 1950 después de ganar el Premio Strega: "Pavese se suicidó un verano en que ninguno de nosotros estaba en Turín. Había preparado y calculado las circunstancias para su muerte como alguien que prepara y decide de antemano el rumbo de un paseo o una velada. Durante años había hablado de matarse. Nunca nadie le creyó".
El amor había vuelto para curar las heridas. Natalia se casó con Gabriele Baldini, profesor de literatura inglesa. Fruto del matrimonio, nacieron dos hijos, Susanna, que nació con hidrocefalia y arrastró una minusvalía de por vida, y Antonio, que solo vivió un año por sus graves problemas de salud. En 1964, Pier Paolo Pasolini le ofreció a Ginzburg el papel de María Magdalena en El Evangelio según Mateo, una experiencia maravillosa que compartió con su marido, en el rol de uno de los apóstoles.
La parca volvía a cortar el hilo. El marido de Natalia enferma de repente y muere a los 49 años por una hepatitis viral. La soledad le pesa, pero sigue adelante, disfruta de la compañía de sus hijos y nietos. Su hijo Carlo le sirve de interlocutor literario porque "hay dos peligros que amenazan al que escribe: el de ser demasiado bueno y tolerante consigo mismo, y el de menospreciarse".
Defensora de la legalidad del aborto, heredó los gatos siameses de su amiga Elsa Morante cuando ella murió en 1985. Una de sus últimas batallas fue la defensa del bienestar de una niña filipina, adoptada por una familia turinesa con algún atajo en el proceso. Escribió Serena Cruz o la verdadera justicia para intentar que la devolvieran a sus padres adoptivos en medio de una polémica que llevó al tutor legal de la pequeña a intentar detener la distribución del libro.
"Los centros de menores no son lugares desde donde sea posible mirar el mundo. Son orillas ruidosas donde no pasa nada y donde el mundo no está. Todo o casi todo es mejor que una institución".
Diputada comunista, se opuso a intervenir en la Guerra del Golfo, con unas palabras que aún siguen vigentes: "Todos los días vemos por televisión la guerra en países que no son el nuestro; todos los días los diarios nos dan las noticias de lugares donde hace muchos años se vive en guerra...La violencia engendra violencia, las armas engendran armas...Busquemos, entonces, detener esta iniciativa delirante y criminal".
Su último trabajo fue la traducción de Una vida de Maupassant. Natalia Ginzburg murió el 8 de octubre de 1991 en Roma, a los 75 años de edad.