Alonso Ruizpalacios estrena 'La cocina': "El trabajo no nos deja espacio para las relaciones humanas"
- La película se basa en la obra teatral de Arnold Wesker y también reflexiona sobre la inmigración
- Está protagonizada por Rooney Mara y Raúl Briones y llega los cines este viernes, 8 de noviembre
Una de las películas más interesantes del reciente festival de Valladolid fue La cocina, la adaptación de la obra de teatro de Arnold Wesker (1932-2016) que firma el mexicano Alonso Ruizpalacios. Una reflexión sobre la sociedad actual y las dinámicas de poder filmada con tanta fuerza como belleza y que llegará a los cines este viernes, 8 de noviembre.
Preguntamos a Alonso Ruizpalacios (Güeros, Museo, Una película de policías) qué le atrajo de esta obra de teatro escrita ¡en 1957! “La obra de Arnold Wesker habla de temas que siguen muy vigentes, como los peligros del capitalismo sin frenos o como concebimos el trabajo como algo absolutamente prioritario. Tanto que no nos deja espacio para las relaciones humanas, para perseguir nuestros sueños. Esos temas me parce que siguen siendo muy relevantes”.
“Además -añade el director- yo trabajé en una cocina cuando estudiaba y me fascina ese ritmo de trabajo que hay. Son lugares de mucha presión, hay gente de todo el mundo y acaban siendo una especie de microcosmos de nuestro actual mundo civilizado. Y eso me daba pie también a hablar sobre la inmigración, otro de los grandes temas de la película”.
“La obra original ocurre en el Londres de la posguerra y con un contexto migratorio completamente diferente –concluye el realizador-. Por eso, al adaptarla al mundo de los mexicanos indocumentados en Nueva York creo que adquiere otra resonancia, algo a lo que puedo acceder y que pienso que convierte a la obra en algo más actual”.
"El precio de intentar conseguir el sueño americano"
La historia tiene lugar en la cocina de un famoso restaurante en el corazón de Manhattan, donde cada día cientos de personas paran a comer. Somos testigos de la presión a la que se ven sometidos los trabajadores y las dinámicas de poder implícitas en su contexto laboral. También muestra a los inmigrantes que llegan a la gran manzana en busca de ese “sueño americano”, imposible de conseguir.
Arnold Wesker decía que: “El mundo es una cocina donde la gente entra y sale sin estar lo suficiente para poder comunicarse, para poder comprenderse”, algo con lo que está de acuerdo Ruizpalacios: “Ese es uno de los temas que me atrajo de la obra y que no podía quitarme de la cabeza”.
Por eso la película muestra ese viaje de los inmigrantes mexicanos que llegan a Estados Unidos en busca de ese sueño. “La cocina muestra el precio de intentar conseguir ese sueño –nos comenta el director-. Que es un precio carísimo. Porque hay mucha frustración, mucha nostalgia y mucha furia. Y al final, lo que muestra la película es que vemos que realmente las puertas no están abiertas para que los inmigrantes puedan conseguir ese sueño. Al menos no para estos personajes”.
Pero… ¿Siguen los mexicanos creyendo en ese “sueño americano”? “Si –asegura Ruizpalacios-, para los mexicanos Estados Unidos sigue representado ese sueño, tanto para los trabajadores como a niveles corporativos. Los tenemos tan cerca y son una influencia tan fuerte que tendemos a mirar al norte con anhelo y creo que también, a veces, de una forma un poco estúpida”.
De hecho, en la película hay dos personajes, un cocinero mexicano llamado Pedro (Raúl Briones), y otro norteamericano Mark (Spenser Granese), que suelen enfrentarse. “Esa relación –nos confiesa Ruizpalacios-, es una metáfora de una parte de la relación entre México y Estados Unidos. La otra parte estaría representada por la relación sentimental entre Pedro y Julia (Rooney Mara), que es una relación muy compleja y con mucho conflicto, pero donde también hay mucha admiración mutua y recelo”
“Hay una cita sobre esto de Justo Sierra (1848-1912), uno de los grandes pensadores mexicanos del siglo XX, que me gusta mucho: “Pobre de México, tan lejos de Dios, tan cerca de los Estados Unidos”, concluye el realizador.
Un amor imposible entre fogones
Esa (aparentemente) imposible historia de amor entre el personaje de Raúl Briones y Julia (Rooney Mara), nos permite disfrutar de las estupendas actuaciones de ambos actores. “Fue una apuesta –nos confiesa Ruizpalacios-. Con Raúl he trabajado mucho en teatro e hizo mi película anterior (Una película de policías). Hay mucha confianza y un camino recorrido. Además, Raúl es un actor de un compromiso extraordinario y de una disciplina difícil de encontrar”.
“Y Rooney Mara yo pensaba que también era así, aunque no por experiencia sino por intuición -continúa-. Platicamos mucho antes de concretar el proyecto. Pero fue una apuesta, porque con el resto del equipo ensayamos durante casi un mes, en donde improvisamos, dimos clases de cocina… mientras que con ella fue algo como mágico. En cuanto empezamos a rodar la pareja funcionaba, crearon una intimidad al instante. Fue algo muy interesante de contemplar”.
“La película es como una olla a presión”
Esos constantes conflictos entre los trabajadores de la cocina hacen que la película sea casi como una olla a punto de estallar. “Si, como una olla a presión –confiesa Ruizpalacios-. Empieza a hervir al principio de la historia y llegará a un punto de quiebra, donde todo estallará, al final de la película. Creo que no hubiera sido justo que esta historia tuviera un final feliz, porque en la vida real no pasa. Por eso creo que es necesario ese punto donde estalla la tragedia para que las cosas puedan cambiar”.
Destaca una escena en la que los personajes aprovechan un cambio de turno para hablar de sus sueños, en una de las pocas veces en las que los vemos fuera de esa infernal cocina. “Cuando preparaba la película viajé a Nueva York un par de veces para investigar, para hablar con estos inmigrantes indocumentados -nos confiesa el director-. Y esos sueños que expresan los personajes son los que tenían esos inmigrantes reales”.
“Uno de los personajes confiesa que solo quiere dinero –añade-. Y realmente, la mayoría solo van a Estados Unidos por dinero. Es una razón muy fría, pero muy real. Van a por dinero para vivir mejor, para mandar a casa y para lograr construirse una casa en México”.
Esa mezcla de culturas también da pie a algunas escenas divertidas cuando cada personaje empieza a hablar en su idioma, como si estuviéramos en una Torre de Babel. ”Si, muestro como puede ser algo divertido e incluso luminoso –asegura Ruipalacios-. Como el momento en el que juegan a insultarse en otros idiomas. Porque siempre lo primero que uno aprende en otro idioma son los insultos. Quería mostrar esos dos lados, que no entenderse puede ser muy traumático, pero, en ocasiones, también muy divertido”.
Los mexicanos a la conquista de Hollywood
Estos últimos años, tres grandes directores mexicanos han conquistado Estados Unidos: Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu y Alfonso Cuarón. ¿Cuál es el secreto de ese éxito en EE.UU.? “Se me ocurren dos factores –asegura Ruizpalacios-. Históricamente, Hollywood fue construido por extranjeros, esos grandes directores que captó con su dinero, como Fritz Lang, Billy Willder…”
“Y por otro lado, creo que tenemos muchas cosas en común –añade-. Somos dos países que tenemos cierto conocimiento el uno con el otro. Y quizá los mexicanos también tengamos un punto exótico que atrae a los yanquis”.
“Hollywood vive un momento de poco riesgo y mucho conservadurismo
Destacar esa espectacular fotografía en blanco y negro que nos recuerda a la usada por Cuarón en Roma. “Siempre vi la película en blanco y negro, desde que empecé a escribirla –asegura Ruizpalacios-. Aunque tuve que luchar mucho para mantener esa idea porque para los productores y distribuidores vender algo en blanco y negro es diez veces más complicado”.
“Pero esta película tenía que ser así –añade-, porque no es exactamente realista. Quería que fuese algo más, que fuese una fábula intemporal. Y creo que el blanco y negro es perfecto para eso”.
Ese empeño en rodar en blanco y negro ha hecho que la película tenga problemas para ser distribuida en Norteamérica. “Creo que es un momento muy duro para el cine independiente en Estados Unidos –se lamenta Ruizpalacios-. Es un momento de poco riesgo y mucho conservadurismo, lo que es muy triste y decepcionante”.
“En Europa siento una mayor predisposición para poder ver esta película –añade-. Hay mucho más interés en este tipo de historias con narrativas diferentes, en blanco y negro… Películas que retan un poco al espectador. Pero en Estados Unidos el blanco y negro es un problema casi insalvable para ellos. Es una industria en un momento muy poco creativo y estimulante, la verdad”.