Los efectos de Emilio Sánchez Mediavilla, o cómo convertir una crónica en un libro
- Emilio Mediavilla divide la crónica en tres pilares: el tono, la mirada y la estructura
- "A la hora de escribir tienes que ser muy consciente de dónde vas a querer posar tu mirada", resalta
Frente a los estudiantes, una mesa larga, de autoridad, repleta de papeles con una jarra, un vaso y un libro. Y frente a la mesa, un extracto narrado de Una dacha en el Golfo. Hoy he pasado leyendo ese libro la mayor parte de mi día, y al comenzar la clase tengo la fortuna de escuchar en boca de Alfonso Armada el inicio.
Emilio Mediavilla lo escucha con atención. Con su estilo relajado al comienzo es fácil confundirlo, tal vez con un estudiante de máster un poco más enterado en edad que el resto de compañeros. En un día en el que el frío de otoño acecha ya desde la mañana, Emilio parece desafiar al hombre del tiempo con una camiseta veraniega y la piel bronceada. Nada deja avistar que hoy ha venido al instituto de RTVE a sentar cátedra. Bueno, nada no.
Sentado, mira contemplativo el aula. Mentes burbujeantes, ávidas por todo el conocimiento que él pueda condensar en tres horas. Toda una vida en tres horas. Tres horas de información que pueden cambiar 23 vidas. "Las expectativas son un poco un demonio", dice León, estudiante del máster, y confiesa que aun así estaban presentes desde la mañana.
Como creador de la editorial Libros del KO, Emilio tiene la misión de relatarnos los secretos de cómo convertir una crónica en un libro. No se presenta, pues, frente a una labor sencilla.
Esta mañana se ha atado los zapatos con la certeza de alguien que sabe que, aun caminando libremente, ajustado por un solo nudo, ninguno de sus pasos lo arrojarán al vacío. Y con esa misma seguridad se enfrenta a la clase. En tan solo diez minutos ha logrado imaginar seis reportajes. Y, mejor aún, les ha enseñado cómo podrían ser grandes libros.
Lo que sigue tras sus minutos introductorios son tres horas de una masterclass, no solo en periodismo sino en docencia, carisma, seguridad, franqueza y, sobre todo, pasión.
Primera lección: la historia es lo menos importante
Emilio Mediavilla divide la crónica en tres pilares: el tono, la mirada y la estructura. Empiezan los teclados a sonar con rapidez. Primera lección: la historia es lo menos importante. "Cualquier historia que aparentemente sea minúscula, que aparentemente no tenga tanta importancia ni tanto punch, si está bien contada, puede transformarse en un libro e inolvidable".
Ahora el tono: ¿Qué historia quieres narrar y, sobre todo, cómo quieres narrarlo? Las posibilidades son infinitas, pero sobre todo "os tiene que salir de forma natural, no tenéis que impostar una voz que no tenéis".
“A la hora de escribir tienes que ser muy consciente de dónde vas a querer posar tu mirada“
Le dedica casi una hora a este tema en particular. Y mientras habla, todos escriben, apuntan, graban, toman notas mentales que prometen guardar para toda una vida. El estrés es tan alto que las botellas de agua se van terminando. Y él aún no ha empezado su segundo vaso. La jarra parece ser un mero decorado, contenedora de un agua que permanecerá quieta durante las próximas dos horas. No hay tiempo, cada segundo es un año de experiencia que debe ser traspasado a la nueva generación.
"A la hora de escribir tienes que ser muy consciente de dónde vas a querer posar tu mirada", añade.
Una mirada y buena estructura
Segundo pilar, la mirada. Otra media hora. Sus reflexiones son naturales, fluidas, precisas. Los papeles que estaban sobre la mesa le sirven de guion con el cual no dejar ningún espacio al vacío.
El último pilar, la estructura: parece básico, imposible de olvidar en la creación de un texto y aun así "os sorprendería la cantidad de libros que me llegan. Grandes temas bien reporteados con buen estilo literario que se me caen de las manos porque no hay una estructura detrás".
Después de un breve descanso, la siguiente hora y media es para analizar diversos textos que ha elegido como epítomes de lo que es una buena crónica novelada. Algunos de los títulos analizados son Hiroshima, de John Hersey; Potosí, de Ander Izaguirre; Arrastrarse hasta Belén, de Joan Didion, Novato en nota roja, de Alberto Arce.
El último texto a diseccionar es el suyo propio, Una dacha en el Golfo.
El relato que le llevó a ganar el premio Anagrama de crónica. Para prepararme la clase lo compré el día anterior. Y en el transcurso de la mañana me embarqué en su lectura, devorando insaciable cada una de las páginas. Su vida en Bahréin, aparentemente calmada, pero llena de conexiones con una historia de un tamaño descomunal. Un juego de narraciones, píldoras de contexto histórico y coros de voces que permiten que el lector se enfrente a una historia que hasta el momento le era ajena o, mejor dicho, que sonaba de fondo como un silbido casi imperceptible.
"Quiero contar una historia real"
La clase finaliza. Y los estudiantes exhaustos de emoción dejan claro que la masterclass ha sido todo un éxito: "Bueno, la verdad que la clase de Emilio ha estado genial. (La clase) ha sido muy amena y es muy útil para los futuros escritores y periodistas que estamos ahora en una fase un poco más de principiantes", dice Martín. "Si antes tenía muy claro que quería escribir un libro. No sabía si iba a ser una historia ficticia o no, ahora por supuesto tengo clarísimo que quiero contar una historia real. Una historia verdadera con personajes y protagonistas que hayan existido de verdad", comenta Paula.
Y a mi pregunta de si quiere seguir siendo periodista después de esta visita, Carlota afirma sin titubear: "Sí, la verdad que sí, sí que quiero seguir siendo periodista después del día de hoy y quizá con más ganas. Cada lección me va nutriendo y me va ampliando los horizontes que tengo sobre esta carrera, me hace estar más segura de que he escogido bien y estoy yendo por el buen camino".
Martín, Carolina, Paula y muchos otros, de camino a sus respectivos destinos, llevan consigo los efectos de Emilio Mediavilla y me regalan un instante con el cual compartir sus impresiones.
Antes de irme, antes de escribir esta crónica, me acerqué a Emilio, y le pedí descaradamente un último favor. Un último mensaje para mí y para mis compañeros. Una última reflexión que considerara imposible de olvidar. Con un bolígrafo, sobre mi copia de su libro, dejó grabado aquella que podría ser la más acertada: "Ojalá –y seguro que sí– puedas escribir una gran crónica desde algún remoto, o cercano lugar. No dejes que te desanimen".
*Johanna Karina H. Castillo es alumna de Máster de Formación Permanente en Reporterismo Internacional de la Universidad de Alcalá de Henares y RTVE. Esther G. Pérez, redactora jefa de Sociedad, ha supervisado la elaboración completa de este texto.
Escuela de reporteros
Todo reportero que se precie, y más si su ámbito de insaciable curiosidad es el mundo mundial, ha de pasarse la vida estudiando. Leer, leer y leer es tan importante como vivir, porque el lenguaje es su materia prima, la herramienta para intentar contar y descifrar la realidad.
Este espacio es un cuaderno experimental para quienes cursan el Máster de Reporterismo Internacional auspiciado por RTVE Instituto y la Universidad de Alcalá. Cada vez que alguien relevante pase por sus aulas o dicte una clase magistral habrá una crónica que dará cuenta de lo más valioso, lecciones para nutrir la mirada, en realidad los cinco sentidos.