La 'gota fría' ahora se llama 'DANA' para evitar una alarma excesiva ante temporales
- "Generaba alarma cada vez que un meteorólogo hablaba de gota fría", comenta el portavoz de la Aemet
- Sigue la última hora de las inundaciones provocadas por la DANA | Cómo ayudar a las víctimas
El fenómeno meteorológico tan conocido en España como 'gota fría' ahora se ha rebautizado como 'DANA': Depresión Aislada en Niveles Altos. El objetivo del cambio de nombre es reducir la alarma social excesiva que generaba su antiguo nombre. Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), ha explicado a EFE que el término 'gota fría' se asociaba a los grandes temporales de los años ochenta, que dejaron muchas víctimas y enormes pérdidas materiales en las zonas afectadas. "Generaba alarma cada vez que un meteorólogo hablaba de gota fría", comenta Del Campo.
El experto aclara que, aunque ambos conceptos se refieren al mismo fenómeno meteorológico, la DANA no siempre implica lluvias torrenciales. Puede generar otros efectos, como olas de calor, precipitaciones moderadas o incluso la llegada de polvo en suspensión desde el continente africano. Este cambio de nomenclatura busca una comunicación más precisa y menos alarmista.
¿Qué diferencia a una DANA de una borrasca?
Una DANA, en palabras de Del Campo, "es una bolsa de aire frío en las capas altas de la atmósfera que queda aislada de la circulación general atmosférica, rodeada por todos sus flancos por aire más cálido". Este aire frío en altura puede provocar tormentas intensas cuando interactúa con los vientos a su alrededor, pero sus efectos difieren de los de una borrasca convencional.
Una borrasca, detalla, "es un sistema de bajas presiones que se identifica en todos los niveles de la troposfera, desde la superficie hasta los niveles altos, y suele llevar frentes asociados". Aunque, en ocasiones, implica tormentas intensas, lo habitual es que descargue precipitaciones más suaves, sobre más zonas y durante más tiempo. En cambio, la DANA, que no presenta ese reflejo de bajas presiones en la superficie, tiene un comportamiento más errático, violento y localizado.
La DANA, por tanto, puede favorecer tormentas de alta intensidad, con lluvias torrenciales que descargan en zonas de tamaño reducido. Su peligrosidad aumenta al concentrarse grandes cantidades de agua en áreas limitadas. Esta característica impredecible las convierte en eventos meteorológicos difíciles de pronosticar con precisión, a diferencia de las borrascas.
Un nombre con historia
El término 'DANA' no solo es un acrónimo descriptivo, sino también un homenaje al meteorólogo Francisco García Dana, figura clave en el estudio y comprensión de este fenómeno atmosférico.
García Dana, doctor en Ciencias Físicas, se incorporó a la meteorología en 1950 y trabajó en lugares como Villa Cisneros, en el entonces Sahara Español. En 1979 obtuvo por concurso de méritos la jefatura del Centro de Predicción del entonces Instituto Nacional de Meteorología. Su muerte en 1984, a los 60 años, inspiró a sus colegas a rendirle homenaje y adoptar el nombre de 'DANA' para este fenómeno meteorológico.
Nombrar una DANA ayuda a comunicar
La organización europea EUMETNET, que engloba a los servicios meteorológicos nacionales, es la encargada de asignar nombres a borrascas relevantes. Se hace con el fin de mejorar la comunicación y alerta ante estos episodios. Está comprobado que asignar nombres facilita la atención pública y prepara mejor a la población para enfrentar los posibles impactos, según el portavoz de la Aemet. Algunos ejemplos recientes en España son las borrascas Gloria en 2020 y Filomena en 2021, con gran repercusión social.
Aunque, hasta ahora, ninguna DANA ha recibido nombre, Del Campo considera que podría ser una buena estrategia dado su creciente impacto. Esto, sin embargo, requeriría un acuerdo con los servicios meteorológicos de países como Portugal, Francia, Bélgica y Luxemburgo, además de España, puesto que el fenómeno afecta a diversas zonas de Europa y su monitoreo debería ser coordinado.
“Estamos viendo que pueden dejar efectos devastadores”, explica Del Campo, que cree que quizá nombrarlas podría facilitar su comunicación en el futuro. Añade que, aunque muchas se concentran en el área del Mediterráneo, también pueden impactar en otras regiones de la Península y en el continente europeo. De hecho, algunas investigaciones recientes sugieren que la frecuencia e intensidad de estas depresiones aisladas podría aumentar debido al cambio climático.