Harris reconoce la victoria de Trump, pero intenta levantar a sus decaídos seguidores: "No voy a abandonar la lucha"
- Miles de simpatizantes arropan su discurso, entre la decepción y la inquietud: "Los próximos cuatro años... estoy asustada"
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Casi doce horas después de que Donald Trump ratificara su victoria en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, Kamala Harris ha reconocido su derrota en un discurso pronunciado en la Universidad de Howard, en Washington, ante unos pocos miles de seguidores que, entre decepcionados e inquietos por lo que les deparará el futuro, han querido arropar a la candidata demócrata. Harris, a cambio, ha tratado de insuflarles esperanza: "Aunque admito la derrota en las elecciones, no admito la de la lucha que ha alimentado esta campaña. La lucha por la libertad, por la justicia, por la dignidad, la lucha por los ideales en el corazón de nuestra nación: esa es una lucha que nunca voy a abandonar", ha recalcado.
La vicepresidenta, tímidamente coreada en varios momentos, ha recogido los aplausos de sus seguidores con emoción, en un escenario que el martes estaba preparado para una celebración muy distinta, la de una victoria que nunca llegó. "Debemos aceptar los resultados de las elecciones", ha dicho este miércoles con la voz algo quebrada, antes de explicar que poco antes había llamado al presidente electo -que ha recibido los abucheos del público- para "felicitarle por su victoria y comprometernos a realizar una transición pacífica del poder". El presidente Joe Biden también ha telefoneado a Trump este miércoles para felicitarle y emplazarle a un "transición suave", según ha anunciado la Casa Blanca,
Sobre este particular, Harris no ha podido evitar una crítica apenas velada a su rival, que nunca ha reconocido su derrota ante Joe Biden en 2020: "Un principio fundamental de la democracia estadounidense es que, cuando perdemos unas elecciones, aceptamos los resultados. Y cualquiera que busca la confianza pública, debe honrarlo", ha deslizado, antes de advertir: "En nuestra nación, somos leales no a un presidente ni a un partido, sino a la Constitución de los Estados Unidos".
La vicepresidenta también ha tenido tiempo para reclamar la defensa del aborto, la regulación de las armas y la reducción de la violencia. En este sentido, ha señalado que los demócratas, que han perdido todo el poder en las instituciones federales tras obtener los republicanos la mayoría en el Senado, sostendrán la lucha por sus ideales "con el voto, en los tribunales y la plaza pública".
Inquietud entre sus seguidores
Harris se ha dirigido especialmente a los jóvenes, que conformaban buena parte de la audiencia, en un intento de levantarles el ánimo. "Todo va a ir bien. Cuando luchamos, ganamos, pero a veces la lucha lleva tiempo. Eso no significa que no vayamos a ganar al final; lo importante es que nunca te rindas. Nunca dejes de intentar que el mundo sea un lugar mejor", ha concluido.
Sin embargo, la sensación entre sus seguidores era de decepción y, en algunos casos, de temor por el futuro. Ariana, de 34 años, acudía al acto junto a su pareja, Nolan, y rompía a llorar al ser preguntada por cómo se sentía tras la jornada electoral y, sobre todo, por lo que cabe esperar de la presidencia de Trump: "No lo sé, no lo sé, estoy preocupada. Los republicanos pueden hacer lo que quieran y da miedo, hay cosas que pueden afectar mucho más de cuatro años", aseguraba, mencionando, por ejemplo, la protección del derecho al aborto.
Mucho más cruda se mostraba Nandy, una afromericana de 36 años, para quien la derrota de Harris es la demostración del “racismo y misoginia” que, a su juicio, atraviesan Estados Unidos: "Los próximos cuatro años… estoy asustada. Creo que mucha gente va a acabar en la cárcel, porque creo que Trump lo dice en serio cuando dice que va a ser un fascista el primer día". Pese a todo, ella quería estar allí junto a Kamala Harris ese día, el de la derrota: "Para apoyarla, para mostrarle amor y decirle que no ha sido en vano, aunque el día sea como un funeral”, se lamentaba.
También se mostraban muy pesimistas una pareja de amigos, jubilados ambos, que habían acudido a apoyar a Kamala y, sobre todo, "al Partido Demócrata", subrayaba él, David Brian, de 70 años. "Estoy triste, decepcionada", se encogía de hombros ella, Morada McLure, de 87 años, mientras Brian mostraba su temor por que el segundo mandato de Trump sea "peor, sin duda, que el primero, especialmente porque [los republicanos] controlan el Congreso".
Esperanza para disipar los temores
Ochun Toquí, mexicana con residencia en el país, acudía al acto con su hija, nacida ya en Estados Unidos, y prefería optar por la resiliencia: "Somos 'hueso azul'", explicaba orgullosa en español, en alusión al color de los demócratas, "y lamentamos mucho la situación, pero sé que seguimos adelante. Aunque también sé que mucha gente latina votó por el lado contrario, por alguien que está pateando a los latinos”. En este sentido, pedía un gesto del presidente Biden en los dos meses que le restan en la Casa Blanca, "un movimiento en favor de toda la gente, nuestros familiares, que necesitan documentación".
Otro latino, Raúl Candelaria, estudiante de posgrado en la Universidad de Howard, hacía gala de su arraigo estadounidense -“Trece generaciones familiares en Nuevo México”- y, mezclando el español y el inglés, relataba sus sentimientos: "Estoy triste, enfadado, turbado y muy preocupado del rumbo que pueda tomar el país con el presidente electo. Por la gente de Estados Unidos y por la gente de todo el mundo".
Pese a todo, algunos encontraban todavía el ánimo para mantener esa lucha a la que aludía la vicepresidenta: "Aunque decepcionada, todavía estoy esperanzada", señalaba Kemberly, una mujer afroamericana de mediana edad, que ha trabajado como activista en la campaña demócrata: "He aprendido que Estados Unidos puede unirse de nuevo y eso era algo que hace mucho que no veíamos". Junto a ella, su amiga Loreen remachaba: "Debemos esperar resiliencia desde abajo, con la gente abogando por los derechos de otra gente, cuidar unos de otros y actuar".
Tras la alocución de Harris, y entre los acordes a todo volumen de Freedom, el himno que Beyoncé prestó a la campaña de la vicepresidenta, todos han abandonado el recinto algo cabizbajos, preocupados por cómo atravesar los cuatro años de presidencia de un rival al que no querían ver de vuelta en la Casa Blanca, Donald Trump.