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Anna Surinyach, fotoperiodista y editora gráfica: 'Una imagen, mil preguntas'

  • Surinyach comparte sus aprendizajes al fotografiar el tránsito de refugiados y desplazados
  • Movilizar a la opinión pública y agitar conciencias es uno de los grandes poderes del fotoperiodismo, según la experta

Por
Anna Surinyach, fotoperiodista y editora gráfica
Anna Surinyach, fotoperiodista y editora gráfica.

Un espacio de confidencias que se sella con la frase "esto no lo tuiteeis". La conversación off the record con Anna es un lugar donde el pensamiento crítico y la mirada se afinan como si de regular un objetivo se tratase. Para ella, las fotografías deben generar mil preguntas, huyendo de la buscada imagen de las agencias que abre portadas e intenta contar todo de golpe.

La fotoperiodista muestra tres fotografías para reflexionar sobre ellas. En la primera, aparecen dos bebés esqueléticos que están siendo amamantados por su madre, de pecho seco. Dispara Sebastiao Salgado. "En esta no hace falta verle la cara a la mujer para entender cómo es la mujer: no hace falta ver una mujer esqueletizada seguramente de treinta años que parece que tiene setenta. Solo viendo lo poco que se ve de los pechos es suficiente para entender cómo está la mujer y cuál es la situación. Y eso me gusta porque insinúa más que explica"

La ética detrás de una fotografía

La siguiente es de Don McCullin. Un niño albino, famélico, con la mirada perdida, y tras él, otro niño de la misma complexión. 1967, la guerra de Biafra por la independencia de Nigeria. Debatimos sobre si hubiésemos hecho esa foto. Un futuro reportero recalca que fotografiar y publicar son dos cosas distintas. El consentimiento del menor también forma parte del debate. Y una pregunta con respuesta: ¿esta foto logró agitar conciencias?

"¿Él consigue lo que busca en esta fotografía? ¿Consigue denunciar el hambre en Biafra y sirvió –bueno, esto es algo que se pide muchas veces en el periodismo y no necesariamente tenemos que exigirnos, que nuestros reportajes cambien las leyes, porque si no, nos tiraríamos todos por la ventana– pero además, en este caso, sirvió para movilizar a la opinión pública y mandar ayuda? ¿Consiguió eso? Sí. Lo que pasa que esto es en los años 60, y revisado ahora en el 2024, yo por ejemplo, no publicaría esta imagen. Si el fotógrafo tiene el consentimiento del tutor legal del niño, sí la publico".

Una mirada diferente y humana

La tercera foto, años 90. El proyecto de final de carrera de Therese Frare. El activista David Kirby se está muriendo de sida en un centro de cuidados paliativos. Se encuentra rodeado por el amor de su familia.

"Este momento es justo el momento en el que David Kirby muere [...] Ella (Therese Frare) lo cuenta en entrevistas: "yo quería dejar a la familia en intimidad". Ella iba a dejar la habitación y el padre le dice: "¿dónde vas?" y ella responde: "a dejaros solos", y el padre le dice: "pero es ahora cuando tienes que fotografiar". Y la dejan quedarse. Ella cuenta: "me puse en un lado de la sala, hice muy pocas fotografías, pero vi que algo muy grande estaba pasando delante de mi cámara". ¿Cómo se fotografía a la gente con sida? Solos, abandonados, se les asociaba a la drogadicción, a entornos muy precarios… [...] ¿Cómo iba a ser que un enfermo de sida estuviese rodeado por su familia abrazándole, cuando se creía que sólo tocando a alguien (te contagiaba el sida)...?" Las preguntas que le generaron todas estas fotos hicieron que, a día de hoy, esta sea su profesión.

Deconstruir los prejuicios

Anna nos recomienda que nos especialicemos. Y nos insta a "descolonizar la mirada", un proceso que atravesó en su tiempo trabajando junto con Médicos Sin Fronteras, organización que nació de la cooperación entre médicos y periodistas, y que en muchas ocasiones les ha surgido el conflicto moral entre denunciar lo que estaba pasando o no denunciar para poder seguir operando en el terreno sin que veten su presencia. Una guerra de códigos deontológicos: contar la injusta realidad o salvar vidas.

Ana habla libremente, y cuando es consciente de ello nos dice: "¡Esto tampoco tuiteeis!". Sus consejos son, como los de una hermana mayor en el camino de la vida, de nuestra profesión. Uno de ellos es, que nuestros trabajamos no se queden en el disco duro de nuestro ordenador. El paso más importante es publicarlo. E insiste en que tenemos mil canales para hacerlo, no dependemos de un medio para ello.

Sobre el éxodo de ucranianos al principio de la invasión rusa, la mirada de esta fotógrafa se sorprendió al descubrir una migración "amable"; que era posible migrar sin bullicios perturbadores, colapso y terror, en definitiva, sin crisis humanitaria. Descubrió esta migración amable, que define como profundamente racista. La de la doble vara de medir de Europa. Luego, nos sigue contando, cómo se han creado escenarios a conciencia para que parezca que la migración de África a España colapsa el sistema.

"Nos dejan acceder al puerto de Algeciras, y lo que decide el gobierno, porque yo estoy segura –no me lo ha corroborado nadie del gobierno, pero lo que se vió– es que dejan a cuatrocientas personas durante cuatro días tiradas en el muelle [...] y empezaron a llegar todos los medios de comunicación. Yo he visto distribuciones de comida en Etiopía, donde se distribuía comida a 5.000 personas sin que pase nada. En el puerto de Algeciras, a cuatrocientas personas le distribuían la comida tirándosela. ¿Qué provocaba esto? Imágenes de caos absoluto, el puerto era insostenible… [...] Crearon en la opinión pública la sensación de que era imprescindible parar esta frontera y externalizar más, y acabar con millones de euros para que Marruecos frenara las pateras".

Atrapar a la audiencia, el reto del fotoperiodismo social

Anna releva una paradoja: que las historias de migración, como la del mar Mediterráneo, no interesan, aunque sea en el año en el que más muertes ha habido. Cuestión de audiencias, dicen.

Esta fotoreportera afirma contundentemente que no pasa nada si nuestras fotos no son tan buenas como las de una agencia reputada. Si son buenas, mejor, pero lo principal, dice, es cómo lo cuentas. Un ejemplo de ello es el de Mikel Ayestaran fotografiando durante un año, a través de su fixer en Gaza, el plato de comida al que tienen acceso cada día.

Y llega otro debate colectivo: cómo contar visualmente la historia de Omar: un chico migrante que fue expulsado del centro de menores donde residía en Cataluña tras someterse a una prueba ósea que certificó su mayoría de edad. Omar se suicidó a la semana siguiente. Vemos las fotos que utilizaron diferentes medios. Desacertadas, desprovistas de contexto, o muy genéricas. La respuesta de Anna, lo que decidieron hacer en 5W, fue esto:

"Donde la fotografía no llegue, hay que buscar otras maneras, que las hay para contar. Entonces lo que hicimos fue coger a una ilustradora con la que trabajamos, Cinta Fosch, que tiene bastante sensibilidad. Se leyó todos los informes que nos pasaron y vio los informes de Omar [...] ¡Dos fotógrafos especializados en esto no encontramos la manera de fotografiar esta historia!"

Otra historia más para observar. La delicadeza con la que un chico que acababa de llegar a orillas españolas desde continente africano, relata su llegada para su novia: con un móvil grabándose, y con otro móvil colocado justo detrás, del que proviene una canción, la banda sonora del momento. El fondo para su grabación está exquisitamente escogido: una bandera roja porque el rojo es un color complementario con el azul del cielo. Él es el protagonista de su historia y decide cómo contarla.

Anna se queda unos minutos más en clase a riesgo de perder el AVE para su próximo destino. El encuentro concluye para algunos con la visión más despejada, o quizás todo lo contrario, con muchas más preguntas. Pero sí, con una mirada curiosa, atrevida –que no morbosa–, y muy humana. No dejemos de observar y preguntar.

*Nora Borrás es alumna del Máster de Formación Permanente en Reporterismo Internacional de la Universidad de Alcalá de Henares y RTVE. Esther G. Pérez, redactora jefa de Sociedad, ha supervisado la elaboración completa de este texto.

Escuela de reporteros

Todo reportero que se precie, y más si su ámbito de insaciable curiosidad es el mundo mundial, ha de pasarse la vida estudiando. Leer, leer y leer es tan importante como vivir, porque el lenguaje es su materia prima, la herramienta para intentar contar y descifrar la realidad.

Este espacio es un cuaderno experimental para quienes cursan el Máster de Reporterismo Internacional auspiciado por RTVE Instituto y la Universidad de Alcalá. Cada vez que alguien relevante pase por sus aulas o dicte una clase magistral habrá una crónica que dará cuenta de lo más valioso, lecciones para nutrir la mirada, en realidad los cinco sentidos.