Mudarse a 40 kilómetros para huir del infierno: las familias afectadas por la DANA tratan de salir adelante
- Algunas de las familias afectadas por la DANA ya disponen de un nuevo hogar
- Sigue la última hora de las inundaciones provocadas por la DANA | Cómo ayudar a las víctimas
"Esto es como un hotel, cuando llegamos estaba todo preparado, la gente estaba esperándonos. Nunca nos han recibido así". Así se expresa Silvina Villalba, una de las muchas vecinas de Paiporta que, tras la DANA que ha asolado la Comunitat Valenciana, se ha quedado sin nada. Una semana después de la tragedia se ha instalado junto a sus hijos en Yátova, un municipio ubicado a 41 km por carretera de su casa.
Silvina es la madre de una familia monoparental y vivía en la considerada como zona cero de la tragedia. La tarde del 29 de octubre, al igual que le ocurrió a cerca de 850.000 personas de la provincia de Valencia, vio cómo su localidad quedaba inundada de agua y cubierta de barro.
Durante las primeras horas y días todos los esfuerzos de las administraciones se focalizaron en localizar a los fallecidos y garantizar la comida y el agua para el total de la población, pero según Francisco Gago, responsable de los servicios sociales de Paiporta, también había que buscar un techo para quienes se habían quedado sin casa.
Viviendas a disposición de los afectados
Las muestras de solidaridad vistas durante la emergencia han sido muchas y una de ellas ha llegado desde Yátova. El Ayuntamiento del pueblo, de apenas 2.000 habitantes, contaba con ocho viviendas vacías y según el alcalde, Miguel Esteban Tórtola, decidieron ponerlas a disposición de los afectados por la tragedia. "La gente ha respondido como no podía ser de otra manera", asevera.
El consistorio de Yátova puso a disposición de los ayuntamientos afectados por la tragedia los inmuebles, pero su acomodamiento se ha llevado a cabo gracias a la ayuda de los vecinos y vecinas del municipio: "Nos han suministrado de todo, ha sido espectacular. Camas, sillas, sofás, de todo". En las habitaciones de los niños hay hasta colchas de Mickey Mouse, comenta.
Silvina y sus hijos comienzan una nueva vida en Yátova
Silvina y sus cuatro hijos se instalaron el pasado martes en la vivienda. La casa tiene dos plantas y tres habitaciones. Jesús, el segundo de los hijos de Silvina, ya ha elegido su propio cuarto: "Yo he elegido mi habitación. He dejado ahí mis cosas y mi ropa, ahí estoy bien".
“Cuando mis hermanos pequeños se ponen a llorar, los agarro y les doy un paseo“
El pequeño solo tiene 10 años y la riada le ha hecho madurar de golpe. Cuando llegó el agua estaba en casa de un amigo y recuerda la angustia y los gritos de aquellos momentos. "Ahora, cuando mis hermanos pequeños se ponen a llorar, los agarro y les doy un paseo", añade.
Jesús explica que en Paiporta "está todo destruido"; por eso, quiere ir al colegio en Yátova: "Allí solo hay barro, algunas grúas ayudando y coches destruidos. También perros, animales y personas muertas". La trabajadora social de la Mancomunidad Hoya de Buñol-Chiva, la que acoge a Yátova, Judith Pérez, revela que las prioridades son "atender las urgencias de los menores, garantizar la atención psicológica y tramitar las ayudas económicas".
Alejandro y su familia sí se irán
Alejandro y Norma son otra de las familias de Paiporta que se han instalado en Yátova. Ellos solo son tres miembros y, por eso, el Ayuntamiento les ha habilitado una casa más pequeña. "En sí, la casa, pues... es un bajo. Yo no quería vivir otra vez en un bajo", añade Alejandro Rodríguez.
Él recuerda los llantos de su hijo de cinco años durante la riada y reconoce "tener miedo" a que vuelva a pasar. Trabajaba en una floristería hasta unas semanas antes de la DANA y ahora cree que buscará un nuevo empleo en otro sitio: "Nos iremos a Valencia o a Barcelona".
Las ayudas habitacionales a Paiporta han llegado desde muchos puntos
Según los últimos datos disponibles del INE, la localidad de Paiporta cuenta con más de 27.000 vecinos y vecinas. Muchas familias vivían en bajos y sus casas quedaron arrasadas por completo. Gago revela que es muy difícil contabilizar la cantidad de recursos que necesitan, pero asegura que hay mucha gente que se ha puesto a su disposición: "Unas personas de Suiza son propietarias de un hotel en Benicassim y nos han ofrecido 44 plazas para que las podamos usar de albergue".
Las familias de Silvana y Alejandro han sido las primeras en dejar Paiporta y, después de una semana, pueden dormir tranquilos. Al igual que le ocurre a la población de otros cerca de 70 municipios valencianos, nunca verán la lluvia con los mismos ojos.