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Mujeres sin hogar, una lucha contra la violencia y la exclusión: "No vine a España a prostituirme por una casa"

  • La fundación Luz Casanova presenta Atrévete a mirar, una campaña para visibilizar a las mujeres sin hogar
  • Claudia cuenta su testimonio de sobrevivir a la violencia sexual y a vivir sin hogar con un hijo pequeño

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Claudia, una mujer que vive la situación de no tener un techo
Claudia, una mujer que vive la situación de no tener un techo. NURIA VERDE

Claudia es una mujer sin hogar que ahora vive en un refugio en Madrid. Huyó de la violencia en Colombia porque si no se hubiera ido "me habrían desaparecido". Llegó a Madrid con su hijo pequeño, "los grandes se quedaron allá", en febrero de 2024. El único contacto que tenía en España, un primo que vivía en Canarias, quiso mantener relaciones sexuales contra su voluntad, pero ella dijo que no. Su familiar le dijo que "o aportaba en casa o se iba". El hombre quiso prostituirla en uno de los burdeles de la isla. Sin embargo, ella se negó "porque no había venido a España a prostituirme por una vivienda". Se quedó en la calle.

Hay muchas mujeres malviviendo en habitaciones alquiladas o sometidas a relaciones abusivas para no perder el techo

Claudia, empapada en una dignidad impresionante, cuenta su caso de supervivencia sin hogar cuando la Fundación Luz Casanova presenta la campaña "Atrévete a mirar a las mujeres sin hogar" en Luz Vallecas, un centro de Igualdad en Madrid. Su objetivo es visibilizar la realidad oculta de las mujeres en situación de sin hogarismo y poner el foco en los ciudadanos, no solo en ellas. También incluye a las personas que habitan en viviendas inseguras, "malviviendo en habitaciones alquiladas o sometidas a relaciones abusivas para no perder el techo donde resguardarse", dice Pepa Torres, religiosa apostólica del Corazón de Jesús.

Miedo a la violencia sexual

Hay que tener en cuenta que un 24,2 de las mujeres sin hogar es víctima de agresiones sexuales, según el estudio Prevención e intervención en el sistema sanitario de la exclusión residencial de mujeres víctimas de violencia de género en la Comunidad de Madrid, de la asociación Enclave. También una gran mayoría sufre violencia de género antes de quedarse sin casa. Por ejemplo, Claudia cuenta que su exmarido la maltrataba, la obligaba a tener sexo y ella, influida por una educación machista, creía que "lo tenía que hacer para complacerle" y 'evitar' problemas en casa.

Ella aterrizó en Madrid hace siete meses "con mil euros en el bolsillo que creí que eran mucho y aquí son muy poco", de la mano de su hijo pequeño, huyendo de su exmarido y de una situación de vida o muerte en Colombia. Alquiló por 11 euros al día una habitación para ella y su pequeño que compartía con otras 20 personas. "Comíamos una vez al día", dice Claudia.

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Las mujeres sin hogar "tienen miedo a sufrir violencia sexual y a que les quiten a sus hijos", asegura Sonia Panadero, doctora en psicología. La campaña pone de relieve que ellas, muchas veces víctimas de la violencia machista y de la exclusión social, desarrollan estrategias de camuflaje para evitar acabar en la calle. "Yo llegué hasta Luziérnagas, el proyecto de asistencia a mujeres sin techo, totalmente destruida", afirma Claudia.

Un prostíbulo como único destino

En medio de la desesperación "me dije, Dios mío, ¿qué puedo hacer? A Claudia se le había acabado el trabajo de cuidar a dos ancianos por 500 euros al mes, y se veía abocada a vivir en un albergue. Tras dejar que vivieran ella y a su hijo en su casa, su primo de Canarias le concertó "varias citas en varios prostíbulos. Yo fui con él porque no quería que él sintiera que iba a ser una carga para él o que iba a acceder a tener sexo con él solo para que me diera vida. Él me dice: mira, ya te conseguí plaza para el lunes", cuenta.

Sin embargo, Claudia acudió a Cáritas para pedir ayuda. "Allí una mujer que me ayudó mucho me dijo que no podía volver con mi primo porque estaba expuesta a que me cogieran, me violaran, o que me prostituyeran con la trata de blancas". Consiguió sitio durante cinco días en un albergue de Canarias.

"Había mucha gente en situación de vivir en la calle, también mujeres, pero ya con un riesgo de sufrir adicciones de drogadicción. Yo no consumo, yo soy muy sana, yo tengo mi mente clara. Fue difícil llegar a un sitio que no es tu casa, donde hay gente que no conoces, con una adicción. Aunque yo decía: 'Bueno, Dios mío, pero tengo una camita y mis tres comidas", explica Claudia.

La realidad oculta de una mujer sin hogar

Un 23,3% de las personas son hogar en España son mujeres, estas se encuentran en su mayoría en situaciones de sin hogarismo oculto. No viven en las calles, sino en infraviviendas y en condiciones inseguras, tratando de evitar a toda costa acabar a la intemperie, y llevar el estigma asociado. Aquellas que están en riesgo no aparecen en las estadísticas tradicionales.

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"El hogar es el espacio asignado a las mujeres en una construcción patriarcal y perderlo supone perder parte de su identidad, tanto para ellas como para la sociedad", asegura Ana Pérez, responsable de la campaña dentro del proyecto Luziérnagas que quiere asistir a la mujer sin hogar.

Lo que no vemos no existe, solo existe lo que nos atrevemos a mirar

Por su parte, Sonia Panadero, doctora en Psicología, insiste que es importante que nos impliquemos los ciudadanos en visibilizar esta lacra social. "Lo que no vemos no existe, solo existe aquello que nos atrevemos a mirar. A veces, supone un esfuerzo y también un riesgo para nosotros, porque cuando vemos una realidad tan difícil como la de estas mujeres, sentimos nuestra propia vulnerabilidad, nuestras propias barreras se tambalean. Se debilitan esos obstáculos que ponen distancia con este tipo de situaciones", asegura.

Mi sueño es reunirme con mis hijos

El sueño de Claudia es reunirse con sus hijos y conseguir un trabajo. "Mi motivación son mis hijos. Ahora me toca estar separada de ellos, pero los veré en cuanto pueda. Voy a luchar hasta que consiga mis papeles. Estoy enfocada en mi permiso de trabajo". Confiesa que se esfuerza en tener una vivienda para dar a sus vástagos "una vida como la que tenía en mi país porque yo trabajaba, tenía mi apartamento. Era una persona normal", afirma.

Recomendaría a las mujeres sin hogar que confiaran en las profesionales que las pueden guiar en las soluciones y no les van a juzgar

A la pregunta de qué le dirías a una mujer que se encuentre en tu misma situación, Claudia responde que le aconsejaría informarse sobre las ayudas que hay disponibles. "Muchas mujeres las desconocen de estas ayudas". También le recomendaría "confiar las profesionales. No en cualquier persona porque que va a hacer es juzgarte, criticarte y decirte: Vuélvete a tu país, mientras que las profesionales, con estudios, con conocimiento y capacidad, te ayudan a organizarte tus ideas. Te guían en las soluciones", puntualiza.

Salidas y soluciones

Para Pepa Torres la solución pasa por construir más vivienda social y pública, porque "es una forma de violencia negar el derecho a la vivienda adecuada a estas mujeres". Además, recuerda que "estamos en Vallecas —en Madrid—, uno de los barrios con un nivel de hacinamiento extremo para vivir".

Así mismo, según Sonia Panadero, es clave reconocer la realidad de las personas que viven a la intemperie o en condiciones que no son dignas. "Asomarse a esa vivencia es algo imprescindible. Es necesario acercarse a ellas, hacer preguntas, empezar a mostrar esa empatía, dando soluciones. Es lo que, precisamente, hace esta campaña donde que se pregunta: '¿Dónde están las mujeres sin hogar? Están en todas partes, a nuestro alrededor".