Autorretrato de Álvaro Pombo: el poeta, el filósofo y el divertido
- El ganador del Premio Cervantes 2024 se define como "un poeta, pero quizá mejor poeta en la prosa"
- "Me gustaría ser recordado porque tengo buen humor", decía en una entrevista con TVE
“Me gusta la palabra poeta y la palabra narrador. Literato no me gusta mucho porque eso es más hombre de letras, que soy en parte y en parte no. Vir bonus dicendi peritus (el hombre bueno que sabe hablar con pericia): soy habilidoso al contar cosas”. Álvaro Pombo, ganador del Premio Cervantes 2024, se resume mientras su discurso no cesa en una verborrea continua. Dice que es pura elocuencia y, también, buen humor, una cualidad que le distinguió desde que llegó a Madrid para estudiar Filosofía. Como le recuerda su amigo desde entonces José Antonio Marina: "Divertido, extravagante, sociable y retraído al mismo tiempo".
Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid y Bachelor of Arts en Filosofía por el BirkBeck College de Londres, su obra está atravesada de análisis. En el programa de TVE Pienso, luego existo dejó una buena colección de su visión, biográfica y literaria, de sí mismo. E incluso una distinción respecto a Cervantes en la que se puede intuir por dónde puede ir su discurso del próximo 23 de abril en Alcalá de Henares. "Cervantes se quejó de que no era poeta y quería serlo. Yo no me quejo, sí soy poeta, pero quizá soy mejor poeta en la prosa".
Mal estudiante con habilidad para hablar y escribir
“Estudié en el Colegio de los Padres Escolapios de Santander. En el año 1953, en un concurso de redacciones, me presenté con un artículo que se titulaba El libro es nuevo. La primera vez que apareció mi nombre impreso fue un puntazo. No era buen deportista, era mal estudiante, pero tenía la habilidad de hablar, escribir y que me lo publicasen. Luego fui interno a Valladolid y un maestro estaba convencido de que iba a ser escritor”.
El método para escribir: hablar
"Dicto todo y tengo buena memoria. Me acuerdo de mil cosas al hablar, de mil textos, de poesías de memoria. Es un continuo narrativo oral que después se convierte en unos folios de texto. Luego lo corregimos en voz alta. Miro un poco las hojas, escribo a mano y lo vuelvo a oír. Es el método que tenía Henry James, que escribió La copa dorada dictándola. Es una novela densa llena de agilidad: es la movilidad de la oralidad, la distribución por escenas, lo llamaba él".
Chupatintas en Londres
“Londres tenía ese componente de irrealidad. El ámbito de la irrealidad se produce cuando somos una conciencia aislada, cuando no estamos con el otro. La parte que estuve más en la realidad fue al final, cuando estuve en la facultad y trabajando en Banco Urquijo, donde era un chupatintas”.
Regreso a un Madrid “incomprensible”
“Volví porque en Londres hacía una vida fantasmal. Volví con la idea de publicar cosas, no una vida literaria. Madrid me pareció mucho más raro e incomprensible que Londres. Era la España de la Transición, del 78 y 79. No tenía amigos en el Madrid de la movida. Tardé en integrarme. Me ayudó trabajar en oficina. El asunto es que con 40 y tantos años era ya todo lo que era, pero era un escritor hacia dentro. Empecé a publicar muy tarde. Tardé mucho tiempo en estar en la pomada”.
La poesía en lo narrativo
“La poesía es una voz en lo múltiple, en cambio, las novelas me permiten una mejora. En la poesía hay una voz alta y fuerte: es mi voz sin duda, que canta al mundo y también a la desesperación y melancolía, sin matizar del algún modo. Las novelas exigen y permiten los matices. A pesar de que he querido ser poeta, reconozco que es en la novela donde aprende uno la compasión”.
Acostumbrado a no desear
“Hoy en día se ha considerado durante mucho tiempo que tenemos derecho al cuerpo, a la felicidad, al deseo, al placer. Me lo tomo a broma porque tuve una educación para el trabajo. Vivía en un mundo que no eran los placeres y los días como Proust, sino los trabajos y los días. Encaja en mis poetas iniciales como Rilke, veía la vida como una larga tarea. Sigo viéndolo así. No entiendo mucho los placeres. Me he acostumbrado a no desear demasiado los deseos, aunque los deseo”.
El sentido contra la muerte
“La muerte es absurda en el sentido sartriano. Parece que deberíamos continuar siempre, pero sabemos que no es así. ¿Cómo nos hacemos cargo del sinsentido? Yo lo hago creando todo el sentido que puedo: conversaciones, compañía, amistad. Ese es el sentido”.
El buen humor como legado
“Me gustaría ser recordado como poeta y escritor de algunos relatos y poemas. Me gustaría ser recordado por mi elocuencia, pero sobre todo por mis amigos. No olvido nada, recuerdo las personas que quise y las que no quise. Me he reído mucho, me he divertido mucho y he hecho reír muchos. Me gustaría ser recordado porque tengo buen humor”.