Waldo de los Ríos, de la fama mundial con el 'Himno a la alegría' al suicidio y al olvido
- Charlie Arnáiz y Alberto Ortega recrean su vida en el documental Waldo
- Con testimonios de Raphael, Miguel Ríos o Karina, llega a los cines este 15 de noviembre
Triunfó en todo el mundo con su Himno a la alegría, quedó segundo en eurovisión junto a Karina, creó el mítico “sonido Torrelaguna”, compuso las sintonías del Un, dos, tres o Curro Jiménez, Stanley Kubrik quiso que compusiera la banda sonora de La naranja mecánica, y fue decisivo en las carreras de artistas como Raphael, Miguel Ríos, Jeanette o Mari Trini. Pero a los 42 años se suicidó de dos disparos en la cabeza.
Nos referimos a Waldo de los Ríos (1934-1977), cuya apasionante vida retratan Charlie Arnáiz y Alberto Ortega (Anatomía de un dandy, Raphaelismo, Bisbal) en el documental Waldo, en el que también muestran como ni siquiera esos éxitos pudieron permitirle mostrarse tal como era, ya que tuvo que ocultar su homosexualidad. Una película que cuenta con la participación de RTVE y que llegará a los cines este 15 de noviembre.
“Hace tiempo encontramos una noticia sobre Waldo –nos comenta Charlie-, y nos dimos cuenta de que era una historia increíble. Tanto que parecía una ficción. De hecho, si hicieras una película sobre él, la gente diría que eres un exagerado. Además, ha quedado un poco en el olvido y creíamos que merecía la pena rescatarlo, para que la gente sepa lo importante que fue en su momento”.
Un documental para el que se han basado en el libro Desafiando al olvido: Waldo de los Ríos. La biografía (Roca Editorial), de Miguel Fernández. “Hemos planteado la película como un thriller –nos confiesa Alberto-, porque así llegó a nuestras vidas. Cuando vimos como Miguel se obsesionó con Waldo, hasta el punto en que viajó a Argentina en busca de sus raíces. Y que parecía como que si Waldo le estuviera dejando pistas…”
“Por eso –añade Alberto-, la película está planteada como una investigación durante la que iremos descubriendo su vida y los motivos que pudieron llevarlo a caer en la depresión. Intentamos entender por qué el autor del Himno de la alegría acaba pegándose dos tiros en la soledad de su casa con una foto de su amante en el pecho. Nos pareció una premisa increíble”.
“Además –concluye Alberto-, la historia de Waldo tiene personajes muy potentes como su madre y su viuda, Isabel Pisano… y hemos querido armar todo eso de una forma original, sin mostrar a los entrevistados, de los que solo oímos su voz. Y cubriéndolo todo con imágenes de archivo, porque Waldo estaba obsesionado con grabarse. Creo que ha sido un salto al vacío que nos ha salido bien”.
Miguel Fernández, el autor de la biografía de Waldo, destaca la importancia de este documental: “Creo que nos devuelve a un personaje que fue maltratado por la sociedad de su tiempo y que gracias a este regreso "desafía al olvido", que era una frase que a él le gustaba mucho decir. Él decía que estaba en lucha permanente contra ese olvido. Y creo que ahora Waldo empieza a ganar esa batalla, porque gracias al conjunto de la sociedad, vivimos en un país más libre, donde podemos entender el drama que vivió Waldo y también el enorme esfuerzo que hizo aquella generación para que ahora disfrutemos de la libertad que tenemos”.
Waldo estaba obsesionado con dejar huella
El documental cuenta con los testimonios de Miguel Ríos, Raphael, Karina, Fernando Salaverri, José Ramón Pardo, Teddy Bautista o Willy Rubio… junto a declaraciones inéditas de Jeanette y de la que fuera su esposa, la controvertida Isabel Pisano.
Además de esas fabulosas imágenes que el propio Waldo grabó durante toda su vida. “Cuando vimos todas sus grabaciones en ocho y dieciséis milímetros –asegura Charlie-, nos dimos cuenta de que realmente era una persona que estaba obsesionada con ir dejando huella de todas las cosas que iba haciendo. En su época fue tan famoso que tenía su propio programa de televisión: La hora de Waldo de los Ríos. Y ese es otro de los temas del documental, como una persona tan famosa y que estaba tan obsesionada con retratar su vida, ha caído en el olvido de una forma totalmente injusta”.
“Y es que a partir de los años 80 la industria discográfica cambió –nos explica Miguel-. Los artistas buscaron otras formas de hacer arreglos. Llegó la música con una base electrónica y lo fueron arrinconando. Todo el mundo recuerda el Himno a la alegría de Miguel Ríos, pero nadie se acuerda del hombre que lo compuso. Ni de quién creó la célebre Balada de la trompeta, de Rafael, o Cuando me acaricias, de Mari Trini. La música de Waldo forma parte de nuestra memoria sentimental”.
“En su época ser homosexual era un delito”
Uno de los temas más interesantes del documental es cómo Waldo tuvo que ocultar su homosexualidad durante toda su vida. “Creo que es la clave de su historia –afirma Alberto-. Nunca le dejaron ser como era. Empezando por su madre (la famosa cantante Martha de los Ríos (1906-1995), que desde pequeño le dió con la zapatilla para obligarlo a ser músico, hasta esa sociedad que le tocó vivir, en la cual ser homosexual era delito".
“Si te cogían haciendo no decorosas para la época, acababas acababas en los bajos de una comisaría apaleado e incluso te aplicaban descargas de electroshock –añade Alberto-. Esa es la España que vivió Waldo. Y lo que se te queda viendo la película es que intentó ser feliz y no pudo encontrar esa persona que le correspondiera. Intentó moverse en unos ambientes de gente como él, pero cuando estás atado y no te dejan ser como eres, acabas con este triste final”.
“Si hubiera sido pública su homosexualidad no solo habría significado el fin de su carrera, sino que podía haber acabado en la cárcel –apostilla Miguel-. Estamos hablando del franquismo, de la ley de peligrosidad social, de la persecución que se desató contra el colectivo LGTBI, de los sucesos del pasaje de Begoña, de las cárceles de Huelva o de Badajoz. Es decir, cualquier insinuación, cualquier equivocación, podía salir carísima porque significaba la destrucción total”.
“Si nos fijamos en las noticias que se publicaron sobre su suicidio –puntualiza Miguel-. El sensacionalismo y la homofobia con que se trató, incluso en medios muy serios… Era la primera vez que la homosexualidad se planteaba en los medios españoles con libertad, pero también con una dosis de morbo, de falta de respeto, de homofobia. Ahí es donde empecé a darme cuenta de esa doble vida de Waldo, de que alguien capaz de hacer feliz a tanta gente con su música, estaba condenado a llevar una vida desdichada”.
“Recordemos –añade el escritor-, que, cuando los restos mortales de Waldo llegan a Argentina, la Junta Militar ordenó que tuviera un entierro de tercera, sin ningún tipo de repercusión mediática –añade Miguel-. Lo metieron por una puerta lateral del cementerio. No hubo ningún tipo de reconocimiento porque ya habían llegado las noticias de España sobre las circunstancias de su muerte. Entonces… ¿quién no le iba a temer a la homofobia en aquel momento?”
“Hay que recordar también -concluye Alberto-, que tan solo dos meses después de que falleciera, se eliminó la ley que penalizaba la homosexualidad. Hoy se sigue luchando por los derechos de la comunidad LGTBI, pero Waldo estuvo a punto a punto de vivir el inicio del gran cambio”.
Isabel Pisano y su madre, dos mujeres poderosas
Pero si Waldo era homosexual… qué papel jugó su esposa, la actriz Isabel Pisano. ”Creo que Isabel es el segundo gran personaje de la película –asegura Charlie-. Después de haber hecho el documental, para nosotros sigue siendo un enigma qué tipo de relación tenían. Podemos especular muchas cosas, pero no tenemos ninguna certeza”.
“Si me preguntas mi opinión personal –añade-, yo creo que tenían un pacto. Sobre todo, lo que nos gusta de Isabel en esta película es que Isabel fue cambiando constantemente su versión sobre su relación con Waldo. Incluso en los libros que escribió, nunca estás seguro de qué es verdad y qué se está inventando. Es un personaje realmente poderoso y enigmático”.
“El personaje de Isabel es fascinante y en muchos aspectos complementa el de Waldo –añade Miguel-. El amor no tiene que ver con la orientación sexual, esa es una simplificación en la que a veces incurrimos. Esos son los círculos del afecto que domina solamente el corazón y en cierta medida el cerebro. Yo creo que ellos tuvieron una relación muy sincera, muy abierta, muy avanzada para la época… y que en cierta forma suponen también un ejemplo. Porque a mí lo que me gustaría es que la vida de Waldo se viera con los ojos de hoy. Pensar en esas personas anónimas que, viviendo en una situación similar a la de Waldo, tuvieron que esconderse, ocultarse, disfrazarse, simplemente porque no les dejaban ser como eran”.
En cuanto a su madre, tal era el control que tenía sobre Waldo que los directores creen que se vino a España huyendo de ella. “Sin duda –nos cuenta Alberto-, salió de Argentina huyendo de muchas cosas, y una de ellas fue de las garras de su madre y de esa presión que ejercía sobre él. Quería que la acompañara porque no había otro músico que la aguantara a esa mujer. Ella es la gran antagonista de la historia”.
“Una de las cosas que mostramos en la película es esa relación a distancia que tenían –añade Alberto-. Se mandaban cintas de audio que eran eternas, con monólogos en los que se notaba las espinas que tenían en el corazón cuando hablaban entre ellos. A veces la madre iba de víctima y otras veces lo juzgaba. Nunca, a pesar de la distancia que puso entre ambos, pudo escapar de esa presión materna”.
Una fructífera relación profesional con Chicho Ibáñez Serrador
Una de las relaciones más especiales de Waldo de los ríos fue la que mantuvo con Chicho Ibáñez Serrador para el que compuso la sintonía del Un, dos, tres o las bandas sonoras de sus dos películas Quién puede matar a un niño y La residencia.
“Chicho estaba entre sus mejores amigos –nos cuenta Charlie-. Hay unas imágenes en la película que nos encantan, en las que Chicho y Waldo se ponen a improvisar al piano y te das cuenta de la relación tan especial que tenían. Chicho rodó esas dos películas que han quedado un en el imaginario de todo el mundo y Waldo fue el encargado de crear esa música tan maravillosa que hoy en día se sigue recordando. Nos hace mucha gracia que dos maestros tan grandes coincidieran en el tiempo y fueran amigos”.
“El 'Himno a la alegría' fue una explosión en todos los sentidos”
Pero sin duda, la composición que le hizo famoso en todo el mundo (y rico), fue el Himno a la alegría, interpretado por Miguel Ríos. “Fue una explosión en todos los sentidos –asegura Adolfo-. Y convirtió a Miguel Ríos en una estrella a nivel mundial. Llegó a grabar el himno en varios idiomas”.
“Entonces –añade Adolfo-, Waldo reinventó otros clásicos utilizando instrumentos electrónicos, hasta tal punto que el propio Stanley Kubrick se fijó en él para que compusiera la banda sonora de La naranja Mecánica, que al final, por una razón u otra, no pudo ser. Pero hubiera sido precioso. De hecho, cuando ves la película hay cierto halo de Waldo en la banda sonora”.
“Esa fama –apostilla Adolfo-, le trajo riqueza, le trajo coches increíbles, le trajo grandes casas... Pero lo que no le trajo fue la paz interior, la felicidad verdadera. Es como el síndrome del payaso triste: él creó el Himno de la alegría pero por dentro estaba una profunda depresión de la que no logró salir”.
“Hemos olvidado a Waldo, pero su obra permanece”
Charlie nos comenta que: “Hemos olvidado a Waldo, pero su obra permanece. Sobre todo, porque fue el inventor, junto con Rafael Trabucchelli, del famoso "sonido Torrelaguna", dentro de la compañía discográfica Hispavox, que es una parte muy bonita de la de la de la película. De hecho, Miguel Ríos nos cuenta en el documental lo emocionante que era poder grabar una canción allí. Rafael también nos comenta que ellos han conocido toda la historia de la música de nuestro país y han pasado de cantar en lugares como ese, en directo, con una orquesta y una sonoridad increíble, a los sitios enanos de la actualidad”.
“Además –añade Charlie-, a Waldo le debemos adaptaciones y canciones míticas de Jeanette, Karina, Rafael, Alberto Cortez… de un montón de gente que son leyendas de la música en parte gracias a él”.
Y no olvidemos que, junto a Karina estuvo a punto de ganar el festival de eurovisión en 1971. Quedaron segundos con el tema “En un mundo nuevo” –nos comenta Alberto-, Y en el documental vemos que ovacionaron más a Waldo de los Ríos que a la propia Karina. Eso te da idea de la fama y el prestigio que tenía Waldo a nivel europeo”.
“Yo creo –concluye Miguel-, que Waldo no solo fue fundamental en la carrera de Raphael, Miguel Ríos o Mari Trini. También en la de Marisol, con ese Corazón contento que todavía tarareamos. O esa Yenka que bailaban nuestros padres. O Karina, a la que no podemos imaginar sin Waldo”.
Un personaje cuya vida sigue formando parte de nuestra vida y para el que no se nos ocurre mejor agradecimiento que este estupendo documental. Este 15 de noviembre en cines.