El presidente de los obispos centra su primer discurso en las políticas de vivienda, familia y trabajo
- Luis Argüello sólo ha mencionado a las víctimas de abusos para confirmar que el tema se tratará en la Asamblea Plenaria
- El arzobispo de Valladolid se estrenó denunciando "la rapiña y el populismo" de la política tras la catástrofe de la DANA
El presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, no ha dedicado ni una sola línea de su primer discurso inaugural ante la Asamblea Plenaria de los obispos españoles a la crisis de los abusos sexuales en la Iglesia.
La omisión es llamativa en tanto en cuanto es uno de los puntos que los prelados tratarán en su sede de la madrileña calle Añastro —entre el 18 y el 22 de noviembre— con el objeto de definir su postura antiabusos. Además, la tarde de este lunes las víctimas van a entregar un premio al Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, que presentará este jueves —21 de noviembre— su informe sobre la pederastia en la Iglesia ante el pleno del Congreso de los Diputados.
La única mención que ha realizado Argüello a los abusos sexuales en su prolongado discurso ha sido al final, al hablar del Sínodo y la necesidad de transparencia en la Iglesia. En ese momento, de pasada, ha recordado que dos de los temas a tratar durante la Asamblea Plenaria son el "Plan de Reparación Integral de Víctimas de Abusos (PRIVA) y la puesta en marcha de la Comisión asesora de reparación integral".
Argüello ha comenzado su intervención con un análisis de los principales problemas o signos de los tiempos a nivel social que, a entender del representante de los católicos españoles, son: la demografía, la vivienda, el trabajo y la convivencia política. A todas estas añadió el drama provocado por la DANA haciendo hincapié en "la rapiña y el populismo" de la política además de "la fraternidad" como "indicador de la bondad que anida en el alma humana".
Crisis demográfica
Argüello ha dedicado un importante espacio a la cuestión demográfica. Tras constatar con hechos que es un problema —nacen menos niños y hay menos matrimonios—, reflexionaba sobre los fundamentos de esta situación. Detrás de ellos se encuentran las dificultades económicas y de vivienda, pero también culturales y ambientales, pues la familia se ve denigrada, como algo de lo que hay que liberarse. "Los medios y ambientes elogian la bondad de la falta de vínculos y la asunción del divorcio sin drama, como salida normalizada y deseable ante cansancios y conflictos", ha denunciado.
Otra realidad es la idea de que no es bueno tener niños. Por diversos motivos: porque coartan la libertad, el desarrollo profesional o porque, así lo difunden algunos medios de comunicación, es algo perjudicial para el planeta.
Problemas de vivienda, inmigración y trabajo
Desde las cifras, ha abordado la cuestión de la vivienda, sobre la que ha concluido: "Para muchas personas, la vivienda, alquilada o en propiedad, supone un gasto inasumible y dificulta la vida familiar y social de muchos conciudadanos". También se ha referido a problemas como la sobreocupación, que personas de edad adulta solo puedan permitirse compartir, los precios en las grandes ciudades o la ocupación.
“La vivienda, alquilada o en propiedad, supone un gasto inasumible y dificulta la vida familiar y social “
Sobre la cuestión del trabajo, ha constatado que hay personas que no pueden trabajar, por una parte, porque no encuentran el modo y también cómo hay puestos de trabajo que no son cubiertos por falta de personal. También citó la temporalidad, la siniestralidad o la conciliación.
Del mismo modo, ha citado la corriente que está llevando a muchas personas a rechazar trabajos en aras de mejores condiciones y del bienestar —cita el movimiento de la "gran renuncia"—, que convive con la realidad que viven muchos migrantes.
Su presencia, ha dicho, es paradójica: "La demografía de nuestra sociedad los necesita, pero generan rechazo; el mercado laboral los reclama, pero tiran de las condiciones laborales hacia abajo; viven en nuestros pueblos y barrios y participan en los servicios del estado del bienestar, gracias a sus hijos se mantienen escuelas que sin ellos cerrarían, pero la sanidad y los servicios sociales experimentan límites; a veces, se generan guetos y se pone de manifiesto la dificultad real del multiculturalismo".
En cualquier caso, defendió nuevamente la regularización extraordinaria de migrantes que ya están en nuestro país: "La actual tierra de nadie es inaceptable". Y ha añadido que la Iglesia anima "a abordar las causas que obligan a salir de la propia tierra, afirmando el derecho a no emigrar, a combatir a las organizaciones que trafican con los emigrantes y su necesidad imperiosa de cruzar los mares o atravesar desiertos; también a las organizaciones que, en los países de llegada, aprovechan la necesidad de sobrevivir o de realizar diversas gestiones".
Separación de poderes
Luis Argüello, ha criticado las prácticas políticas de partidos "autodenominados progresistas" y de "partidos que se resisten a ser denominados conservadores" y que, "aun con la boca pequeña algunos, dicen defender vida y familia".
Al hablar de las dificultades de la convivencia política en nuestro país, Argüello se refirió primero a una situación global, en el que la vida democrática se ve devaluada al quedar anulados el encuentro y el diálogo a causa de la dialéctica populista y polarizada.
“@monsarguello se pregunta: ¿Qué tipo de ciudadanos genera la democracia? ¿Qué es ser hombre, varón y mujer?" #AsambleaPlenaria pic.twitter.com/9tMXojexf4“
— Of. Información CEE (@prensaCEE) November 18, 2024
"Las deficiencias del ejercicio democrático, falta de respeto al principio de legalidad y supresión de facto de la separación de poderes, junto con el deseo del mercado de lograr una economía eficiente y globalizada que pueda desarrollarse sin muchos límites, alimentan el deseo de algunos líderes de construir democracias (la práctica totalidad de los Estados miembros de la ONU se definen democráticos) más autoritarias", ha dicho.
En este contexto, en nuestro país las dificultades residen, según el presidente de los obispos, en la lectura de democrática de la historia como instrumento de polarización al servicio de la conquista o mantenimiento del poder y en las dificultades para armonizar una nación política de nacionalidades y regiones.
"Ni el Estado ni el mercado"
Tras la catástrofe ocasionada por la DANA, los "gritos han sido abundantes sobre las causas, las consecuencias y las respuestas" y también se han visto "la rapiña y el populismo de la antipolítica", ha dicho Argüello.
"Se habla de la tecnología de prevención y aviso, de la coordinación de respuestas en el Estado autonómico, de la relación entre los políticos y del uso calculador y politiquero de todo lo que ocurre, del 'pueblo que salva al pueblo'. Podemos ir hacia atrás, al urbanismo de las últimas décadas, al calentamiento del Mediterráneo a causa de nuestro sistema de producción y consumo, a la conveniencia de construir presas y embalses, a la defensa de las cosas aun a riesgo de la vida propia y ajena. Con la culpa podemos jugar 'ad infinitum'", ha indicado Argüello.
“Reducidos a consumidores y votantes, mercado y Estado nos proponen una salvación, el progreso, que no basta“
"Ni el Estado ni el mercado pueden salvarnos, aunque en el último tramo del tiempo moderno se hayan presentado como salvadores que pueden cumplir lo que prometen. Reducidos a consumidores y votantes, mercado y Estado nos proponen una salvación, el progreso, que no basta", ha precisado.
En todo caso, ha destacado que "la tragedia ha vuelto a despertar un alma común y fraterna, un deseo de compartir y ayudar, un don que no es comercio y un compromiso que no es voto". "La fraternidad ejercida en estas semanas es un indicador de la bondad que anida en el alma humana como la respuesta adecuada a nuestra vulnerabilidad irremediable. Sí podemos gritarlo de nuevo: el corazón humano está bien hecho, es hijo del amor y llamado al amor, pero está herido", ha comentado.