El hijo mayor de los Pelicot habla por primera vez: "Es el juicio de una familia aniquilada"
- El primogénito de Giséle y Dominique Pelicot ha pedido al tribunal que esté "a la altura" del sufrimiento de su familia
- El juicio investiga a 51 acusados por violar bajo los efectos de somníferos a Giséle a lo largo de 10 años
El hijo mayor de Gisèle y Dominique Pelicot, David, ha declarado por primera vez en el juicio contra su padre y otros 50 acusados por haber violado bajo los efectos de somníferos a Gisèle a lo largo de 10 años. Tanto él como sus dos hermanos, Florian y Caroline, han relatado la conmoción de una década de abusos y han pedido a su progenitor que por fin "diga la verdad".
"Para mí, este es el juicio de toda una familia, que ha sido totalmente destruida", ha asegurado David, de 50 años, que vomitó cuando su madre le contó lo que había hecho su padre. El primogénito de los Pelicot se ha dirigido al presidente del tribunal, Roger Arata, para pedirle que esté "a la altura" del sufrimiento que padece junto a sus hermanos y que los acusados, empezando por su padre, "sean castigados por sus horrores".
"Te pido disculpas", le ha dicho Dominique Pelicot a su hijo David. "Jamás", le ha interrumpido varias veces este a su progenitor. El juicio investiga las violaciones que sufrió Gisèle Pelicot a manos de su entonces marido, que la drogaba con fuertes somníferos y, a su vez, la ofrecía en internet a decenas de hombres para que abusaran de ella mientras él grababa todo.
"¿Por qué hiciste esto? Decías (de nuestra madre) que era una santa, pero eras el diablo en persona", ha gritado después Florian a su padre en el tribunal penal de Vaucluse durante la undécima del macrojuicio. También han declarado los últimos acusados: Nicolas F., periodista de 43 años; Boris M., trabajador de 37 años en una empresa de transportes; Philippe L., jardinero de 62; y Joseph C., jubilado de 69 años.
La hija de los Pelicot se considera "la mujer olvidada" del juicio
Después de sus dos hermanos, ha tomado la palabra Caroline Darian, la hija de la pareja, de 45 años, que ha aprovechado su nueva declaración para insistir en su convencimiento de haber sido violada por su padre. "No es una hipótesis, lo sé", ha afirmado la mujer, quien desde el inicio del proceso judicial mantiene que su padre le tomó fotografías mientras ella estaba drogada y la violó, como hizo durante 10 años con su madre.
Caroline se ha descrito a sí misma como la "mujer olvidada" del juicio. "Gisèle fue violada químicamente, pero la única diferencia entre ella y yo es la falta de pruebas contra mí. Para mí es una tragedia absoluta", ha explicado.
El martes será la última declaración de Gisèle y Dominique Pelicot antes de la sentencia y la intención del presidente del Tribunal es empezar el miércoles con las peticiones de penas de la acusación particular, es decir, de los abogados de la víctima. El jueves, sería el turno de la Fiscalía, que se alargaría hasta viernes y la semana próxima, el de las defensas. La sentencia se espera el 20 de diciembre.
Más de 100 personas han testificado en el macrojuicio
Desde que el pasado 2 de septiembre, cuando comenzó este juicio ante el Tribunal de Aviñón (sureste de Francia), han testificado más de un centenar de personas, entre ellos los 51 acusados, con edades que van de los 26 a los 74 años, así como expertos en psiquiatría y familiares, mujeres, exparejas e hijos.
Además de Dominique Pelicot, 14 hombres más han reconocido haber cometido las violaciones, mientras que 35 lo han rechazado alegando diversos motivos, que van desde el desconocimiento de estar cometiendo dicho delito al sometimiento al exmarido de Gisèle Pelicot, al que acusan de ser el instigador. A uno de los acusados, Hassan O., de 30 años, se le juzga en su ausencia porque se dio a la fuga.
Los hechos investigados se remontan a 2011, cuando Dominique Pelicot, que ahora tiene 71 años, empezó a drogar con grandes dosis de ansiolíticos a su mujer, de la misma edad, para dejarla en estado de inconsciencia para violarla. Con el tiempo, empezó a contactar a decenas de hombres a través de Internet para que abusaran sexualmente de su mujer en su presencia en la casa familiar, situada en Mazan (sureste de Francia).
Eso ocurría siempre sin el consentimiento de Gisèle, que estaba completamente anestesiada por los efectos de los medicamentos, como el mismo Dominique Pelicot admitió nada más empezar el juicio. Los métodos eran claros y repetitivos, según relató el principal acusado, que se enfrenta a penas que pueden llegar a los 20 años de prisión.
En concreto, buscaba a los hombres en sitios en línea, les advertía de que su entonces mujer —están divorciados desde agosto— estaría "dormida", que no tenían que oler a tabaco ni tener las uñas largas, que tenían prohibido hacer ruido, que tenían que hacer caso de lo que él les dijera, para evitar ser descubiertos, y que él lo grabaría todo.
"Soy un violador, como todos los demás acusados"
"Tenía la familia ideal, lo he arruinado todo y ahora debo pagar", reconoció Dominique Pelicot de forma tajante el pasado 17 de septiembre. Sin embargo, puntualizó que no es el único culpable: "Soy un violador, como todos los demás acusados, que estaban al corriente de todo". Esos actos se alargaron prácticamente una década, hasta septiembre 2020, cuando el hombre fue descubierto grabando bajo las faldas de varias clientas de un supermercado y fue sorprendido por un guardia de seguridad.
Las mujeres lo denunciaron, la policía lo detuvo y descubrió una recopilación de centenares de vídeos, fotos y montajes de las decenas de violaciones que sufrió Gisèle Pelicot, que nunca antes había advertido nada y que pensó durante años que sus problemas ginecológicos se debían a una dolencia aún no diagnosticada y que sufría un principio de Alzheimer, debido a las frecuentes pérdidas de memoria.
Este juicio mediático ha despertado interés de todo el mundo, como lo muestran los 165 medios acreditados para seguir el caso en el Tribunal de Aviñón, donde cada jornada Gisèle Pelicot es ovacionada por el público asistente a las audiencias, con una presencia mayoritaria de mujeres.
Gisèle, además, se ha convertido en un símbolo feminista internacional, al decidir dar la cara y pedir que su caso sea público. ¿El motivo? "Que la vergüenza cambie de bando", como ella mismo dijo a la prensa al inicio del proceso.