Jorge Carrión, periodista, sobre inteligencia artificial: "El problema es el humano"
- Carrión reflexiona sobre las relaciones entre la literatura, la inteligencia artificial y el futuro
Al finalizar la clase algunos alumnos se levantan de las sillas rojizas del aula e intercambian comentarios. Otros permanecen sentados en silencio empaquetando sus bienes de trabajo. Tras dos horas de silencio y atención las voces carraspean y necesitan ser aclaradas con tenues tosidos.
Dos horas antes, la pizarra virtual nos mostraba, por primera vez, la imagen de un hombre vestido con un polo negro, gafas rectangulares y unos auriculares de cable blanco que descendían desde sus oídos hasta su torso. Tras de sí, una biblioteca extensa con títulos ininteligibles debido a la barrera que nos separa: la distancia. Pese a ella conseguimos establecer una conexión gracias a las nuevas tecnologías, en este caso, la videoconferencia. La figura que aparece en pantalla es Jorge Carrión, doctor en humanidades y escritor traducido a quince idiomas. Crítico cultural de las versiones españolas del New York Times y el Washington Post y codirector del Máster en creación literaria de la Barcelona School of Management de la Universitat Pompeu Fabra.
Unir la literatura con la computación
A principios del nuevo siglo, Jorge se adentra en un proyecto innovador. Unir la literatura con la disciplina de la computación, exprimiendo al máximo las capacidades de los sistemas informáticos y las combinaciones de algoritmos. Esta herramienta, que en su origen se da a conocer como GPT-2, promete ser capaz de generar texto por sí solo. Rápidamente, la criatura sustituye su técnico nombre inicial para adoptar el de su autor con el matiz de "Espejo", un sustantivo capaz de diferenciar al maestro de su obra. El propósito principal del proyecto es crear un sistema que pueda escribir exactamente igual que él.
Se trata de un reto difícil de conseguir, ya que el Carrión de carne y hueso, está muy ligado a la literatura desde niño. Siendo aún un adolescente empezó a ganar algunos premios municipales de cuentos y, por las mismas fechas, ya dirigía la revista de su instituto en la localidad catalana de Mataró, donde creció pese a haber nacido en Tarragona. Ahora, con 48 años, colecciona numerosos premios en honor a su amplia trayectoria profesional, entre ellos un Ondas en 2022 al mejor pódcast experimental.
Los ingenieros y artistas de Taller Estampa le facilitan al prototipo más de cien textos del escritor, para que se nutra de su estilo y los estudie en profundidad. El abanico de obras van desde las novelas a libros de ficción y no ficción. Pero, pese a las intenciones y los esfuerzos, Jorge Carrión Espejo no logra escribir como su tocayo. Por el contrario, juega con las palabras combinando la ficción con la realidad de manera surrealista.
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Y es precisamente este surrealismo el que da pie a crear la versión mejorada del GPT-2: el GPT-3. Su trabajo versiona la emblemática obra 'Los campos magnéticos' de André Breton y Philippe Soupault, compuesta mediante escritura automática hace ya más de un siglo. El asunto es muy complejo para poder abordarlo de una sola tirada, pero podemos resumirlo en que esta historia es la cuna que cobijó el crecimiento del mundialmente conocido ChatGPT y que este experimento dio paso a 'Membrana', obra publicada en 2021.
¿Le tiene miedo la gente a este nuevo ser?
Los minutos avanzan. Las paredes del aula nos protegen de un día gris que se deja entrever por las ranuras de las persianas de aluminio que hoy están echadas. La luz clara y brillante de los fluorescentes que planean sobre nuestras cabezas persiste al paso de las horas y a la llegada del atardecer. Los altavoces que forman parte del sistema tecnológico de la sala nos vigilan desde los extremos del espacio que ocupamos. El silencio impera en el aula y, solo, se rompe con el testimonio de Jorge, sumado al suave oleaje del tráfico que se mece a la distancia. Los dedos de los asistentes se pasean, veloces, por los teclados de sus ordenadores, intentando retener toda la información que se hace eco en el lugar.
Ahora, la conversación toma otro rumbo. Una pregunta aterriza con fuerza: ¿Le tiene miedo la gente a este nuevo ser? En ocasiones se habla de la inteligencia artificial mediante discursos apocalípticos, sembrando así el terror y fomentando el desconocimiento de una herramienta con la que, según apunta Carrión, no solo podemos sino que debemos convivir. El hecho de que se subrayen los errores que comete esta "máquina" en los medios de comunicación hace que la población distorsione estas nuevas capacidades y, la falta de espacios públicos para hablar de sus beneficios hace que la sociedad olvide que puede coexistir con ella. La serenata de las teclas de los ordenadores disminuye cuando alguno de los asistentes desenrosca, sin prestarle atención, el tapón de su botella para beber agua.
Aunque cuando hablamos de ella conjugamos los verbos en futuro, la IA ya está aquí. Si nos imaginamos a esta Nueva Era como un tsunami, debemos ser conscientes de que no estamos en posición de buscar un lugar seguro para salvaguardarnos de él porque, sin que nos demos cuenta, ya nos ha engullido. Nos encontramos en el estómago de esa gran ola que, quizá, algún día vomite todo lo que se ha llevado consigo. Y, quizá también, ese acto aporte nuevas perspectivas y oportunidades.
"El problema es el humano"
Hasta el momento lo que podemos hacer es, según Carrión, intentar aceptar esta nueva realidad, entenderla y aprender a gestionarla de la mejor manera posible. Porque, en resumidas cuentas, la inteligencia artificial es como un músculo capaz de ser entrenado para potenciar su expansión y fuerza.
La alerta suena cuando el mensaje sentencia lo que temíamos oír: "El problema es el humano". Esta tecnología ha cambiado infinidad de paradigmas y moldes. Ya es capaz de hacer documentales, piezas cinematográficas, escribir textos repletos de metáforas e incluso reconstruir un bombardeo que carece de testigos. De esta manera se abre una nueva ventana hacia el reporterismo y muchos otros oficios que, temerosos, se enfrentan a un futuro incierto.
Pero existe un factor que nosotros, los humanos, protegemos celosamente: los cinco sentidos. La mirada, los olores, los sabores, el tacto y los sonidos que se encargan de darle textura y personalidad a nuestras ideas, nuestras palabras. Porque la huella que deja la palabra humana es única y, su marca es capaz de perdurar como el rastro de un buen perfume que nos atrae a ir tras él.