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Ledicia Costas desvela dónde habitan los monstruos en su poemario 'Ultraluz'

  • Niña introvertida que jugaba al escondite "ajusta cuentas" con su infancia
  • La autora gallega traduce los versos de 'Ultraluz' al castellano

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Ledicia Costas y sus monstruos escondidos en los versos de 'Ultraluz'
Ledicia Costas en un parque de Vigo.

"Las paredes de los recién nacidos son sangre y gritos y cuentos de invierno. Y siempre nieva, porque en la blancura reside el drama, pero también las horas de felicidad más elástica".

Alimañas, azotamentes, faunos, víboras, kodamas y el monstruo de la Isla de los Albores son algunas de las bestias que pueblan los poemas de Ultraluz, de Ledicia Costas (Vigo, 1979). Un hermoso poemario que en su versión gallega ganó el XX Premio Afundación de Poesía-PEN Club y que ahora la autora ha traducido al castellano.

En una entrevista con RTVE.es, Ledicia Costas define Ultraluz como "un bosque que tiembla, lleno de criaturas y momentos emocionales diversos. Es un escenario lleno de sombras, pero donde también hay espacio para que entren rayitos de luz".

El libro editado por Espasa incluye nuevos versos y su portada ha sido diseñada por la ilustradora Bea Lema, ganadora del Premio Nacional de Cómic 2024. Despliega una poesía "limpia, que te llega directa", según su autora, que respeta el ideal del grupo al que pertenecía hace quince años: "versos claros, sinceros y fáciles de entender".

Con nueve años, Ledicia Costas escribió un poema sobre la guerra. No recuerda los versos, solo esto: "Mi padre se puso en casa a leerlo en alto y me dio muchísima vergüenza".

Confiesa ser "un desastre, muy despistada, muy caótica" y que perdió sus primeras obras: "Escribí un libro con 13 años, otro con 14 y otro con 15, y perdí los tres en alguna de las múltiples mudanzas que hice. A lo mejor algún día reaparecen".

"Ese altar que es la infancia,

tiene esporas estambres y estramonio en la dosis exacta

para que vomites y sobrevivas".

Miedo a la oscuridad

La autora crea un universo fantástico en el que están los bosques gallegos, criaturas misteriosas, el terror y la tierra, los pájaros ciegos y el cielo. Explica que era "una niña especial, llena de miedos. Sobre todo, tenía un miedo enorme a la oscuridad".

En la Parroquia de Lavadores, por el camino a Brea Muiñeira: "Al lado de nuestra casa, una bruja pasaba consulta y bueno, veía mujeres gritando. Mi abuela me decía que tenían espíritus dentro y ahí desarrollé el miedo irracional, como todos los pánicos, a la oscuridad. Fui una niña introvertida que encontró su refugio en los libros".

Entre sus lecturas de infancia, La historia interminable -la tristeza de la emperatriz se cuela en sus versos- y un ejemplar al que se le caían las páginas de tanto leerlo de Cuentos maravillosos del mundo entero de James Riordan, que le regaló su padrino.

El país de Ultraluz es un mundo subterráneo a tu alcance si cierras los ojos.

"Qué espectáculo contemplar

las escenas de este teatro:

están los ponis que abandonaron los carruseles,

un oso que hace malabares con pelotas de colores,

un bebé elefante".

Ajuste de cuentas con la niñez

Niña tímida, que jugaba al escondite, "ajusta cuentas" con su infancia e indica que mantiene "esa capacidad que tenemos a veces de crear un mundo de fantasía para resguardarnos de momentos difíciles". Costas nos lleva de viaje desde su metro veinte de altura a un presente de cristal y cenizas, amores rotos, sombras y páramos.

"Tiré de la infancia hasta arrancarle la piel a tiras. Solo quería desnudarla, dejarla en ropa interior, peinarle las entrañas y luego condenarla a muerte".

A la autora gallega le gustan los videojuegos -en sus textos se deslizan referencias a La leyenda de Zelda- y "moverse en los márgenes". Dice que las campañas de promoción son "casi una obligación". "Mi espacio natural es estar en mi casa escribiendo" dice, pero matiza que disfruta del contacto con el público y le parece enriquecedor conocer su opinión.

Un lugar feliz

Su película favorita es Alien, el octavo pasajero y su heroína por excelencia, la teniente Ripley. La nave Nostromo vaga por los poemas de Ledicia Costas, que considera la cinta "uno de mis lugares felices". El de una niña miedosa a la que le ha gustado siempre el cine de terror y que afirma: "El miedo es algo que me estimula muchísimo".

El miedo es algo que me estimula muchísimo.

Criada en el campo, desde los cinco años ya sabía para qué sirven los cruceiros, los animales que tienen dentro la ponzoña, que hay que hacer si te cruzas con la Santa Compaña o si te echan mal de ojo. Una castaña de Indias en el bolsillo contra la envidia y "esas sabidurías que se van transmitiendo de generación en generación y que a veces derivan en otras cosas".

Sus novelas juveniles se han traducido al italiano, búlgaro, persa o coreano y cuenta con el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. También ha publicado tres novelas para adultos: Infamia (2019), Golpes de luz (2021) y Piel de cordero (2024). Ahora compagina proyectos para niños con su cuarta novela: "Una historia de terror que parte de un hecho traumático".

Depredadores

Los poemas no tienen título en el libro, pero recitados por su autora se han convertido en canciones junto a Amaro Ferreiro y aparecen tituladas en Spotify. En Depredadores, Costas lanza un dardo a algunos críticos de su tierra: "Algunos del gremio literario los únicos libros que salvan son los suyos y los de su tribu, pero contra los otros disparan. Y ahí está el pequeño homenaje a esos depredadores gallegos, en ese poema".

En su panteón personal, escritoras como Alana S. Portero, poetas como Wislawa Szymborska o la dibujante de cómic Emil Ferris. Usa citas de las tres, antes del episodio primero (una definición aparentemente anodina, pero que remite a las grandes sagas de ciencia ficción) de Ultraluz. También deja claro cuál es su linaje:

"Recogemos la sabiduría de nuestra estirpe. Somos telépatas, prestidigitadoras, cazarrecompensas. Por eso todos estos versos. La poesía es un estigma voraz".

"La poesía es algo que sale de las tripas y que siempre asoma, aunque escriba narrativa, siempre está ahí, latiendo. Lo asumo como una especie de animal que necesita salir de una jaula y la manera de echarlo fuera es escribiendo un libro de poemas", define certera, Costas. Disfruten de Ultraluz.