Seis pinturas clásicas del Thyssen, intervenidas digitalmente para reflexionar sobre arte y salud infantil
- El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta la exposición gratuita Arte y Salud
- Han publicado también el manifiesto Cultura y salud, un llamamiento para integrar las artes en la salud pública
¿Se pueden integrar las artes en la salud pública? La Fundación Cultura en Vena tiene claro que sí y lo expone en su manifiesto Cultura y salud. El objetivo es promover un marco legislativo que regule las prácticas artísticas para la mejora y el bienestar de las personas que son atendidas en el sistema sanitario.
La presentación de este manifiesto —que ha contado con la presencia del director de Arte y Salud en la Organización Mundial de la Salud (OMS), Christopher Bailey— se enmarca en la inauguración de la exposición Arte y Salud, en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, que se puede visitar hasta el 1 de diciembre gratuitamente en la sala 30 de la pinacoteca.
La muestra está compuesta por reproducciones a tamaño real de seis obras icónicas en la historia del arte que han sido modificadas digitalmente por el fotógrafo Jorge Salgado. En cada una de estas nuevas obras replicadas se abordan diferentes problemas relacionados con la salud infantil y juvenil.
Las intervenciones artísticas de Salgado ponen el foco en la hospitalización de la infancia y la adolescencia, los riesgos de la tecnologización en el aprendizaje con el uso de dispositivos digitales, el consumo de comida procesada y azucarada y la soledad infantil, entendiendo todas estas condiciones como consecuencia de unos hábitos cotidianos y socioeconómicos precarios cada vez más frecuentes.
A continuación ofrecemos la adaptación de tres de las seis reflexiones que acompañan a cada una de las intervenciones digitales que se pueden contemplar en la III edición de Arte y Salud.
Un entorno hospitalario más hospitalario
¿Con qué palabras podríamos asociar la escena de un nacimiento ideal? Seguramente con ternura, refugio, seguridad o intimidad. Quizá por eso se suele colocar el Belén en un entorno cálido y acogedor. De hecho, Navidad significa nacimiento: el primer gran acontecimiento de la vida y también un momento crucial que puede condicionar la salud futura. Suero y una vía en las manos diminutas, mascarilla de oxígeno, electrodos en el pecho… El Niño Jesús se ha convertido en un paciente pediátrico ingresado en Neonatología.
Muchas niñas y niños crecen en camas de hospital. Se han visto obligados a cambiar los colores del colegio por paredes asépticas; el árbol del parque, por el mástil de un gotero; la careta y el disfraz, por la mascarilla y las sábanas de un centro sanitario que puede salvarles la vida. La red de cuidados arropa, protege y procura silencio. La familia y los profesionales sanitarios se preguntan: “Aquí late un corazón reciente y vulnerable. ¿Cómo podríamos hacer el entorno hospitalario un poco más hospitalario?”.
La soledad no deseada
"¿Dónde se han ido todos? ¿Fernando, Carlota, Isabel?" El infante Francisco se ha quedado solo en la cámara de palacio. Apenas tiene seis años y empieza a pensar: “A lo mejor se han marchado para siempre. ¿Podría vivir sin familia, como Pippi Calzaslargas?”.
“Bueno, a veces me he sentido solo incluso rodeado de gente. Con papá y mamá siempre tan ocupados… Sé que en algunos barrios de Madrid hay niños con padres que trabajan mucho y van con las llaves de casa colgadas al cuello”. Francisco se imagina a sí mismo doblado por el peso de las gigantescas llaves de palacio.
“Hay monstruos que viven fuera, pero otros, dentro. A veces siento que ese tan oscuro, el que se esconde en el armario, se muda a mi cabeza“
“¿Por qué habrá tantos huérfanos en los cuentos? ¿Y por qué muchos viajan a países imaginarios?”, se pregunta. Piensa en Dorothy y la tierra de Oz, en Bastián y el reino de Fantasía, en Peter Pan y el país de Nunca Jamás. “Quizá son lugares sin monstruos de ningún tipo. Porque hay monstruos que viven fuera, pero otros, dentro. A veces siento que ese tan oscuro, el que se esconde en el armario, se muda a mi cabeza”.
Por un momento, a Francisco le invade el miedo: se imagina que su nueva soledad es permanente. “De repente soy como Blancanieves: hija de reyes, perdida y sin rumbo”. Pero se calma al recordar el devenir del cuento. “A lo mejor yo podría encontrar también a mis enanitos. A lo mejor la familia también se puede elegir”.
Patologías digitales
¿En qué momento hemos pasado de la experimentación manual del mundo al sucedáneo virtual que nos ofrecen las pantallas? Francesc y Josep ya no leen. Sus manos han cambiado el tacto rugoso y vegetal de la página por un vidrio.
En la tableta, trillones de bits ordenan un universo paralelo. Si su red educativa no les previene, pueden naufragar en un océano hostil. O enfrentarse desarmados, sin criterio ni recursos, a contenidos inadecuados para su edad. Tampoco juegan ni sudan tras una pelota, ni se embadurnan con tierra en el parque: en su lugar, la consola de videojuegos les bombardea con una sobredosis de estímulos sensoriales. El déficit de naturaleza les ha marchitado el asombro.
El mundo digital nos tienta como un espejismo, un mundo alternativo e irreal que nos ahorra enfrentarnos con nuestra realidad. El catálogo de patologías asociadas es alarmante: trastornos neuropsiquiátricos, del sueño, del lenguaje, ansiedad, sobrepeso, depresión. ¿Adicción socialmente aceptada? En el cuento de hadas de la Generación Z –los nativos digitales–, el lobo acecha tras un avatar falso, la Cenicienta se hace un selfie con filtro de belleza y la madrastra, desesperada, pide likes a un espejo negro.
*Los permisos para reproducir y retocar estas obras de arte han sido cedidos por el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, la Galería de las Colecciones Reales, el Museo Nacional del Prado y el Museu Nacional d’Art de Catalunya. El proyecto, impulsado por la Fundación Cultura en Vena, cuenta con la colaboración especial de UNICEF y con el aval la Asociación Española de Pediatría.