El barro de Valencia llega a Bakú: un zapato o un peluche para trasladar el mensaje de la "destrucción climática"
- Greenpeace trae a la COP29 objetos de los últimos desastres climáticos para preguntar "quién paga" por ellos
- Un zapato o un peluche encontrados en Benetússer muestran crudamente la dureza de la DANA
En los pasillos de la cumbre del clima de Bakú (Azerbaiyán) han aparecido un zapato, un peluche de una tortuga y un cuaderno llenos de barro seco. Vienen de Benetússer, uno de los pueblos de Valencia arrasados por la DANA, y son el medio con el que Greenpeace quiere trasladar a la COP29 de "la urgencia de la destrucción que causa la crisis climática", según explica a RTVE.es su portavoz y representante en esta cumbre, Pedro Zorrilla.
La organización ecologista ha instalado una exhibición con los restos de algunos de los últimos desastres que han asolado el mundo, de la borrasca Boris en el centro y este de Europa a Brasil, Filipinas, Camerún o Sudáfrica, para recordar a los representantes de la industria de los combustibles fósiles (unos 1.700 en la COP) su responsabilidad en las catástrofes climáticas.
"Esta exhibición es sobre quién está soportando el coste de la crisis climática. Es la gente corriente de las partes más vulnerables del mundo, pero también cada vez más en países como España", señala por su parte Yeb Saño, de Greenpeace en el sudeste asiático.
Él conoce muy de cerca estos impactos. Viene de una ciudad de Filipinas devastada por el tifón Hayan, uno de los más catastróficos registrados en el país, que dejó en 2013 más de 6.000 muertos y millones de afectados, entre ellos su familia. Ahora, más de diez años después, el país ha sufrido el insólito paso de seis tifones seguidos en apenas un mes, algo nunca visto.
Muñecas, vinilos o un balón de fútbol: el rastro de la destrucción
Además de los restos de la DANA, la exposición incluye muñecas, cartas, una cafetera y un balón de fútbol procedentes de Austria y el norte de Italia, afectadas por la borrasca Boris. También hay un vinilo hallado tras las recientes inundaciones de Brasil.
"Una de las cosas que me llama la atención es que en solo un mes hemos podido reunir cosas de diez países distintos, de desastres que han impactado de forma terrible en todos esos sitios", señala Zorrilla.
Los objetos dibujan una realidad cotidiana alterada dramáticamente por la llegada de tifones o inundaciones, y ponen rostro al sufrimiento que causa el cambio climático, aterrizando los conceptos abstractos que se tratan en estas cumbres, según Saño.
¿Quién paga la factura de estos desastres?
El coste de cada uno de estos se calcula, como mínimo, en miles de millones de euros. En Valencia, por ejemplo, la factura rondará los 22.000 millones, según la Cámara de Comercio, el equivalente al PIB de comunidades como Extremadura o Navarra. El Gobierno ya ha anunciado ayudas por valor de 14.000 millones de dólares, una cifra que, para los representantes de Greenpeace en Filipinas es "impactante".
Su Gobierno, cuentan, es incapaz de asumir un coste así. Zorrilla recuerda que el total de los fondos comprometidos para las pérdidas y daños, es decir, el pago en compensación por la destrucción causada por el cambio climático, es de tan solo 700 millones de dólares para todo el mundo.
El ejemplo de la DANA, señala el portavoz de Greenpeace España, es el "más trágico" de una dinámica mucho más amplia. "La industria fósil se está beneficiando, los accionistas cada año se embolsan miles de millones de euros y salen de rositas. Al final los que estamos pagando las consecuencias somos las personas normales, como las miles de familias en Valencia que se han quedado sin nada", lamenta.
Por ello, cree que es "de justicia" que las empresas petroleras contribuyan, mediante impuestos, a pagar "una mínima parte" de esta destrucción. Y critica las "amenazas" de empresas como Repsol al Gobierno cuando este ha planteado mantener el impuesto a las energéticas.