"Es la economía, estúpido": seis claves de la COP29, una cumbre del clima embarrada y "caótica"
- La cumbre de Bakú llegaba en un tenso panorama internacional, con la sombra de la vuelta de Trump muy presente
- Tras unas horas de tensión en los que la COP se asomaba al abismo, se alcanzó de madrugada un acuerdo en finanzas
A medida que la cumbre del clima se adentraba en la tarde del sábado, más de 24 horas después de su cierre oficial, crecía la inquietud en los pasillos del estadio olímpico de Bakú, sede del encuentro. Sin visos de un acuerdo y con varios países saliendo de la sala de negociación en protesta por unos compromisos en financiación insuficientes, el fantasma del gran fracaso de la cumbre de Copenhague de 2009 empezaba a estar cada vez más presente.
"Necesitamos un acuerdo, Bakú no se puede convertir en un Copenhague", se atrevía a decir el negociador de Panamá, Juan Carlos Monterrey, rompiendo la superstición por la que mencionar la infausta COP de Dinamarca trae mala suerte. Pero sin embargo, tras una negociación a contrarreloj y con un texto que se conocía más allá de las 02:00 de la madrugada, en Azerbaiyán se llegaba finalmente a un acuerdo sobre el dinero que necesitarán los países vulnerables para hacer frente al cambio climático.
Repasamos seis claves de una cumbre del clima "caótica", como la definía Monterrey.
El acuerdo: más dinero para enfrentarse a los estragos climáticos
Finalmente se lograba establecer una meta de financiación climática para la próxima década, principal mandato de esta cumbre. Según este objetivo, los países en desarrollo recibirán 1,3 billones de dólares al año para 2035 para adaptarse a los estragos climáticos y reducir sus emisiones, de los cuales 300.000 millones provendrán de las naciones más ricas.
Esta última cifra ha sido el principal punto de fricción en las dos semanas de cumbre, aunque también ha habido un acalorado debate sobre cómo se pagarán esos fondos. Los países que los recibirán pedían que el grueso proviniera de fondos públicos, que dan más seguridad y no generan deuda, aunque el acuerdo final incluye también en este núcleo fuentes privadas y de otro tipo.
Indignación en el sur
La cifra y la estructura del fondo se acerca más a lo que pedía Europa -principal donante del fondo-, que ha celebrado el acuerdo como "el inicio de una nueva era de la financiación climática". Sin embargo, los países del sur no podían ocultar su irritación con el norte por una cantidad que calificaron de "broma", "insulto", "ilusión óptica" y "abismalmente pobre". En las últimas horas habían planteado un núcleo de financiación pública de 500.000 millones al año, según pudo saber RTVE.es, aunque sin éxito.
No solo se trata de la cantidad, sino de cómo se han conducido las negociaciones, dejando de lado en muchos momentos a los representantes de los países en desarrollo, quienes denuncian por ello también "falta de transparencia" y de inclusividad. El hecho de que los muchos países africanos e isleños se levantaran de la mesa de negociación mostró hasta qué punto había escalado la tensión.
La "peor Presidencia de la historia"
La indignación iba en gran parte contra los países del norte, pero también en buena medida contra la Presidencia de la cumbre, que este año caía en manos del país anfitrión, Azerbaiyán. "Esta ha sido la COP peor liderada de la historia" y la Presidencia azerí será recordada como "una vergüenza global" al plegarse a los intereses de los países ricos, denunciaba el keniata Mohamed Adow, del think tank Power Shift Africa y veterano participante de estos encuentros.
También Brasil, anfitrión de la cumbre del año que viene, elevó el tono por la "falta de liderazgo". Varias fuentes de la negociación consultadas denunciaban que no habían tenido una cifra sobre la mesa hasta el viernes, día oficial del cierre de la cumbre, lo que retrasó todo e impidió tener tiempo para negociar. El acuerdo final y la escenificación de unidad fueron "un montaje", según India, que denunció no haber podido mostrar sus objeciones.
Ya antes de la cumbre, expertos consultados por este medio dudaban de la fuerza diplomática de esta Presidencia. Esta que recae además en un petroestado que depende en gran medida -un 50% del PIB- del petróleo y el gas, un "regalo de Dios" para el presidente del país, Ilham Aliyev, en unas declaraciones que sacudieron la cumbre los primeros días.
Una cumbre en un mundo en llamas
La cumbre llegaba en un momento geopolítico de máxima tensión. El republicano Donald Trump, que ya se había salido del Acuerdo de París en su anterior mandato, volvía a ser elegido presidente de Estados Unidos. La guerra en Oriente Próximo se recrudecía y la de Ucrania entraba en una nueva y peligrosa fase con la entrada en juego de los mísiles de largo alcance.
Sin embargo, Bakú ha demostrado de nuevo que las cumbres del clima son una burbuja relativamente ajena a las crisis internacionales en la que prácticamente todos los países del mundo -200 participantes- son capaces de llegar a acuerdos -mejores o peores-. Muchos, como hizo Brasil indirectamente o Colombia directamente, habían expresado la necesidad de alcanzar algún tipo de resultado dado que en la siguiente COP, en 2025, Trump ya estará en el poder y la incertidumbre sobre el papel de Estados Unidos es total.
Prueba de fuego del multilateralismo
Esta cumbre también era una prueba de fuego del poder del multilateralismo en estos tiempos convulsos. Lo era no solo por el contexto por lo sensible de la materia en cuestión, las finanzas, que ponen de relieve las tensiones entre el norte y el sur por la responsabilidad histórica del primer grupo en las emisiones, y cuyas consecuencias climáticas sufren los del segundo grupo.
"La COP29 ha tenido lugar en difíciles circunstancias pero el multilateralismo está vivo y es más necesario que nunca", ha defendido la francesa Laurence Tubiana, arquitecta del Acuerdo de París. También España ha valorado el poder de este foro "en un contexto geopolítico tan complicado". De lado de los países vulnerables, sin embargo, la interpretación es más sombría. "La cooperación internacional se extingue, pasamos del no dejar atrás a nadie al 'sálvese quien pueda'", denunciaba el delegado de Bolivia, Diego Pacheco, en el plenario final. Para Adow, los países pobres fueron "tomados como rehenes" en Bakú y forzados a "aceptar un mal acuerdo en nombre del multilateralismo".
También se han apreciado el surgimiento o fortalecimiento de nuevas alianzas, con un Estados Unidos prácticamente desaparecido. La Unión Europea y China han traído "estabilidad" en Bakú, según el analista Li Shuo, del think tank China Climate Hub.
Sin acuerdo sobre combustibles fósiles
El otro punto principal de la agenda era si se refrendaba el acuerdo del año pasado en Dubái, en el que por primera vez una cumbre del clima acordaba dejar atrás los combustibles fósiles. Se trataba de una de las líneas rojas de la UE, que en la COP de Emiratos Árabes Unidos luchó hasta el final por un lenguaje ambicioso al respecto.
Sin embargo, no ha habido consenso sobre este punto y se ha dejado para tratarlo el año que viene. La negociadora española, Valvanera Ulargui, ha apuntado directamente a los países petroleros como aquellos que han puesto "muchas barreras" para que no saliera adelante.
El momento de la verdad para determinar si los países mantienen su compromiso de Dubái será la presentación de sus planes climáticos nacionales, que tiene como fecha de límite febrero del año que viene. Los países menos desarrollados pedían precisamente financiación para poder reducir su uso de petróleo, gas y carbón y así presentar unos objetivos más ambiciosos, por lo que está por ver si realmente esta COP influye en estos planes para la próxima década, un periodo crucial para frenar el cambio climático.