La Desbandá o el éxodo de la carretera entre Málaga y Almería: muchas historias dentro de la Historia
- La Desbandá, memoria de una huida, pone el foco en la masacre perpetrada en 1937 en la carretera entre Málaga y Almería
- Asociaciones memorialistas y familias mantienen vivo el recuerdo de los días de la Desbandá de 1937
Armonía Lamas tenía algo más de tres años cuando se perdió entre la gente, y no volvió a ver a su madre ni a sus hermanos hasta tres años después. Miles de personas huían desde Málaga por la carretera que, entre el mar y la montaña, unía esa ciudad con Almería.
Pero ella no recuerda nada. Todo lo que ocurrió aquellos días de febrero de 1937 se lo contó su madre y otros mayores que ya no están pero que, de alguna u otra manera, formaron parte de aquel éxodo, de aquella huida. Sus “recuerdos”, como los de muchos otros que eran aún muy niños, se han transmitido a su memoria como vividos, desde la memoria de otros. Y de esa Memoria, con mayúscula, habla el Informe Semanal titulado La Desbandá, memoria de una huida —ya disponible en RTVE Play—.
Hoy podemos decir que lo que ocurrió en la carretera de Málaga a Almería entre el 7 y el 10 de febrero de 1937 fue entonces la mayor matanza indiscriminada de civiles en tiempos de guerra. Meses después, en marzo, también se atacó Durango, durante la Ofensiva del Norte; y en abril Gernika, un episodio más conocido, y donde también murieron cientos de personas.
El 85% de sus edificios fueron arrasados en esa nueva dimensión de la guerra; sembrar el terror entre la población se había convertido ya en objetivo desde el inicio de la contienda, en bombardeos aéreos donde la aviación alemana e italiana llenaron de destrucción y muerte muchas ciudades.
Ataques aéreos indiscriminados
Ataques aéreos indiscriminados contra una ciudad indefensa y su población. La guerra española marcó un antes y un después; las guerras ya no se libraban solo en los campos de batalla… Algo que hoy es habitual en algunos lugares, que no hace falta nombrar.
La carretera que unía Málaga y Almería, el mar a un lado y las montañas al otro, fue escenario en febrero de 1937 de ataques desde el mar, donde se apostaban los buques Canarias, Cervantes y Almirante Cervera, y bombardeos desde el aire de la aviación sublevada, italianos y la Legión Cóndor alemana. En uno de esos bombardeos, en los que la gente corría sin saber dónde esconderse, Armonía se perdió de su madre, embarazada de cinco meses.
Ahora María Lamas, como la empezaron a llamar en aquellos años en los que Armonía sonaba a anarquismo libertario, tiene 91 años. Y aunque vivió como María o Maruja durante la mayor parte de su vida, prefiere el nombre de Armonía, el que le puso su padre, anarquista y espíritu libre, que quiso nombrar a sus otros hijos como Liberto, Helio o Libertad.
El día del lobo
Pero volvamos a aquel 7 de febrero de 1937: “Había una vez una ciudad quemada y un invierno frío. Saliendo de esa ciudad había una carretera serpenteante con largas cañas de azúcar a los lados. Y las cañas formaban un pasillo por el que andaban niños extraviados, personas asustadas y heridos…”
Así comienza El día del lobo, la última novela del escritor malagueño Antonio Soler. Es un relato novelado de su familia y de los recuerdos guardados en el silencio sobre aquellos días de la guerra y sobre aquel éxodo terrible del que muy pocos después se atrevían a hablar. Porque en la historia de la Desbandá, el silencio formó parte durante años de la vida cotidiana.
En su caso, la curiosidad de un niño preguntando a su abuela forjó en el recuerdo del hoy escritor unos días imborrables de la vida de su familia, unos días que condicionaron todo lo que fueron después. Antonio Soler creció con aquella historia, mucho más apasionante para él que cualquier cuento infantil, y donde los lobos también eran canallas protagonistas.
Pero el caso de Armonía y el de Antonio Soler no son algo anecdótico dentro de esta historia. Existen muchas niñas y niños que se perdieron en aquellos días, y muchos nietos y nietas que hoy rescatan los relatos que oyeron por lo bajo y casi a escondidas.
El crimen de la carretera de Málaga a Almería
No fue hasta finales de los años 90 del pasado siglo que empezó a hablarse ya alto y claro de lo que había pasado entre Málaga y Almería esos días de 1937. Y se hizo primero a través de unas fotos y un pequeño libro que, de manera casual, el profesor de Literatura Jesús Majada encontró mientras estudiaba la visión que los viajeros extranjeros tenían de España.
Ese pequeño libro, casi un folleto, se titulaba El crimen de la carretera de Málaga a Almería y en él aparecían, además, imágenes de aquel éxodo. Estaba firmado por un médico canadiense, Norman Bethune, hasta entonces apenas conocido en nuestro país, pero que durante la guerra, jugó un papel importante en el frente republicano, en donde estuvo ayudando con un servicio móvil de transfusión de sangre.
Con ese mismo vehículo, al enterarse de la huida de Málaga, decidió ir hacia allí desde Almería; y cerca de Motril, se encontró con aquellas imágenes del horror de la guerra, que uno de sus ayudantes, Hazen Sise, recogió con su cámara.
En 2004, una exposición organizada por Jesús Majada con la ayuda del Centro Andaluz de Fotografía, sirvió para la difusión de la figura de Bethune, de aquellas fotografías, y de otras que se encontraron en archivos de Canadá. Y, a la vez que se empezaba a hablar de aquel episodio a través del testimonio del médico canadiense, empezaron a oírse otros testimonios. Algunos que lo vivieron empezaron a contarlo en público; hijos y nietos empezaron a reivindicar el papel de aquel episodio en la historia de los suyos...
Pocos testigos vivos
Y desde esos años, la Desbandá, o la Huía, empezó también a sonar en otros lugares del territorio, fuera de Andalucía. Todos los años, en esos días de febrero, los pocos testigos y las familias de quienes lo vivieron recuerdan en puntos de la carretera con marchas, concentraciones y exposiciones, lo que nunca se debió silenciar.
La carretera, en la que muchos murieron --se habla de al menos unas 3.000 personas--. El gran éxodo, del que muchos no volvieron. Hubo niños huérfanos que ni tan siquiera supieron que formaron parte de aquello y acabaron en hogares de Levante o Cataluña, o embarcados hacia otros países como Francia o la antigua Unión Soviética.
Algunos adultos que cruzaron la frontera, terminaron en campos de concentración franceses o en el norte de África. Y entre los que volvieron, muchos sufrieron la represión o la muerte.
Armonía tuvo suerte. Los guardeses de la fábrica azucarera del Marqués de Larios en Torre del Mar, la acogieron cuando un hombre rodeado de chiquillos pasó por allí pidiendo refugio. Y allí se quedó, desde febrero de 1937, con su “hermano de guerra”, el hijo del matrimonio, como si fuera una hija más, hasta que su madre, tres años después, consiguió saber dónde estaba y fue a recogerla.
La Desbandá es uno de los episodios desconocidos de la guerra en España. Su consideración oficial como Lugar de Memoria Democrática, rinde homenaje a todos los olvidados y olvidadas de aquellos días.