Gerardo Herrero y los espías: del que Harvey Keitel le consiguió a través de Bill Clinton a la intriga del ISIS de 'Raqa'
- El cineasta estrena en cines una intriga geopolítica sobre el Estado Islámico
- Álvaro Morte, que aprendió árabe para el papel, y Mina El Hammani protagonizan la película
Como si parafraseara la voz en off del comienzo de Uno de los nuestros, Gerardo Herrero confiesa que “toda su vida siempre ha deseado hacer una película de espías”. Lo ha conseguido con Raqa, la cinta que ha estrenado en cines y que aborda el laberinto geopolítico que envolvía el horror del Estado Islámico en la década pasada a través de dos particulares agentes secretos que interpretan Álvaro Morte y Mina El Hammani.
Raqa, basada en el libro del periodista y escritor Tomás Bárbulo, obliga al espectador a recordar el auge del ISIS en Siria, a través de una enfermera ceutí reclutada por la Interpol y un espía mercenario que trabaja para Rusia. Los dos trabajan por separado para dar caza a El jordano, uno de los cabecillas del Estado Islámico. Pero sus caminos se entrelazan en una trama muy ligada al violento sometimiento de las mujeres a cargo de los fundamentalistas.
Malika (Mina El Hammani) y El Saharaui (Álvaro Morte) son dos personajes extraordinarios que vienen de lugares distintos. Él es un espía profesional y ella una enfermera que busca venganza”, define Herrero sobre sus protagonistas. Herrero buscó incluso rodar la película en Siria, pero la realidad le obligó a rodar finalmente en Casablanca, Marrakech y el sur de Navarra.
Mina El Hammani comparte con su personaje su nacionalidad española y su dominio del árabe por su origen. “Lo que me interesó fue que además de la venganza busca la justicia. Independientemente de tu origen o religión es una historia que te toca: alguien que pierde todo y llega la Interpol para que se adentré en ese mundo. No tiene nada que perder, pero empieza a encontrar mujeres que hacen que le florezcan emociones enterradas. Es una espía, pero tiene una línea de humanidad en ese contexto de acción”. El Hammani tuvo que adaptar su árabe marroquí al de oriente medio, pero la palma se la lleva Morte, que aprendió de la nada las frases en árabe de su personaje.
El espía que consiguió a través de Bill Clinton
Gerardo Herrero conoce cierta naturaleza del espía gracias a una rocambolesca anécdota. En 2002, cuando rodaba en Toronto El misterio Galíndez, contaba con Harvey Keitel en su reparto interpretando a un espía. Como buen actor del método, el actor estadounidense le pidió acceder a un agente secreto para preparar su personaje
“Yo evidentemente no le podía conseguir ninguno y él me dijo que no me preocupase. Cogió el teléfono, llamó a Bill Clinton, le dijo que necesitaba un espía y Clinton nos mandó uno”, recuerda. “Era rubio, elegante y simpático. Su trabajo era asesorar a Keitel y estaba pegado a él. Keitel le miraba para ver hasta con qué mano cogía el bolígrafo”.
Y ocurrió algo más: “La distancia entre los decorados y el hotel era de media hora y el espía volvía conmigo andando cada día. Me empezaba a contar todo lo que hacía y decía Keitel en su roulotte. Hasta que le dije: ¿por qué me cuentas todo esto? ‘Porque me pagas’, me respondió: tenía tanto espíritu de espía que acabó trabajando para mí.
“Además, tenía una teoría de por qué ocurrió en 11-S: decía que Bianca Jagger, ex de Mick Jagger y nicaragüense de nacimiento, había conseguido que el Congreso aprobase una ley que impedía a la CIA contactar con agentes con delitos de sangre. Como casi todos tenían, él y muchos fueron despedidos y la CIA se quedó sin buena información”, recuerda Herrero.
Volvemos a Raqa, ambientada en 2015 y su nexo con la geopolítica actual. “El terrorismo está siempre en vigor, aunque no sea ahora tan potente como cuando el ISIS estaba en su esplendor y actuaban más en Europa y querían el califato que incluía a España. Tienen menos virulencia porque no tienen tanta infraestructura, pero existe terrorismo en todo el mundo árabe y además los talibanes gobiernan un país”, expone. “Los espías siempre están presentes, aunque no se vean: si no, serían muy malos espías.