La tarea de recuperar las casas afectadas por la DANA y protegerlas de futuras riadas: "El pueblo solo no puede"
- Las inundaciones afectaron a más de 75.000 viviendas en la provincia de Valencia
- Los arquitectos piden a los vecinos que recurran a sus ayuntamientos o al 112 si temen daños estructurales
Los vecinos miran con preocupación el edificio. Acaban de ser desalojados de sus casas por el riesgo de derrumbe solo unos días después del paso de la DANA por Paiporta. "Tienen que entrar a comprobar, igual solo hay que apuntalar y podrán volver", tranquiliza un guardia civil a un hombre nervioso.
Es una de las situaciones que presenciamos en la primera semana de la inundación en Valencia, que ahora sabemos que afectó a más de 75.000 viviendas en la provincia. En algunos casos, la riada destruyó muebles, paredes y puertas, pero en otros los daños llegan a la estructura del edificio. El ayuntamiento de Chiva ya plantea algunas demoliciones.
"Desalojar, pedir a la gente que deje todo y se vaya de su casa es la solución más dramática y es muy difícilmente reparable. Afortunadamente, ha habido casos que, tras una inspección más profunda, se ha podido devolver a la gente a sus viviendas", afirma el decano del Colegio Oficial de Arquitectos de la Comunidad Valenciana (COACV), Salvador Lara, en una conversación con RTVE.es.
La tarea de revisar y asegurar todas las construcciones en las zonas afectadas por la DANA es inmensa, pero los ayuntamientos ya trabajan con los técnicos del Instituto Valenciano de la Edificación (IVE), bomberos y Protección Civil para llevarla a cabo. La Administración tiene que plantear soluciones temporales, pero también a largo plazo para una población que, como recuerda el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), registra unos niveles de renta por hogar entre cinco y 10 puntos por debajo de la media de la provincia en los 13 municipios más gravemente afectados.
¿Qué tipo de daños pueden presentar las viviendas?
Lara distingue dos tipos de daños como consecuencia de las inundaciones. Por un lado, los provocados por el "choque" y empuje del agua sobre las estructuras, que se dieron sobre todo en las zonas montañosas como Utiel, Requena o Chiva, al avanzar la corriente por los barrancos. "Es un golpe brusco, instantáneo. La lesión se produce casi de manera simultánea", explica.
Por otro lado, señala los daños provocados por el agua que se acumula en las zonas llanas. "El problema está en cuando las estructuras se empiezan a secar. El agua produce un proceso de dilatación y luego de contracción. ¿Qué puede pasar? Que empiecen a agrietarse las construcciones de una manera que no es previsible, porque va en función de la propia manera de construir. Eso habrá que seguir controlándolo y nos va a llevar un poco más tiempo. Por ejemplo, las casas de piedra no absorben tanto como las de muro de mampostería o de tapial. Las casas de tapial están hechas con relativamente poco cemento y pueden presentar más problemas con el tiempo", desarrolla sobre los efectos de la humedad.
¿Cómo se evalúan los daños a las viviendas?
Ante esto, los arquitectos piden a los afectados que recurran a sus ayuntamientos o al 112 si temen daños en sus viviendas, porque la inspección debe realizarse siempre por profesionales. Mientras tanto, sugieren que pueden colocarse testigos de yeso o de cinta de carrocero en las grietas: si se rompen, significa que están aumentando.
El Instituto Valenciano de la Edificación es la entidad pública, dependiente de la conselleria de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda, que se encarga de coordinar las inspecciones. Es el enlace entre los ayuntamientos —que trasladan las necesidades de sus vecinos— y los 600 arquitectos y aparejadores voluntarios, que actúan de técnicos: acuden a las viviendas y cumplimentan las fichas para ordenar las reparaciones y otras medidas. Junto a los arquitectos y aparejadores municipales, son "los héroes" en esta fase de la respuesta a la DANA, en palabras del decano Salvador Lara.
De los alojamientos temporales a la necesidad de viviendas permanentes
La destrucción que siguió a la DANA en la provincia de Valencia y algunos municipios de Castilla-La Mancha se reflejaba en un relato sencillo pero habitual estos días: el de familias enteras —seis, ocho, diez personas— conviviendo bajo un mismo techo porque la riada dejó inútiles las viviendas de algunas de ellas. Otras personas, sin ese apoyo cercano, han recurrido a los alojamientos dispuestos por los ayuntamientos, Generalitat y Gobierno central. Al margen de los recursos temporales en polideportivos y demás, el último dato publicado por las administraciones supone unas 300 viviendas públicas, entre las aportadas por la conselleria de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda, y las cedidas por la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración bancaria (Sareb), tras un acuerdo entre Consell y Gobierno central.
"Seguidamente o en paralelo se debe estar pensando ya en una vivienda permanente. Si no se puede reparar, [buscar] una relocalización fuera de la zona de riesgo", apuntó la arquitecta y doctora en Urbanismo y Ordenación del Territorio, Carmen Mendoza, en una entrevista en 24 horas de RNE, en la que pidió que todos estos pasos se hagan en colaboración con las mismas comunidades afectadas. "Involucrar a las poblaciones locales es sumamente importante en este proceso de reconstrucción para asegurar que las viviendas satisfagan sus necesidades y mejoren la resiliencia comunitaria, que es la manera de seguir adelante".
Mendoza advierte del caso de algunos afectados por el volcán de La Palma, que continúan viviendo en casas prefabricadas, "contenedores", tres años después de la erupción.
Proteger la zona de futuras riadas
Y aunque todavía estamos en la fase de reparar los daños e, incluso, de evaluarlos, los expertos piden una mirada a largo plazo y un "enfoque integral", que incorpore también la prevención y la mitigación, según la doctora en Urbanismo. En la ecuación, además de evitar la construcción en zonas inundables, urge a añadir los efectos del cambio climático: "Estos desastres ya existían, pero se están exacerbando".
Por ello, el decano del colegio de arquitectos de la Comunidad Valenciana tiene clara la que sería su solución urbanística para un conjunto de poblaciones que equivalen a una ciudad mediana. "El área metropolitana de Valencia tiene que poder evacuar las aguas al mar de una manera rápida. Es la única manera de luchar contra esto, porque una presa se supera y se rompe, también un barranco se supera", afirma.
Lara lo compara con el Plan Sur, que creó un nuevo cauce para el río Turia tras la riada de 1957 y que el gobierno franquista sufragó a través de impuestos locales y un sello que solo debían utilizar los valencianos. Ahora, proteger de igual modo a los vecinos del área metropolitana requerirá más inversión estatal, por lo que advierte: "No podemos dejarlo en ese incómodo y peligroso lema de que solo el pueblo salva al pueblo. El pueblo solo no puede. Ahora se demostrará la talla de los gobernantes".