Juan Lobato, el socialista moderado que sale abruptamente tras perder la confianza de Ferraz
- Uno de sus primeros hitos políticos fue convertirse en el primer alcalde socialista de Soto del Real
- Su reacción ante el correo de la pareja de Ayuso generó malestar en el partido
Juan Lobato ha dado un paso al lado y ha presentado su dimisión como secretario general del PSOE-M. Pese a que hasta ahora rechazaba tomar esta decisión, finalmente ha cedido ante el duro pulso mantenido con la dirección nacional del partido.
Familiar, moderado y crítico con sus adversarios, pero también con sus propios compañeros, el ya exlíder de los socialistas madrileños ha puesto fin a una trayectoria política que empezó hace más de una década, pero que se convirtió en una carrera de fondo en 2021 a los mandos del PSOE-M.
"Termino esta etapa política esperando haber estado a la altura de lo que mis padres, profesores y muchos referentes del partido me enseñaron", ha manifestado Lobato en una carta de despedida que ha difundido este miércoles para hacer pública su dimisión.
De primer alcalde socialista de Soto del Real a la Asamblea
Lobato (1984, Madrid) llevaba desde 1999 activo en la política. Pudo vislumbrar desde primera fila cómo era, a nivel municipal, de la mano de su padre, de quien recibió su nombre y que fue concejal socialista del Madrid de Enrique Tierno Galván. Esto, combinado con su propia "convicción personal", supuso para él una inspiración para implicarse y desarrollar su vocación pública, según ha manifestado en varias ocasiones el propio Lobato.
Sus primeros pasos los dio en Soto del Real. Con solo 15 años, se lanzó a fundar las Juventudes Socialistas y, ya siendo mayor de edad, se adentró en la política municipal como concejal.
Mientras tanto, compaginó pequeños trabajos como camarero o albañil y estudió Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Autónomas. Posteriormente, sacó una plaza como técnico de Hacienda del Estado, ocupación que ejerció en Barcelona.
Pero su primer éxito político llegó en 2015, cuando se convirtió en el primer alcalde socialista de su municipio. Una victoria que, en los siguientes comicios, cimentó con una mayoría absoluta con el 60% de los votos.
Su trayectoria, sin embargo, no quedaría ahí, y pronto pondría la mira en el partido a nivel autonómico. Primero compaginó la Alcaldía con un puesto como diputado y portavoz adjunto del grupo socialista en la Asamblea de Madrid. Después, en 2017, dio un paso adelante y se presentó por primera vez a las primarias del PSOE-M. Pero nada pudo hacer contra José Manuel Franco, que salió elegido y ostentó el cargo durante cuatro años.
El desafío de reflotar a un PSOE-M en horas bajas
Su siguiente oportunidad llegó en 2021, esta vez con mejores frutos. El adelanto de las elecciones autonómicas madrileñas, con Ángel Gabilondo como candidato, desembocó en un descalabro electoral. Los socialistas obtuvieron su peor resultado histórico en Madrid y cedieron el liderazgo de la izquierda a Más Madrid, que le superó en votos, aunque no en escaños.
Ante esta debacle, tanto de Gabilondo como Franco optaron por no continuar a los mandos del PSOE-M y cedieron el testigo a Lobato, que logró obtener el respaldo de los militantes y de Ferraz en las primarias. Su candidatura —la favorita frente a la del alcalde de Fuenlabrada, Javier Ayala— contó con el apoyo de figuras como la entonces delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González, o de alcaldes de la región como los de Móstoles, Parla o Alcalá de Henares.
A partir de ahí, afrontó el reto de reflotar a un PSOE-M en horas bajas y marcado por la fragmentación interna.
En Vallecas, frente un Más Madrid más incisivo con la presidenta Isabel Díaz Ayuso, Lobato apostó por un discurso más moderado y dialogante, que él mismo ha querido destacar en su carta de despedida de este miércoles. En ella, ha reafirmado su apuesta por la "política con mayúsculas" y con pluralidad de opiniones que "puedan sumar y aportar ideas".
Este perfil político, que buscaba captar el voto del ya desaparecido Ciudadanos, no fue suficiente en su papel de partido de la oposición. Sus intervenciones en la Cámara de Vallecas, con plenos tensos y polémicos, no lograron recabar la atención necesaria, pasando en ocasiones desaparecidos entre los duelos parlamentarios del resto de partidos.
Sí fue más agresivo en la Asamblea, cuando en 2022 saltó el caso Mascarillas por el cobro de comisiones en la compra de material sanitario. Entonces, Lobato reprochó a Ayuso su vinculación al caso a través de su hermano, mientras que la presidenta señaló la relación que el padre de este guardaba también al ser el abogado que supuestamente autorizó la adquisición.
Pese a todo, su talante le valió las críticas de algunos sectores del partido, entre ellos el regidor de Fuenlabrada y su antiguo rival en las primarias. Ayala le acusó de no mantener un "mensaje claramente de izquierdas" y de no pronunciarse ante temas sensibles como el centro de menores que se anunció para el municipio madrileño por estar centrado en temas de política nacional.
"Me encanta que haya ese debate, pero con propuestas concretas", respondió Lobato, que defendió llevar a cabo "políticas de izquierda".
El choque con Ferraz pone fin a su ascenso político
Más allá de la Asamblea de Madrid, Lobato trató de marcar distancias con Ferraz, expresando sus discrepancias ante controvertidas medidas como la ley amnistía o la financiación de Cataluña. Si bien nunca fue tan tajante como otros barones socialistas, como el manchego Emiliano García-Page o el aragonés Javier Lambán, esto llevó a hacer patente la delicada relación que mantenía con la dirección nacional.
Pero el desencadenante de su marcha este 27 de noviembre fue la causa abierta contra el fiscal general del Estado. Lobato saltó a la palestra el pasado lunes cuando ABC publicó que el dirigente madrileño había intercambiado mensajes con un cargo de la Moncloa, Pilar Sánchez Acera, jefa de Gabinete del ahora ministro para la Transformación Digital, Óscar López.
En esos mensajes, que el líder del PSOE-M había registrado en notaría, hablaban del email en el que el novio de Ayuso, Alberto González Amador, reconocía presuntos delitos fiscales y se nombraba un pacto de conformidad. La publicación de estos datos en varios medios desembocó meses más tardes en la imputación del fiscal general del Estado por presunta filtración de datos y en la citación como testigo de Lobato.
Este episodio abrió ya una brecha insalvable entre Lobato y el partido, que manifestó su malestar. "El PSOE de Madrid está en llamas", aseguran fuentes socialistas a TVE. Todo ello a las puertas del Congreso Federal que se celebrará en Sevilla este fin de semana.
A partir de ahí, las acusaciones y los reproches entre ambos bandos han sido una constante en los últimos días: Lobato, que descartaba renunciar al cargo, hablaba de un "linchamiento" que desde el partido se negaba, aunque apuntaban a una posible traición al afearle "que un compañero vaya al notario a enseñar conversaciones con otro compañero".
Lobato ha acabado cediendo en el pulso y ha presentado finalmente su dimisión para poner freno al "enfrentamiento y división grave" que se estaba generando en el partido. "No creo en la destrucción del adversario, en la aniquilación del que discrepa y del que piensa diferente", ha lanzado en una crítica velada al partido.