Sandra Romero: "'Por donde pasa el silencio' es una película de ficción atravesada por la vida"
- Es la ópera prima de la directora y está basada en el corto homónimo con el que ganó el Festival de Málaga
- La historia de tres hermanos, en la realidad y la ficción, que llega a los cines este 29 de noviembre
En 2020 Sandra Romero consiguió la Biznaga de Plata a la mejor dirección de Cortometrajes del Festival de Cine de Málaga con Por donde pasa el silencio. Y este 29 de noviembre llegará a los cines la película del mismo título que está protagonizada por tres hermanos: Antonio, Javier y María Araque y la nominada al Goya Mona Martínez. Una cinta que es una de las grandes óperas primas de este año y que cuenta con la participación de RTVE.
La película cuenta como Antonio vuelve a Écija, desde Madrid, donde reside, para celebrar la Semana Santa. Allí se reencontrará con sus hermanos, María y Javier, que está enfermo y necesita su ayuda. Lo que no sabe es si volverá para quedarse o podrá seguir con la vida que había elegido.
Pero… ¿Qué tiene que ver la historia con la del premiado cortometraje? “Empecé a escribirla en 2020, después del corto -nos explica Sandra-. Pero, aunque tengan el mismo protagonista, las historias son completamente diferentes. En el corto hablaba de un encuentro de Antonio con su exnovio y aquí, a raíz de conocer a Antonio, Javier y María, quería hablar sobre la familia. Y sobre una familia atravesada por alguien que está enfermo, que es Javier”.
“Al principio -continua-, iba a ser una historia más autobiográfica, pero abandoné esa idea porque prefería hablar de ellos. Somos amigos de toda la vida, somos del mismo pueblo, pertenecemos a los mismos entornos, tenemos vivencias muy parecidas… conectamos mucho. Y así ha nacido esta película que se basa en personas reales, pero que es una historia de ficción. Una ficción atravesada por la vida, porque conocemos desde que yo tenía 15 años”.
“Porque -continúa Sandra-, al empezar a escribir sobre ellos, tengo una serie de conocimientos sobre sobre cómo son, cómo hablan… que viene de mis vivencias con ellos. Pero luego, una vez que tuve una versión avanzada del guion, volví al pueblo y ensayamos juntos durante seis meses, durante los que toda la parte que yo he escrito y el tono que yo estaba buscando se conjugó con las improvisaciones de ellos llegando a transformar algunas escenas. El objetivo es que todo parezca de verdad, muy natural y que no sean personas recitando los textos que yo les he escrito”.
Y es que, la película destaca por esa naturalidad de los personajes. “La clave para conseguir eso -confiesa la directora-, ha sido el tiempo de trabajo, el tiempo que dedicamos a los ensayos y a la integración, poco a poco, del equipo de la película. Por ejemplo, quería que el director de fotografía estuviera en los ensayos porque quería una puesta en escena un poco invasiva en ese sentido, con una cámara muy cercana, que siempre estuviera a escasos centímetros de los actores. Es una manera de trabajar que requiere mucho tiempo de preparación para que se puedan conseguir buenos resultados”.
“Al regresar, Antonio descubre las grietas en la familia”
Preguntamos a Sandra cómo es ese Antonio que vuelve al pueblo: “Vuelve para visitar a la familia y participar como costalero de la Semana Santa, que es algo que lo ata al pueblo y una de las razones para volver cada año, aunque se haya saltado alguno, como le reprocha su hermana María”.
“Lo que pasa -añade la directora-, es que, una vez en el pueblo, empieza a ver las grietas que se están abriendo en la familia y que tienen mucho que ver con la enfermedad de su hermano Javier, que, al contrario que él se ha quedado en el pueblo. Javier arrastra una escoliosis lumbar desde muy pequeño, que le provoca grandes dolores, y prácticamente no hay una conversación entre ambos en la que no surja ese problema”.
“Ese dolor físico también ha acabado por afectarle mentalmente y tiene que tomar unas pastillas que son muy adictivas -continúa-. Unas pastillas que lo dejan planchado, por lo que recurre a la cocaína para animarse. Pero la mezcla de esas dos drogas lo tiene completamente desnivelado en cuanto a sus emociones. Es un personaje que realmente ama, que quiere recibir amor, pero que no puede gestionar bien sus emociones. Y su forma de intentar amar, sobre todo a su familia, es completamente violenta”.
María, la hermana, es el punto de unión entre Javier y Antonio, como nos cuenta Sandra: “Si, es un canal entre los dos hermanos. Es un personaje muy luminoso que tiene un punto de sacrificio que está asociado a las mujeres de la familia. Porque las mujeres somos las que históricamente, tenemos ese papel de cuidadoras. Para mí, es el personaje a través del que los dos hermanos pueden comunicarse, cuando tienen conversaciones que llevan a alguna parte”.
Esa relación de los hermanos tiene, además, una mezcla de drama y comedia. “Me gusta mucho esa parte de la relación entre los dos hermanos porque, a pesar de esa complejidad, pueden ser muy divertidos cuando hablan entre sí. Me interesa mucho ese tipo de ironía, de exageración que a veces oculta un dolor. Con eso también he intentado que la gente se pueda reír con estos personajes que a veces tienen tanta violencia a flor de piel”, asegura Sandra.
La relación de Javier con la familia tampoco es fácil. “Con sus padres tiene una relación de exigencia -afirma la realizadora. Vemos que la madre está completamente agotada y ya no sabe ni lo que decirle a su hijo. Mientras que, en el padre, que también está cansado, vemos como una violencia latente que, al final, puede haber transmitido a sus hijos”.
“Javier se ve con el derecho a exigir al resto de la familia, pero creo que sus exigencias han llegado a ser imposibles, incluso aunque se trate de sus padres o sus hermanos. Porque… ¿Hasta qué punto uno se puede perder en esa ayuda a alguien que la pide, pero que, al mismo tiempo la desprecia? Esa es otra de las cuestiones principales sobre la relación de esta familia”.
“Hay una generación que no sabe dónde colocarse”
La película también retrata a una generación un poco perdida. “Creo -afirma Sandra-, que tanto los que se han ido de los pueblos como los que se han quedado, forman parte de una generación un poco perdida. Es una generación que tiene muchas dudas sobre dónde colocarse, sobre cuál es su lugar en el mundo”.
“Me interesaba -continúa-, reflejar ese ambiente que yo conozco, que está atravesado por una especie de tristeza, de una generación que se va haciendo cada vez más más adulta y que, a veces, cae las drogas de una manera que no es nada lúdica. Es algo muy distinto a lo que yo he visto en las ciudades”.
“Ese tema me caló mucho cuando empecé a volver al pueblo y me di cuenta de cómo habían degenerado ciertos entornos con las drogas, que empezaron como algo lúdico pero que se han convertido en una adicción de la que algunas personas no terminan de salir”.
“Creo -concluye-, que el personaje de Antonio, al irse del pueblo, de ese entorno que es bastante opresivo, ha conseguido liberarse un poco de todos esos problemas, aunque no haya sido del todo”.
“Es importante reflejar la vida en los pueblos”
Es regreso a los pueblos es otro de los grandes temas de la película. “Hay que reflejar esa vida en los pueblos, como estamos viendo en algunas películas españolas recientes -afirma Sandra-. Creo que esto es una consecuencia de que cada vez más personas que hacemos cine no somos de las capitales o. sobre todo, de Madrid, de Barcelona… que es donde está prácticamente concentrada la industria”.
“Al tener la posibilidad de salir a estudiar fuera -continúa-, somos gente a la que nos interesa contar historias desde lugares que conocemos. Gente como Elena López Riera (Pueblo, El agua), Chema García Ibarra (Espíritu sagrado). Son cines muy diferentes que se hacen desde lugares poco habituales. Por ejemplo, en mi pueblo casi no se ha rodado y cuando lo han hecho lo han transformado en otra cosa”.
Para terminar, preguntamos a Sandra si es difícil levantar una película intimista, como esta, sobre todo para una directora nobel: “Siempre es difícil levantar una película. Aunque en el caso de esta ha sido una mezcla de circunstancias. Conseguir la financiación no nos costó demasiado, un año y medio, pero realizarla si que supuso un gran esfuerzo, sobre todo por cosas como los ensayos que comentaba, porque es una película que requiere unos tiempos de producción que igual no encajan dentro de la industria".
Además del trío de hermanos formado por Antonio, Javier y María Araque y la nominada al Goya, Mona Martínez (Adiós, Las Niñas de Cristal), la película cuenta con la participación de Nicolás Montoya (La Maniobra de la Tortuga), Emmanuel Medina y Tamara Casellas (Ama).
Por donde pasa el silencio es una de las sorpresas de este 2024, que llegará a los cines este 29 de noviembre.