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Entrevista en RTVE

Idlib, el laboratorio político de los islamistas en Siria: "La complejidad del resto de Siria es muy distinta"

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Idlib, laboratorio político de los integristas en Siria: apoyan a talibanes y aplican la ley islámica

El grupo yihadista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) ha gobernado la provincia siria de Idlib desde 2017. RTVE habla con el profesor Pablo Sapag, de la Universidad Complutense de Madrid, sobre la posibilidad de trasladar esa experiencia al resto del país. 

P: ¿Cómo ha gobernado Hayat Tahrir al-Sham en Idlib?

R: Hayat Tahrir al-Sham ha gobernado en Idlib unos siete años y lo ha hecho con efectividad en algunos aspectos y con menos efectividad en otros. En todo caso, hay que tener en cuenta que el gobierno de HTS en Idlib es algo excepcional. Por dos razones. En primer lugar, porque el conjunto de la población que había ahí tenía más o menos una misma adscripción política y religiosa. La segunda cuestión es que era un gobierno muy apoyado directamente por Turquía, pero que recibía también recursos de otros actores que no necesariamente ahora van a apoyar. La extensión de un gobierno de HTS a una parte importante de Siria, porque Siria ya es un Estado fragmentado, sería más complicado por la mayor diversidad étnica, religiosa e ideológica de la población y porque se necesitan otro tipo de capacidades de un Estado que, en la práctica, ha desaparecido.

P: ¿Ha sido un gobierno integrista? ¿Han aplicado la ley islámica?

El gobierno de HTS en Idlib ha sido un gobierno islamista, claramente. Su líder, Abu Mohammad al-Golani, nunca ha ocultado que su ideario está vinculado al islam político, que busca la profesionalización del Estado, de las instituciones y de la legislación, con mayores o menores grados de islamización. Pero así ha ocurrido, sin duda. De lo contrario no habría contado con el apoyo de un islamista como Erdogan, que también ha ido avanzando hacia una islamización paulatina de ciertas instituciones en Turquía.

R: Les hemos visto celebrar, por ejemplo, la toma del poder en Afganistán por parte de los talibanes, pero ahora, sin embargo, se estarían mostrando con otra cara. ¿Cómo ve esa relación?

Los talibanes han celebrado en Kabul la llegada a Damasco de HTS. Puede haber algunas conexiones, pero son exclusivamente referenciales porque hablamos de dos contextos distintos: Siria y Afganistán no se parecen mucho. Pero, sin duda, HTS es una organización islamista con tintes radicales. Ya ha habido algunos cambios. Por ejemplo, cuando se presentó el primer ministro, Mohammad al-Bashir, que era quien presidía el Gobierno de Salvación nacional en Idlib, ha aparecido con la bandera que ha sustituido a la bandera del Estado de manera informal, y una bandera vinculada a una milicia islamista. Esto es una declaración de intenciones.

En algunos lugares ya se está diciendo que cambia la composición del fin de semana. El fin de semana en Siria era algo muy peculiar porque buscaba atender, precisamente, la multiconfesionalidad. Por eso no era posible hablar de un fin de semana en sentido estricto hasta mediodía del viernes pero que terminaba el sábado. Ahora se está diciendo que el fin de semana será jueves y viernes, lo cual genera cuestiones de tipo religioso, pero también causa distorsiones desde el punto de vista económico. Porque, por ejemplo, los cristianos en Siria, si eran funcionarios públicos, podían librar el domingo. Y todo lo que tiene que ver con la organización de la apertura de comercios, etc, se hacía buscando una especie de híbrido, como decía, entre el viernes y sábado por la tarde para que distintas confesiones pudieran funcionar. La bandera que han elegido estos grupos y que no ha sido recibida por los sirios directamente en un proceso constitucional es la bandera que se impuso cuando Francia ocupaba Siria, cuyos colores reflejan tres formas de islam, pero solo el islam y las tres estrellas reflejan los tres Estados tanto analizados que había en la época de Francia. Bueno, los símbolos proyectan cosas. Hay que tener en cuenta que es más fácil cambiar un gobierno que cambiar un Estado. Y aquí siempre se dijo, tanto por estos grupos como por las potencias que se han apoyado, que el objetivo era un cambio de régimen. Un cambio de régimen es un cambio en las estructuras del Estado y eso tiene que ver con la legislación y con muchas cosas que lleva bastante más tiempo.  

Además, la bandera que han elegido estos grupos y que no ha sido decidida por los sirios directamente en un proceso constitucional es la bandera que se impuso cuando Francia ocupaba Siria, cuyos colores reflejan tres formas de islam, pero sólo el islam, y las tres estrellas reflejan los tres Estados "cantonalizados" que había en la época de Francia. Los símbolos proyectan cosas. Hay que tener en cuenta que es más fácil cambiar un gobierno que cambiar un Estado. Y aquí siempre se dijo, tanto por estos grupos como por las potencias que les han apoyado, que el objetivo era un cambio de régimen. Un cambio de régimen es un cambio en las estructuras del Estado y eso tiene que ver con la legislación y con muchas cosas que lleva bastante más tiempo.

Entonces la complejidad del resto de Siria es muy distinta a ese microcosmos que se creó como resultado del conflicto a partir de 2011. Pero el cambio demográfico operado por el conflicto armado creó una homogeneización que seguramente hizo que fuese más fácil gobernar y que determinadas cosas ni siquiera había que imponerlas por decreto o por leyes, sino que eran parte de los usos y costumbres de ese tipo.  

P: ¿Cómo han tratado a las mujeres en Idlib?

R: La de Idlib es una experiencia peculiar porque el tipo de población que había era más masculina que femenina. Al norte de Idlib fueron a parar combatientes de ese y otros grupos que, en los acuerdos de reconciliación nacional con el Estado, decidieron seguir combatiendo, pero yéndose a esa zona. Por lo tanto, era una sociedad bastante masculinizada. Si, además, las familias de esos combatientes que, si estaban en organizaciones era mixtas, se entiende que ellos también compartían ideología, pues seguramente no era necesario imponer determinadas cosas que, por usos y costumbres, podía ser compartidas. Por eso decía que es más fácil gobernar ese entorno, primero por su dimensión, por su tipo de demografía y por los apoyos que contaba, que con el conjunto de Siria, donde nunca ha habido códigos de vestuario. En Siria jamás ha habido códigos de vestuario. Las mujeres pueden llevar o no hijab, los hombres pueden llevar o no barba y bigote, o sólo bigote, sólo barba o ir completamente afeitados. Y los símbolos religiosos se pueden exhibir o se han podido exhibir siempre. La complejidad del resto de Siria es muy distinta a ese microcosmos que se creó como resultado del conflicto a partir de 2011. El cambio demográfico operado por el conflicto armado creó una homogeneización en parte de Idlib que seguramente hizo que fuese más fácil gobernar y que determinadas cosas ni siquiera hubiera que imponerlas por decreto o por leyes, sino que eran parte de los usos y costumbres de un tipo de gente.

P: ¿Cree que Siria recuperará la unidad territorial y seguirá siendo multiconfesional?

R: Desde 1920 hasta ahora, todas las constituciones del Estado de la República Árabe Siria decían que Siria era un Estado aconfesional, que no laico, pero que en la práctica funcionaba como un Estado multiconfesional. Es decir, el Estado hacía suyas todas las religiones y las protegía a todas, independientemente del número de fieles que tenía. Si se plantea un cambio de régimen, y se ha dicho que es un cambio de régimen, habrá cambios constitucionales y es muy posible que se adopte una religión oficial del Estado. Por lo tanto, terminaría la aconfesionalidad. La otra cuestión muy importante es que desde 1920 en adelante todas las constituciones sirias han dicho que la sharia o ley islámica es una fuente de inspiración del derecho o, en algún caso incluso, una de las fuentes principales, pero nunca la fuente única ni la fuente principal del derecho. Eso es muy importante. Por eso va a llevar mucho tiempo. Insisto: cambiar un gobierno es fácil, son personas. Cambiar un régimen, que es lo que se ha dicho desde el principio, supone cambiar las estructuras del Estado. Pensemos que, en España, el cambio de régimen de la dictadura a la democracia demoró, al menos, tres años. Y eso en un país que en ese momento no tenía un conflicto latente ni estaba fraccionado. Siria hoy es un país fraccionado en tres o cuatro unidades distintas, donde operan distintos grupos, tanto políticos como militares, y cada una de estas unidades tiene valedores internacionales distintos. Hay que entender que lo que ha ocurrido en Siria tiene una trama interna, sin duda. Pero sobre todo responde a intereses geopolíticos. Y eso hará que este grupo y otros muchos que tengan que gestionar el cambio de régimen, no solamente harán lo que ellos piensen o crean que deben hacer, sino que tendrán que acompasar o acomodar lo que ellos hacen de acuerdo a los intereses de las potencias que les han permitido alcanzar unos logros en el terreno. Pero Siria hoy es un Estado fragmentado desde el punto de vista territorial en distintas unidades y cada una con una fuerza principal interior, pero apoyada por actores externos.

P: ¿Ve posible una guerra civil?

R: En Siria hasta ahora lo que ha habido es un conflicto armado mayor, con muchísima mortandad, con enorme destrucción, pero que no clasifica en lo que los académicos que estudian esto como una guerra civil. El modelo arquetípico de una guerra civil es la guerra civil española. Eso supone que tiene que haber dos gobiernos, dos administraciones, dos ejércitos, y control sustantivo y suficiente del territorio con contigüidad y continuidad durante mucho tiempo. En Siria eso no se ha dado hasta ahora. Ahora, sin embargo, empezamos a ver que las líneas de esa fragmentación están mucho más claras. E incluso vemos que en alguna de estas tres, cuatro o cinco unidades que van surgiendo puede haber problemas entre grupos que pueden responder a una misma identidad confesional, incluso a una misma identidad política, por ejemplo, variantes del Islam político. O pensemos en la costa, donde seguramente habrá sectores de los alauitas y herederos algunos sectores del partido Baaz que estén muy molestos con la situación y que se enfrentan a otros sectores. Ahí ya estaríamos hablando de conflictos civiles stricto sensu, sin, digamos, la mediación exterior, que es lo que ha ocurrido ahora. En Siria lo que ha ocurrido ahora es sobre todo una mediación exterior. En Siria, en 2011 había problemas muy serios internos, socioeconómicos, políticos, etc., pero sin la intervención exterior no estaríamos hablando ni de esto ni de nada de lo que ocurrió a partir de abril- ayo de 2011, que es cuando se militarizar la situación en Siria a partir de las revueltas, etc. Siria era, ya no lo es, un país clave desde el punto de vista geopolítico en esa región de Oriente Próximo y por lo tanto muchas potencias intervinieron. El desenlace que hemos visto estos días ha supuesto la concertación de intereses de una serie de potencias que hasta ahora podían tener intereses contrapuestos en Siria, pero que, por los cambios geopolíticos que hemos visto, la próxima llegada de Trump al poder, lo que ocurrió en Líbano entre Israel y Hezbolá, han propiciado la concertación de estos intereses que han llevado a este desenlace.