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Cartas y copias de correos electrónicos: los restos tras el saqueo del palacio presidencial de Al Asad

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Los jardines de la residencia de Al Assad abren al público por primera vez

El domingo, cuando se produjo la toma de Damasco y la caída del régimen de Bachar Al Asad en Siria, los rebeldes asaltaron el palacio presidencial y grupos de sirios saquearon su interior, llevándose objetos decorativos y mobiliario. Ahora, el público no tiene acceso al interior de la residencia, a la que sí ha podido entrar un equipo de TVE con un permiso concedido por el nuevo Gobierno del país.

El imponente edificio presidencial está prácticamente vacío por dentro, aunque en las habitaciones y en los despachos aún pueden verse documentos por el suelo. Hay cartas privadas y oficiales, copias de correos electrónicos... pero la mayor parte de lo que había en las distintas salas ya se lo han llevado.

Hasta hace solo cuatro días, en el palacio vivía el ya derrocado Al Asad y su familia, antes de huir a Moscú, donde se encuentran ahora bajo asilo ruso. Algunos detalles de la que fue su residencia, como suelos de mármol, muebles damasquinados de madera o grandes lámparas de cristal, son reflejo del lujo y la ostentación que rodeaba al mandatario.

Los jardines abren al público por primera vez en medio siglo

Aunque no se puede acceder al interior, los sirios sí que pueden recorrer parte de los jardines de la residencia de Al Asad, que han abierto este miércoles al público por primera vez en medio siglo. Aunque los ciudadanos solo se pueden asomar unos metros, se sienten felices por tener acceso a un lugar que ha sido impenetrable durante los 24 años del régimen.

"Estoy muy contento, llevaba años fuera de mi país. Me hirieron en las protestas contra el Gobierno", relata a TVE Abdul, mientras enseña unas cicatrices que le atraviesan el abdomen.

Grupos de familias se han acercado a hacerse selfies en distintos lugares de los jardines, otros se han tomado fotos al lado de la nueva bandera siria, la de las tres estrellas, sonríen y se muestran alegres. "Estoy muy feliz, hemos pasado unos tiempos muy malos", asegura una de las mujeres que ha visitado el lugar.

Ahora, los milicianos de la coalición gobernante se ocupan de proteger las instalaciones que un día ocupó Al Asad, donde ya apenas quedan objetos de valor. Los ciudadanos que han entrado a los jardines solo pueden ver el palacio a lo lejos, pero lo suficiente para darse cuenta de las condiciones de vida de la familia presidencial siria frente a la pobreza de la mayoría de la población siria.