Jacques Audiard, director de 'Emilia Pérez': "La película denuncia la falta de fluidez, la rigidez de encasillar a la gente"
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- Su ‘narcomusical trans’ es una de las películas favoritas para las nominaciones a los Oscar
Jaques Audiard ha dado un triple salto mortal para caer de pie entre aplausos en el centro de la pista. El cineasta francés tiene una carrera tan sólida como uno de los cineastas contemporáneos más importantes (Palma de Oro con Dheepan en 2015 incluida) que se puede a hablar de películas ‘a lo Audiard’: violentas, crudas, reales y sociales. Con Emilia Pérez ha roto su molde con una mezcla en apariencia suicida: melodrama, narcos, transexualidad y musical.
La película llegó en mayo a Cannes envuelta en secretismo y salió bendecida con el premio del jurado y a todo el reparto femenino, revelando especialmente a una actriz española, Karla Sofía Gascón, fuera entonces de todo radar y ahora lanzada a una nominación al Oscar.
Tras arrasar en los Premios del Cine Europeo y liderar las nominaciones a los Globos de Oro, ¿quién puede negar que es ya una de las películas del año? En un hotel de Madrid, hace una semana, Audiard se mostraba relajado y locuaz, con su aspecto de dandi sofisticado. Con 72 años, el cineasta del momento.
PREGUNTA: Pese a no ser especial amante del género musical, dices que ya pensaste realizar versiones musicales de otras películas tuyas como Un héroe muy discreto y Un profeta.
RESPUESTA: Es verdad. A veces me preguntan por el hecho de que he rodado en idiomas que no son el mío, e incluso no entiendo, y creo que es algo que también tiene que ver mucho con la musicalidad. Desde hace tiempo tenía ganas de hacer algo que estuviera vinculado a la música y surgió hacer algo sobre los narcos.
P.: Es una combinación de melodrama y thriller que podría contarse también sin ser un musical. ¿Qué aporta como género? ¿Tenías ideas preconcebidas?
R.: No ha resultado ser diferente de lo que esperaba. No sé si es una película conseguida, pero sí ha servido para el objetivo que perseguía. Y, sobre la capa que aporta la parte musical, en una película normal una escena tiene siete páginas, con un inicio, un centro y un final. Pero cuando estás en el campo musical, todo se dice en tres líneas, curiosamente: se habla con más inmediatez, apela a la inteligencia, a la sensibilidad. El canto tiene una eficacia que no tienen los diálogos. Dependiendo del tema, con la tragedia cantada entras en algo como mitológico.
P.: Has dicho que Karla Sofía Gascón te enseñó mucho sobre la transexualidad. Su personaje, Manitas, tiene que esconder su proceso en un mundo ultraviolento, pero en el mundo real Karla recibe mucho odio, no solo desde la derecha, sino también desde parte del feminismo de izquierdas.
R.: Sí, más de derechas, diría yo. En cuanto a la película, siendo una ópera, tiene algo de caricatura, no profundiza. Si fuera otra ficción, hubiera sido diferente, pero no era mi objetivo profundizar. Por mi parte, recibo encantado las críticas, lo que quería evitar era herir a la gente, pero si genera debate es bienvenido. La película sí denuncia la falta de fluidez, la rigidez de encasillar a la gente. Todo eso es criticable.
P.: Emilia Pérez, el personaje, inicia un movimiento por la tolerancia. También el personaje de Zoe Saldaña, una abogada que se arrepiente de trabajar toda su vida para, en sus palabras, “hacer más ricos a los ricos”.
R.: Sin lanzar ese tipo de mensajes, que son un poco ingenuos y tontorrones y trato no serlo, tenía ganas de una historia con un personaje central que iba a pasar por una gran transformación al cambiar de género. Me interesaba que alrededor de este personaje se desencadenan diferentes reacciones, pero provoca cambios en todos. Como en Teorema, de Pasolini, que es un paradigma de historia en la que una persona que se lleva por el camino a otras. Es un poco como Jesús y los apóstoles. No, olvida eso, es que ahora estoy leyendo en Nuevo Testamento y se me va la cabeza.
P.: ¿Por qué estás leyendo en Nuevo Testamento?
R.: Me interés mucho. Es a raíz del libro El reino, de Emmanuel Carrère, que habla del inicio de la religión católica y cómo se funda. Es muy interesante.
P.: Tras investigar tanto sobra la violencia en México y sobre los desaparecidos, ¿cómo esperas que sea recibida la película en México?
R.: No lo sé. A ver qué tal. A lo mejor voy a acabar como San Sebastián, cubierto de flechas. Hace 30 años fui a México y luego muchas veces más, me encanta. Debido a toda la violencia y desaparecidos que ha generado el narcotráfico, hay regiones que ya no puedes visitar por peligrosas. Es una tristeza enorme. Hace 10 años, 40 estudiantes fueron asesinados, se habla tres días del episodio y luego se olvida. Así funciona. Tengo la esperanza de que la nueva presidenta, que es una mujer, pueda cambiar las cosas.
P.: En la película, de hecho, hay una transición de un mundo violento a uno más empático que lideran mujeres.
R.: Pero eso no lo sé, porque hay y ha habido mujeres narcos. Principalmente es una sociedad patriarcal y luego, cada uno, que saque las conclusiones que quiera. El origen está en la pobreza y la miseria, que acarrean problemas.
P.: Al final, sin hablar el idioma, vas hacer historia para el cine hablado en español con la segunda película en ese idioma nominada al Oscar a mejor película tras Roma (2018).
R.: (Ríe) No soy ingenuo, pero si Francia conseguir producir una película con actrices americanas y mexicano, hablada en español, y rodada en París, estamos en algo magnífico: una película transnacional europea. Para mí, el cine tiene una función de identificación. Y soy un poco mexicano y un poco español, sin duda (risas).
P.: Dices que admiras mucho algún musical como Los paraguas de Cherburgo o Cabaret. ¿Para la estética de Emilia Pérez tenías otras referencias, al margen de musicales?
R: Los musicales que me gustan, que no son muchos, tienen un fondo histórico, como Los paraguas de Cherburgo o Cabaret, que son musicales profundos y ese trasfondo real. Son dramas muy oportunos. Y, de otras referencias, Almodóvar: hay una luz que brilla en el fondo y es Pedro. Es así y no lo escondo.