'Mariposas negras', la odisea de tres mujeres que lo pierden todo por el cambio climático
- David Baute dirige este documental animado sobre tres mujeres reales obligadas a dejar sus hogares
- Nominada a Mejor Película de Animación en los Forqué, está participada por RTVE y se estrena el 13 de diciembre
Tanit, Valeria y Shaila son tres mujeres reales de puntos muy distintos del planeta, pero las tres tienen en común que lo han perdido todo por el calentamiento global y se han visto obligadas a abandonar sus países para que sus hijos puedan tener un futuro. Son las tres protagonistas de Mariposas negras, un desgarrador pero necesario documental animado de David Baute (La murga, ópera popular, Ella), una película que está nominada a Mejor Documental en los Premios Forqué, que también debería optar a los Goya, que cuenta con la participación de RTVE y que llegará a los cines este 13 de diciembre.
La película parte de la investigación que David realizó para otro de sus documentales: Éxodo climático (2020), protagonizada por estas mujeres. "Sí, la base fundamental de la película fue ese documental —asegura David—. Lo que pasa es que con la película hacemos un recorrido aún mayor, volamos realmente como mariposas hacia otros lugares donde nuestras protagonistas acaban teniendo que emigrar. Con las dramáticas consecuencias que tiene hoy en día esa emigración para un refugiado climático, que sigue sin tener ningún tipo de reconocimiento internacional ni por Naciones Unidas ni por ningún país, porque la figura del emigrante climático no es reconocida en casi ningún sitio".
"Por eso hemos querido seguir a esas tres mujeres, para ver dónde acabaron cuando emigraron —continúa—. Y comprobamos que tuvieron que vivir en la calle, trabajando prácticamente como esclavas para otras personas e incluso prostituyéndose, para poder dar un plato de comer a sus hijos. De eso trata Mariposas negras, de seguir un poco el vuelo de estas personas que, a consecuencia del cambio climático, lo pierden todo".
"Son tres historias reales que nos permiten poner rostro a las víctimas del calentamiento global y que, gracias a la animación, tienen menos crudeza de la que podrían tener en un documental al uso. Y seguramente esto permita que las historias de Tanit, Valeria y Shaila lleguen a más gente", añade el director.
Tanit, Shaila y Valeria
Unas historias que nos impactan aún más cuando descubrimos que son las vivencias reales de tres mujeres. "Empecé esta investigación hace muchos años —nos comenta David—. Para ese documental, primero me fui a Turkana (Kenia), un pueblo que era un vergel donde había ríos y mucho pasto para los animales y ahora es un desierto donde ya no llueve casi nunca. Allí vive la tribu de los turkana, que vivía del pastoreo. Eran nómadas y tenían mucho ganado, pero en los últimos 30 años se ha gentrificado toda esa región y apenas hay vegetación y los ríos están totalmente secos. Allí descubrimos a Tanit, que era una líder dentro del pueblo turkana, a la que seguían las demás mujeres, y que tenía el poder de decidir cosas en una sociedad machista, pero donde se la escuchaba y respetaba. Pero ella decidió coger sus hijos y marcharse de allí porque no podía ya sobrevivir. Porque se ha desembocado una auténtica guerra civil para controlar esos pocos pozos que quedan".
"Mi siguiente parada fue la isla de Ghoramara, que está al sur de la India —añade David—. Lo que está sucediendo allí es que la subida al nivel del mar está anegando gran parte de de de poblados y de esa zona del sur de Asia. Ghoramara es una isla pequeña donde vivían cerca de 60.000 personas hace 20 años. En la actualidad apenas quedan unos cientos porque la isla se ha ido inundando. Nosotros pasamos un tiempo con la familia de Shaila, hasta que el mar también sumergió su casa, perdió su cosecha, y tuvo que irse de allí. Todos esperan hasta el último minuto porque creen que un milagro salvará su casa, pero al final lo que pasará es que se hundirá toda la isla. Shaila y su madre llevaban el peso de la familia y decidían sobre todas las cuestiones que tenían que ver con el día a día, como fue la decisión de abandonar la isla de Ghoramara. Cuando se ven obligadas a irse son momentos muy dolorosos, sobre todo porque te das cuenta de que el cambio climático lo hemos provocado nosotros y son ellos los que lo sufren, los que lo pierden todo y se ven obligados a abandonar sus hogares para siempre. Incluso hay culturas que desaparecen por completo".
"En el caso de San Martín, allí los huracanes cada vez son más frecuentes y violentos —continúa el director—. Allí conocimos a Valeria, que había perdido su casa dos veces. Fuimos cuando el huracán Irma y estaba claro que la casa se la iba a volver a llevar el huracán. Aunque no podíamos sospechar que sus vecinos morirían también en ese huracán. Fue una tragedia muy bestia lo que ocurrió con con el Irma. Y también ese proceso de seguimiento de Valeria".
"Las tres eran mujeres que cargaban con el peso de la familia, de varios hijos —nos comenta David—. Y eran las que tomaban las decisiones importantes, incluso la de irse. Cogían a los hijos y los abuelos, que a veces eran lo único que les quedaba tras el desastre y tiraban para adelante. Por eso decidimos acompañarlas en sus odiseas personales. La desgracia de todo esto es que, hace 15 años yo me fui a estos sitios a hacer este seguimiento, pero actualmente casi ni tendríamos que desplazarnos hasta allí, porque ese seguimiento lo podemos empezar a hacer ya en España. Porque acabamos de ver lo que ha pasado en Valencia por el calentamiento del mar, que es lo mismo que pasa en el Caribe. Y cada vez será más frecuente y más gente se verá obligada a emigrar".
Además, como comprobamos en la película, muchas de estas mujeres acaban cuidando solas de los hijos. "Esto es bastante habitual porque lo que suele suceder es que los maridos o se van primero para buscar trabajo, y muchas veces no vuelven a saber de ellos, o se quedan en los lugares de origen. Pero la mujer es la que realmente cuida de sus hijos y quiere una vida mejor para ellos. Entonces, es la que al final coge a los niños y tira. Hay otros casos, como el de Valeria, que su marido sí se iba a reunir con ella después, pero por temas de papeles no puede hacerlo, porque repito que la mayoría de los países no reconocen esa figura del migrante climático. Eso es otra cosa que queremos denunciar en la película. Al final vemos a tres mujeres muy fuertes que tienen una vida que ha quedado irremediablemente dañada".
"Se están perdiendo culturas enteras por el Cambio climático"
Además, con estas migraciones forzosas, muchas pequeñas culturas corren el riesgo de desaparecer. “Es el caso de esa pequeña isla de Ghoramara —nos comenta David—, donde vivían 60.000 personas y ahora mismo quedan unas dos o tres mil en el centro de la isla, porque lo demás se ha ido inundando. Y los que quedan también tendrán que abandonarla dentro de cinco o diez años”.
“Y esa gente —continúa—, acabará perdida en medio de grandes ciudades como Calcuta, donde viven millones y millones de personas. Y pasa un poco igual con los turkana, que es un pueblo más grande, pero la mayoría de su población ya ha emigrado a Kenia o Nairobi. Y su cultura se acaba diluyendo en las grandes ciudades”
“Y se acabarán perdiendo esas culturas, esas lenguas propias, esas tradiciones… lo que demuestra que la cuestión climática no es solo un problema de calentamiento, sino que hay problemas de fondo igual de importantes”.
De hecho, David Baute ya ha perdido el contacto con una de las protagonistas del documental: “A Tanit la hemos perdido la pista. Tratamos de seguirles el rastro a todas, con gente de producción que tenemos allí, pero es muy complicado con eso que comentaba de que acaban perdidas en las grandes ciudades. Pero seguimos intentando localizarla porque nos encantaría que pudiera verla”.
Deberíamos plantearnos nuestro comportamiento diario
David nos confiesa que una de las cosas que le gustaría conseguir con la película es que nos replanteáramos el consumismo y nuestro comportamiento diario. "Esa es la idea, aunque sé que es complicado porque vivimos en un mundo que es el que es, que requiere de un consumo determinado y eso va a ser difícil. Pero yo creo que viendo una película como Mariposas negras podemos ser más conscientes del cambio climático que a través de los fríos datos, que es como solemos explicarlo. Siempre hablamos de las emisiones de dióxido de carbono o lo que ocurre con el deshielo de los grandes glaciares. Pero no poníamos caras a este problema. Gente que es como nosotros y que, cuando los vemos, hay algo que sí que nos afecta internamente".
"Nosotros podemos hacer pequeñas cosas para consumir menos —continúa—, pero si las grandes empresas internacionales y los grandes Gobiernos no hacen nada, poco solucionamos; porque los últimos estudios hablan de que el cambio climático está generado únicamente en un 15% por la población. El resto son las grandes empresas internacionales y las políticas de de algunos Gobiernos. Estamos hablando de que el 85% de la responsabilidad de este cambio climático es de ellos. Entonces, si ellos no hacen nada por cambiarlo, nosotros podemos intentarlo, pero va a ser difícil. Aun así, yo siempre tiendo a ser optimista y confío mucho en que la gente joven que ocupará, en un futuro cercano, esos puestos en Gobiernos y grandes empresas, hagan algo más que nosotros. Porque vienen como muy mentalizados y con ganas de que las cosas cambien".
"Aunque sea una película de animación es cine documental"
David quiere dejar claro que: "Aunque sea una película de animación es cine documental. Lo que hicimos yo y la guionista, Yaiza Berrocal, es acompañar las historias que ya teníamos, añadir pequeños detalles que tenían que ver con la cultura de cada protagonista y que nos ayudaban a que el espectador entendiera mejor el tema. Por ejemplo, cuando hablamos de la figura del refugiado climático y estas cuestiones a nivel legal, de las que hemos añadido algunos datos en la película. Son detalles que han adornado un poco la historia pero que, sobre todo, la hacen más comprensible para los espectadores. Pero aparte de esos detalles no hemos añadido nada de ficción, son las historias de ellas. Hace poco nos seleccionaron para el Festival de Niza, que es uno de los grandes festivales de cine documental, por lo que creo que la gente también está entendiendo que, ante todo, es una película documental".
En cuanto al estilo de animación que han elegido, David Baute nos comenta: "Tratábamos de conseguir una película que se acercara al relato, que no fuera como muy comercial, sino que fuera un documental. Una película de animación como más autoral. Por eso optamos por hacerla en un estilo 2D más tradicional y que, a nivel de color, se acercase a esos lugares en los que en los que estuvimos grabando las historias de estas mujeres. Creo que gracias a ese estilo más autoral conseguimos que el estilo dialogue con las historias. Además, como es una película de animación para jóvenes y adultos y tampoco queríamos que ese estilo fuera muy infantil. Hemos tenido un grupo de artistas realmente maravilloso que han logrado dar con ese estilo tan especial que buscábamos".