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Análisis | Estados Unidos

Los oligarcas de Donald Trump: un Gobierno de milmillonarios

  • Donald Trump bate su propio récord, formará el gobierno con más multimillonarios de la historia de los EE.UU.
  • Algunos políticos y académicos empiezan a hablar de oligarquía y comparan con los oligarcas rusos.

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Los oligarcas de Trump: el presidente y Elon Musk
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, junto a Elon Musk. AP / ALEX BRANDON

Una pregunta frecuente a quienes cubrimos la información sobre Rusia es por qué a los multimillonarios (muy, pero que muy multi) rusos los denominamos oligarcas y no hacemos lo mismo con los multimillonarios occidentales. La respuesta está en el poder. Los oligarcas rusos acumulan tanto poder como millones, se confunde la fortuna que amasan con la influencia que tienen en los asuntos del gobierno.

Su fortuna nació y creció por su proximidad al poder en aquella privatización gigantesca de empresas públicas en los caóticos años 90 del presidente Boris Yeltsin, y se ha reciclado con Vladímir Putin a condición de no contrariar al presidente. Su poder es, o era, tan desmesurado como su patrimonio.

Oligarquía, dice del diccionario del estudiante de la Real Academia de la Lengua Española, es: 1. Régimen de gobierno en que el poder es ejercido por una minoría que pertenece a la misma clase social. 2. Minoría privilegiada que controla el poder. 

Billionaires, milmillonarios

"Estamos yendo rápidamente a una sociedad oligárquica. Nunca antes en la historia de los Estados Unidos tan pocos billionaires, tan poca gente había tenido tanta riqueza y tanto poder. Nunca antes había habido tanta concentración de propiedad en todos los sectores, tanto Wall Street [la bolsa]. Deberíamos hablar de ello, nunca los de arriba habían tenido tanto poder político. Podemos ir diciendo que Putin en Rusia tiene una oligarquía, bien, pues aquí también tenemos una". Así de contundente y con su vehemencia habitual se expresó el domingo pasado el senador y excandidato presidencial Bernie Sanders, el político más carismático y veterano de la izquierda estadounidense. Se refería al próximo Gobierno de Donald Trump y a las campañas electorales, que dependen cada vez más de las aportaciones de los millonarios.

A medida que van conociéndose los elegidos por Donald Trump para formar parte del Gobierno en su segunda Presidencia, a partir del 20 de enero, un término que se repite en la prensa en inglés es billionaire, uno de esos falsos amigos lingüísticos porque no equivale al billonario en castellano, un millón de millones, sino a mil millones, es decir, da una idea algo más clara que el término multimillonario porque concreta por aproximación el multi, varios miles de millones.

Hagan la prueba, pongan en un buscador de internet en inglés "Trump" y "billionaires" y verán la de artículos que les salen: "Todos los billionaires del presidente", "Trump, un gobierno de billionaires", "Trump ha fichado un grupo de billionaires sin precedentes", "Muchos billionaires en el próximo gobierno"...

Un Gobierno que suma más de 460.000 millones

Donald Trump ya ostentaba desde 2017 el récord de haber presidido el gobierno más rico de la historia moderna y ahora, con la selección de cargos anunciada, se ha superado a sí mismo. Según la cadena de televisión ABC, a fecha 18 de diciembre, sumados los patrimonios de los 13 miembros más ricos del proyecto de gobierno Trump superan los 460.000 millones de dólares, aproximadamente la misma cantidad en euros.

Quien decanta, y mucho, la balanza es Elon Musk, el hombre más rico del mundo y apodado ya la "verdadera primera dama", su patrimonio está calculado en al menos 400.000 millones de dólares, equivalente al PIB de España en este último trimestre de 2024. Pero es que incluso sin Musk esos 60.000 millones restantes de patrimonio en el gobierno son igualmente un récord histórico. Por comparar, el Gobierno saliente de Joe Biden suma un patrimonio calculado en 118 millones, no miles de millones.

Quién es quién

La estrella indiscutible es el magnate de los magnates, ya lo saben, Elon Musk, la persona más rica del mundo, con patrimonio de más de 400.000 millones de dólares. Es el dueño de Tesla, SpaceX, Twitter (X). Invirtió 500 millones dólares en la campaña presidencial de Donald Trump, más campaña en sus redes sociales. Una vez elegido Trump, lo ha seleccionado para que vele sobre la "eficiencia" del gobierno, es decir, recortar la administración y sus gastos.

Con Musk estará Vivek Ramaswamy en ese adelgazamiento de la administración. Lo hará desde la perspectiva de sus mil millones de dólares hechos en la biotecnología. Para ese cometido Trump ha creado una especie de agencia independiente, para que Musk y Ramaswamy no sean formalmente miembros del gobierno y no tengan que pasar por el examen y aprobación del Senado, ni, importante, por renunciar a potenciales conflictos de interés.

Elon Musk, el inseparable asesor de Donald Trump

Entre otros cargos de gestión para los que el presidente electo ha designado a milmillonarios destaca Linda McMahon, elegida para dirigir la educación pública. Tiene un patrimonio de unos 3.000 millones de dólares. Tan chocante como su riqueza es que llegará a educación desde la lucha libre, donde ha hecho la fama y los millones.

Para dirigir el Departamento de Comercio, Trump ha elegido a Howard Lutnick, que viene del mundo de las finanzas y tiene una fortuna de unos 2.200 millones de dólares. Para la economía, el Departamento del Tesoro, a un milmillonario, Scott Bessent, que viene de la órbita de George Soros desde el episodio de la operación contra la libra esterlina en los años 90. Y para la Seguridad Social, a otro milmillonario, Frank Bisiganano, que viene del mundo financiero y tecnológico.

Una tradición ya en la política estadounidense y en los nombramientos presidenciales es la de recompensar con cargos diplomáticos a grandes donantes a la campaña electoral. Barack Obama, por ejemplo, nombró a Caroline Kennedy, la hija de JFK, embajadora en Japón y, luego, Joe Biden, en Australia. Aquí van algunos de los agraciados en la segunda Presidencia de Donald Trump:

Leandro Rizzuto Jr, una fortuna en la industria cosmética del cabello estimada en 3.500 millones de dólares, será el nuevo embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Warren Stephens, banquero, fortuna calculada en 3.400 millones de dólares, será el próximo embajador en el Reino Unido.

Charles Kushner, el consuegro. Unos 1.800 millones de dólares hechos, como en el caso de Trump, en el sector inmobiliario. Como Trump, fue condenado por delitos económicos, pero su consuegro el presidente lo perdonó. Ahora es el designado para embajador en Francia. Su hijo Jared, esposo de Ivanka Trump, ya ostentó el cargo de asesor de Trump en su primera Presidencia.

¿Y Donald Trump?

Es una de la muchas líneas rojas que ha cruzado Donald Trump, una de las muchas reglas que ha roto: no se conoce oficialmente su patrimonio. Según medios especializados en economía y fortunas, el expresidente y ahora presidente electo tiene una riqueza de unos 5.600 millones de dólares (Forbes) o 6.500 (Bloomberg) o, aún mayor según el Wall Street Journal, entre 7.500 y 10.000 millones de dólares.

Por comparar, Joe Biden dejará la Presidencia con un patrimonio de 10 millones de dólares. En 2017, al dejar ocho años en la Casa Blanca, la revista Fortune calculó que Barack Obama tenía un patrimonio de 12 millones de dólares. Diez y 12 millones, frente a miles de millones. Y sin embargo, y esta es una gran paradoja de nuestro tiempo y una reflexión necesaria, uno de los pilares electorales de los milmillonarios han sido los votantes de las clases más desfavorecidas.

Trump continúa con los nombramientos polémicos para su próximo Gobierno

¿Cómo se explica que el electorado de bajos ingresos se identifique más con el discurso de los más ricos? ¿Y cómo han hecho los candidatos demócratas para que ese electorado los perciba a ellos como élites y no a los milmillonarios?

David Szakonyi es profesor asociado en la Universidad George Washington especializado en corrupción en Rusia. La semana pasada publicó un artículo en el Moscow Times donde afirmaba: "Al igual que los oligarcas rusos de los años 90, esta nueva generación de oligarcas estadounidenses quiere debilitar las instituciones políticas y dañar la habilidad del gobierno para regular los negocios. Pero, a diferencia de los de la era Yeltsin, estos broligarcas y su ambición de rehacer el estado en los EE.UU. parecen tener apoyo popular y estar mucho menos mal vistos".