Mariscar en 2024: una historia de cambio climático, baja producción y pérdida de ingresos que impacta en Navidad
- En lo que va de año, la producción de bivalvos —almejas y berberechos, entre otros— ha caído un 30%
- La bajada de producción se traduce en menos ingresos para las mariscadoras: ganan un 38% menos que hace cinco años
Son las seis de la mañana y Rosa ya está dentro del mar en busca de las almejas y berberechos que toda España se come en Nochebuena. Ella y su marido son una de las 1.500 familias de Noia que se dedican a ello y que ven cómo su oficio está en peligro debido a una caída de la producción del 30% en lo que va de año, según datos oficiales. A pesar de tensionar los precios finales, esta situación solo ha reducido aún más los ingresos de las mariscadoras.
Rosa explica que llevan padeciendo esta situación desde hace más de tres años. Según datos de la Consellería do Mar de la Xunta de Galicia, en Noia se capturaron 421.523 kilogramos de bivalvos este año —a fecha de 18 de diciembre—. En 2021, esta cifra ascendía a 1,68 millones de kilos, lo que supone una caída de más de un millón en este periodo.
Esta situación es similar en todas las rías gallegas. En la Ría de Arousa (Pontevedra), la producción de marisco ha sufrido un descenso de más del 50%, según confirma a RTVE.es Carlos Mariño, uno de los técnicos que analiza los stocks comerciales de la Cofradía de Cambados. En este municipio se observan “dos comportamientos diferenciados”: las capturas cayeron un 80% en el marisqueo a flote, mientras que en el marisqueo a pie descendió tan solo un 10%.
Esto se debe a que los mariscadores a flote trabajan con las variantes autóctonas de Galicia: almeja fina, babosa y rubia. En cambio, a pie se captura almeja japónica. Esta especie –que llegó “por un accidente”, como dice Rosa– aguanta variaciones ambientales y oceanográficas que sí sufren las especies locales. Por eso, los y las expertas consultadas defienden que el cambio en el clima es la principal causa de la bajada de producción.
¿Menos marisco por el cambio climático?
“La bajada de producción es por el cambio del clima”, afirma la mariscadora de Noia, que explica que tienen un “banco de marisco que es muy rico en cría”, pero que no llegan a su fin debido a riadas, lluvias torrenciales y a la temperatura del agua. “Lo normal es que no se superen los 20 grados en el interior de la ría”, explica Mariño, que asegura que hubo zonas que alcanzaron los 23 grados.
“Solo una subida de medio grado se nota, todo lo que supere eso se nota más y cambia las condiciones de vida de los moluscos”, incide la economista especializada en el sector pesquero, María do Carme García Negro. Este tipo de cambios modifican las corrientes marítimas, que pueden echar a las larvas, que luego se convertirían en almejas o berberechos, fuera de las rías.
Además, también está cambiando la salinidad del agua, que implica una modificación en “las condiciones en las que se desenvuelven estos seres vivos”. Las lluvias torrenciales han aportado una cantidad excesiva de agua dulce a las rías, que se junta con que “las compañías hidroeléctricas tienen la costumbre, que se puede llamar vicio, de hacer lo que les da la gana y sin control”, sostiene García Negro.
La Cofradía de Noia, a la que pertenece Rosa, lleva luchando años para que el embalse del río Tambre suelte el agua cuando la marea esté alta. “Si con la poca salinidad que hay, lo suelta con marea baja, arrastra todo el marisco y lo mata”, explica la mariscadora, que añade que la suma de altas temperaturas y baja salinidad provoca que el producto “no aguante y muera”.
García Negro apunta como tercer factor a todas las actividades que "no dejan vivir a los seres vivos" de las rías. “Para entendernos, turismo y pesca deportiva sin control de ningún tipo”, aclara la antigua investigadora de la Universidad de Santiago de Compostela, que critica tanto el aporte de aguas residuales que generan este tipo de servicios y, como Rosa, la falta de saneamiento de las rías.
“Lo normal es que haya años buenos, medianos y malos. Lo que pasa es que ahora llevamos tres años en el valle”, explica Mariño, que admite que el cambio climático “puede ser una de las causas” de la caída de producción. A pesar de no haber producto, las mariscadoras salen igual a faenar para limpiar las playas y revisar las crías. “Es como una leira, si no la mueves, no produces”, explica Rosa.
El precio sube en las pescaderías…
Al haber menos marisco, su precio en las pescaderías ha aumentado. “Todo depende de las capturas y esta tendencia es la misma que el año pasado: poco y caro”, asegura Bea, dueña junto a su marido, Chema, de un puesto en el mercado de Teis (Vigo). 'La pescadería de mi barrio' lleva abierta una década, en la que la pareja ha experimentado cómo el marisco y otros productos del mar, como el pulpo, han triplicado su valor.
“Si quieres marisco gallego tienes que pagar un 100% más“
Lo mismo le sucede a Rafa, dueño de Pescados y Mariscos Vera en Madrid, que afirma que el problema está en los berberechos, en la almeja y en la navaja. “El año pasado ya tuvimos una subida importante, del 50%, y este año si quieres marisco gallego tienes que pagar un 100% más, es decir, el doble”, específica.
Estas subidas se suman a las habituales de la campaña navideña. “Cada martes pega un subidón. Va a haber un subidón del 30% cada semana, es lo de todos los años”, dice Chema. Para combatir esta situación, muchas personas compran con antelación y congelan. Ahora bien, estas oscilaciones de precio se dan especialmente en los productos vivos que se compran los últimos días. Según Rafa, una nécora, que se vende todo el año a 30 euros, el día 24 se paga a casi 70 euros.
“Hemos asumido el coste casi todos los pescaderos“
“Hemos asumido el coste casi todos los pescaderos”, dice Rafa, que explica que es “inviable marcar un margen comercial normal”, sobre todo en Navidades, cuando recorta sus beneficios entre un 5 y un 10%. Por eso, Bea y Chema han decidido adaptarse a la nueva realidad, en la que los productos del mar se están convirtiendo en un “producto de lujo”: “No podemos asumir costes, porque si no cierras el negocio. Ahora vamos caro y ya está”.
… Pero no genera más ingresos a las mariscadoras
Ahora bien, estos incrementos no se trasladan igual en toda la cadena. Rafa pone el foco en los intermediarios. “En Mercamadrid hay tres grandes que meten casi todo el pescado y luego lo reparten en los diferentes puestos. El 70% pueden ser reventas”, señala, aunque también pone en el foco a los “tres o cuatro gigantes” que acaparan todo el mercado. Por eso, argumenta, las pescaderías locales compran “lo que les sobre, que es lo que se encarece”.
Además, como explican las fuentes del sector, los distribuidores han acudido a otros mercados para compensar la falta de producto gallego. De esta forma, “los precios tienen una oscilación media que no aumentaron en la cantidad suficiente para compensar la caída de producción”, en palabras de García Negro. En 2018, las mariscadoras ingresaron 76 millones de euros. Cinco años más tarde, –y con un periodo inflacionario en medio–, los ingresos cayeron a 47 millones, lo que supone un descenso del 38,16%.
En la Cofradía de Noia, trabajan cinco meses al año, desde octubre a marzo, con un parón en enero. En este periodo, un mariscador podía ganar sobre 14.000 euros brutos. “Ahora te puedes hacer 3.000 euros en una campaña, eso es una bajada tremenda”, considera Rosa, que añade que entre todas las mariscadoras solían generar cerca de 18 millones de euros y han pasado a recaudar tan solo un millón.
“El efecto negativo está siendo sufrido por las mariscadoras y por las empresas vinculadas, como depuradoras”, añade García Negro. También lo sufren las conserveras pequeñas, porque “no tienen producto para enlatar” y, para su negocio, no les vale lo importado. Esta situación también ha tenido un impacto en las pescaderías: “De pagar una conserva de berberecho a 14 euros, a los 28 euros que se está pagando ahora”, ejemplifica Rafa.
“Es imposible vivir del marisqueo”
La pérdida de ingresos afecta directamente a las vidas de las mariscadoras, que son el eslabón más vulnerable de la cadena. “Si hay menos que extraer, hay menos gente que se dedica a esto”, dice Mariño. En su cofradía, el número de mariscadores a flote se redujo de 180 a 110 personas, aunque el marisqueo a pie mantiene su esfuerzo pesquero.
Estos mariscadores acuden a trabajar —si no, perderían su permiso de explotación, muy complicado de conseguir— pero no ganan lo suficiente para dedicarse únicamente al mar. “Es imposible vivir del marisqueo, tienes que tener otro trabajo en tierra”, se lamenta Rosa, que explica que mucha gente deja de mariscar después de conseguir otro empleo.
Ella y su marido compaginaron durante muchos años su oficio con la agricultura durante el verano. "Íbamos al mercado y vendíamos los productos de nuestra huerta", recuerda, pero admite que tenían que trabajar de "sol a sol". Entonces, una vez la inflación golpeó a abonos y minerales, lo abandonaron. Ahora, trabaja como camarera de pisos en alojamientos turísticos.
“Si pudiera vivir del mar todo el año, no haría otra cosa“
En verano limpia estas cabañas turísticas todos los días y, cuando se abre la veda, acude solo los fines de semana. Su jefa le preguntó cómo era capaz de compatibilizar ambos trabajos cuando podría vivir sin mariscar. Rosa nunca dudó de cuál era su oficio, con el que se siente identificada. “Allí eres libre, respiras naturaleza, ves como sale el Sol”, señala la mariscadora, que si “pudiera vivir del mar todo el año, no haría otra cosa”.