Ocho tendencias del cine en 2024
- Las secuelas y universos preexistentes han dominado la taquilla mundial
- Películas como Anora o La sustancia buscan el equilibrio entre cine de autor y de público
La larguísima muerte del cine, pronosticada casi en su nacimiento, tendrá que esperar un año más. A falta de cerrar el año, la asistencia en salas en todo el mundo muestra un escenario de estabilidad a la baja, con una proyección de un descenso del 5% respecto a 2023, según Gower Sgtreet Analytics, que apunta que la excepcionalidad del fenómeno Barbenheimer distorsiona la comparación. La nueva estabilidad, eso sí, es un 20% menor que la del período anterior a la pandemia (2017-2019).
Otra historia es el tipo de contenidos que ofrecen las salas. Pero, incluso en la comparación de las películas calificadas como “adultas” o de “cine de autor”, las salas pueden todavía mirar a la cara a las series y largometrajes directamente destinadas a las plataformas.
Anora, el cine de autor se lanza a por el Oscar
El Festival de Cannes y los Oscar solían ser universos paralelos, pero en los últimos años convergen (Parásitos, El triángulo de la tristeza, La zona de interés). Es cierto que la Academia de Hollywood se ha internacionalizado y ampliado sus gustos, pero en el caso del cine de autor es llamativo cómo ha ensanchado su público. El último ejemplo es Sean Baker: tradicionalmente orillado en Estados Unidos como un puntal del cine independiente social, ha triunfado con el reverso de una comedia romántica.
Anora es también una esperanza de posibilismo industrial: apenas costó 6 millones de euros. No se trata solo de que haya quintuplicado esa cifra en taquilla, sino que es una demostración de que no es obligatorio un gran presupuesto para conseguir resultados artísticos excelsos.
Dune: parte dos, el imperio de las secuelas
¿Hay un patrón éntrelas 25 películas más taquilleras en todo el mundo? Uno clarísimo: 18 de ellas son directamente secuelas o forman parte de un universo preexistente. Un paradigma del que no se salvan ni los viejos maestros (Tim Burton ha estrenado Bitelchús, Bitelchús y Ridley Scott, Gladiator 2). Inside Out 2, Deadpool & Lobezno, Gru 4, mi villano favorito y Vaiana 2, han encabezado la taquilla mundial, con el quinto lugar para Dune, parte dos, en la que el canadiense Denis Villeneuve insufla de su poderoso estilo visual el universo de Arrakis, lo que desnuda aún más lo estirada que estaba la primera parte y el juego de las franquicias.
Emilia Pérez, los nuevos caminos del musical
De naturaleza híbrida, Emilia Pérez se resiste a cualquier clasificación, pero la película Jacques Audiard es el pináculo de una tendencia que se ha repetido en 2024: un protagonismo del cine musical (tradicionalmente recluido en el cine infantil) donde Wicked sería la cara y Joker: Folie à Deux la desconcertante cruz.
En una entrevista con RTVE.es, Audiard defendía así las posibilidades del género: “Se habla con más inmediatez, apela a la inteligencia, a la sensibilidad. El canto tiene una eficacia que no tienen los diálogos. Dependiendo del tema, con la tragedia cantada entras en algo como mitológico”.
La sustancia: la consagración del género
Coralie Fargeat ha llevado a otro nivel el respeto que el cine de género se ha ganado en los últimos años. Que una película tan disfrutona con lo sangriento como la vieja serie B estuviese emplazada en la sección oficial de Cannes sería inimaginable hace diez años, por mucho que sea también una sólida y turbia fábula sobre el envejecimiento y cosificación de la mujer.
El impacto de La sustancia no ha dejado de crecer desde su estreno en la segunda mitad del año y en su gestación hay una bonita moraleja sobre la libertad artística: Universal vendió la película por 12,5 millones de dólares (ya lleva más de 70 recaudados) porque Fargeat se negó a cambiar lo que le pedía el estudio.
The brutalist, la esperanza de un cine adulto y ambicioso
Aunque será estrenada enero de 2025, The brutalist, de Brady Cobert, impactó en el Festival de Venecia y será una de las candidatas en los Oscar y premios del año que viene. La historia ficticia de un arquitecto húngaro exiliado en EE.UU. tras la II Guerra Mundial es un tratado del combate entre la creatividad y el poder. Y lo más interesante es el cómo: con las hechuras del cine más ambicioso de los años 70.
Como en Tár, de Todd Field, Brady Cobert demuestra que no se necesita recurrir a los tan manoseados personajes reales para tratar temas contemporáneos y pasados. Sus más de tres horas de duración, con descanso de quince minutos incluidos, son un desafío para su éxito de taquilla, pero su propuesta merece ser recompensada. En caso contrario, películas de semejante riesgo peligran todavía más.
La habitación de al lado, el ajuste de cuentas con Pedro Almodóvar
El primer León de Oro en el Festival de Venecia para el cine español, y el primer gran festival que gana Pedro Almodóvar ajustó muchas cuentas pendientes. Almodóvar es un maestro indiscutible y La habitación de al lado ha convencido a parte de la crítica, pero incluso a sus mayores defensores les cuesta encajarla en lo mejor de su obra (que equivaldría colocarla en lo mejor de la historia del cine).
Por eso su triunfo en Venecia abra un debate pertinente sobre si hay demasiada reverencia a los grandes popes de la historia del cine por parte del ecosistema cinematográfico, más allá la simple existencia de cada una de sus nuevas películas debe celebrarse.
No other land, el documental como futuro
Si hay un rincón del audiovisual que no esté amenazado por la inteligencia artificial es el documental. Por oportuno y por su calidad, pocos han impresionado tanto en 2024 como No other land, dirigido por el palestino Basel Adra y el israelí Yuval Abraham, que se sirve de las imágenes grabadas por sus directores a las que suma grabaciones de los últimas dos décadas para certificar la destrucción de Cisjordania a cargo de Israel al mismo tiempo que atrapa la vida de sus habitantes.
Tardes de soledad, la búsqueda de nuevas imágenes
La carrera de Albert Serra sigue subiendo peldaños desde los márgenes del cine de autor a un lugar cada vez más relevante de la cultura. Si con Pacifiction se colocó en primera línea, con Tardes de soledad ha filmado su obra maestra sobre un asunto tan polarizado como la tauromaquia.
Formalista puro, Serra solo busca imágenes novedosas y lo logra apostando contra los clichés y entregándose a lo ininteligible, incluso para él mismo, en una de las experiencias más apabullantes que se pueden vivir en una sala. Un documental que dota de sentido las palabras de Martin Scorsese durante su visita a Madrid en febrero: “Si las imágenes ya no significan nada, tenemos que reinventar las imágenes”.