El recuerdo de los voluntarios del tsunami que arrasó el sudeste asiático 20 años después: "El mar se comió la ciudad"
- Más de 220.000 personas murieron como consecuencia del tsunami en el Océano Índico
- Voluntarios de organizaciones españolas ayudaron en la recuperación tras el desastre natural
"La primera imagen que me viene a la cabeza es desde la ventanilla del avión. Faltaba un tercio de la ciudad. Un tercio de la ciudad había desaparecido, se la había llevado la ola y otro tercio estaba inundado. Dije: ‘Madre mía, esto es impresionante’. Ahí es uno de los momentos en los que dices: '¿Dónde nos vamos a meter?'", afirma en una entrevista para RTVE.es el técnico de emergencias en Samur Juan Antonio del Moral, más conocido como "Delmo", al recordar su llegada a la ciudad indonesia de Banda Aceh, una de las zonas más afectadas por el tsunami de 2004 en el Océano Índico.
El 26 de diciembre de 2004, un terremoto de magnitud 9,1 provocó la mayor fractura de una falla jamás registrada y envió olas —algunas de hasta 30 metros de altura— a zonas costeras de diferentes países, especialmente del sudeste asiático. Más de 220.000 personas murieron como consecuencia del tsunami.
Desde el primer momento, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) coordinó la ayuda de emergencia aportada por España y solicitó el envío de los servicios de emergencia sanitarios de Madrid a la isla indonesia de Sumatra dos días después del desastre.
El 31 de diciembre de 2004 un primer contingente de 20 voluntarios —cuatro médicos, cuatro enfermeros y 12 técnicos sanitarios— partió desde Madrid. Este primer grupo de voluntarios fue relevado por un segundo integrado por 22 personas que viajaron acompañadas por siete miembros de la Sociedad Española de Medicina de Catástrofes, cuatro sanitarios del Summa y 10 más procedentes de Cataluña, así como cuatro bomberos de Córdoba.
Delmo era parte de este segundo contingente, formado por "enfermeras, médicos y técnicos en emergencia que hacíamos una función sanitaria y, sobre todo, la parte logística, todo el desarrollo logístico que se necesita sobre el terreno para mantener el campamento funcionando y poder dar asistencia".
"El nivel de destrucción era sorprendente. De lo más que se ha visto", asegura. Durante la misión, admite, "te viene algún momento de duda, pero te vence esa intención de hacer efectiva tu forma de ayudar, de hacerlo de primera mano sobre el terreno". "Es un salto más de prestar ayuda donde de verdad la situación es extrema", añade.
Cruz Roja Española y el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja también movilizaron sus recursos y desplegaron más de 22.000 voluntarios en las zonas afectadas.
Íñigo Vila, quien en ese momento trabajaba en Panamá para la Federación Internacional de Cruz Roja y es ahora director de Emergencias de Cruz Roja Española, fue uno de esos voluntarios. "A mí me pilla pasando las fiestas de Navidad en España y cuando ocurrió recibí un SMS y un correo electrónico pidiendo disponibilidad", explica a RTVE.es.
"Salimos un 31 de diciembre en un vuelo fletado por el Gobierno de España en el cual íbamos varias organizaciones que iban en este caso a Sumatra. Unos estuvieron en Banda Aceh y otros, como nosotros, en Medan", detalla. En aquella misión desempeñó el puesto de jefe de equipo de la unidad de agua y saneamiento.
Vila recuerda que "la primera dificultad que tuvimos fue llegar". "Era una zona con un cierto conflicto armado, con algún tipo de guerrilla, y los temas de seguridad limitaban mucho nuestra posibilidad de movimiento. Tuvimos que ir mandando el equipo de poco en poco", recalca.
"Había sido invadido por el mar y faltaba todo"
En la provincia indonesia de Aceh, en la isla de Sumatra, las olas llegaron a alcanzar los 51 metros de altura y causaron inundaciones hasta cinco kilómetros tierra adentro. Más del 70% de las víctimas mortales por el tsunami fallecieron en Sumatra.
"La primera franja de la costa había desaparecido absolutamente. Se había llevado todo: edificios, calles… Luego, según ibas adentrándote un poco, ya empezaba a haber ruinas y edificios arrasados, demolidos. Si avanzabas un poco más ya sí había restos de la ciudad y se podía circular más o menos", asegura Delmo.
"Había una parte, que podía ser fácilmente un kilómetro y medio, (en la) que no había nada. Había sido invadida por el mar y faltaba todo. Se había comido la ciudad. (...) Era un nivel de destrucción absoluto, hasta el nivel de que la ciudad había desaparecido", explica este técnico de emergencias en Samur. "A posteriori incluso hubo que rehacer cartografías porque había variado el perfil de la costa", añade.
En la ciudad de Medan, también en el norte de Sumatra, la imagen era similar. "La sorpresa fue cómo quedó todo de alguna manera como un solar. Veías el solado de las casas, pero sin una sola pared. Se veía el cuadrado de cemento donde había una casa y, por el contrario, no quedaba absolutamente ni un solo ladrillo en pie", describe Vila.
Además de las imágenes de destrucción que vio en primera persona, el director de Emergencias de Cruz Roja Española recuerda "especialmente el olor de agua estancada". "En algunos sitios quedó agua estancada durante mucho tiempo y esa mezcla de agua salada con salitre en algunas zonas sí que la recuerdo", indica Vila. La población contaba "cómo fue todo de imprevisto, de repente cómo empiezan a llegar las palmeras, rastrojos, vehículos o embarcaciones y, especialmente, la sorpresa de 'me he salvado la vida por el terremoto y de repente la crecida de agua repentina que tuvieron'".
Una "buena escuela" para desarrollar procedimientos de catástrofes
A lo largo de su carrera profesional, tanto Delmo como Vila han participado en diferentes tipos de misiones de ayuda internacional, pero para el técnico de emergencias del Samur los trabajos tras el tsunami de 2004 fueron "una muy buena escuela". "En lo personal para todos los que estuvimos y luego para Samur como tal, para desarrollar luego lo que es su procedimiento de catástrofes y cómo ha evolucionado eso dentro del servicio y del equipo que tenemos ahora de emergencias internacionales", comenta.
La función de Delmo en Banda Aceh estaba centrada en logística y comunicaciones. "Los técnicos de emergencias también hacemos labor asistencial, pero luego hay un grupo más especializado en lo que se refiere al montaje y el mantenimiento del campamento y las comunicaciones entre nosotros", explica.
En el caso de Vila, su función también fue una "buena escuela" para los propios indonesios. Su equipo estaba centrado en agua y saneamiento, "fue la tarea que se le asignó a Cruz Roja Española dentro del dispositivo del movimiento internacional de la Cruz Roja", indica.
"(En Indonesia) no tenían ese tipo de unidad de respuesta para potabilizar agua o trabajar con el saneamiento. Estaban muy centrados en el ámbito de rescate y sanitario, pero no tenían la capacidad de potabilización de agua en emergencias", asegura Vila, quien añade que Cruz Roja de España utilizó la operación para ir formando a los indonesios. "Luego lo sintieron como propio y al final terminaron volando solos. La gente de la Cruz Roja de Indonesia ha venido a España a varias formaciones", subraya.
Imágenes de la DANA que recuerdan lo vivido tras el tsunami
El 20 aniversario del tsunami —uno de los mayores desastres naturales del siglo XXI— llega cuando están cerca de cumplirse dos meses de la mayor catástrofe natural que ha vivido España en este siglo, la DANA que golpeó la Comunidad Valenciana y que afectó también a Castilla-La Mancha y parte de Andalucía.
Las imágenes de las calles completamente enterradas en lodo y coches apilados han recordado en algunos momentos a estos voluntarios españoles lo vivido en Indonesia.
"A veces te puede venir algún flash comparando una situación con la otra", admite el director de Emergencias de Cruz Roja Española. "Te viene especialmente cuando te encontrabas vehículos en sitios insospechados subidos a pequeños montículos o barcos que estaban metidos casi un kilómetro dentro de la línea de costa y dices ‘¿cómo ha llegado esto aquí?’", añade.
Para Delmo una de las mayores similitudes entre las dos catástrofes es "el nivel de destrucción que produce el agua cuando arrastra". "Ahí estaba todo también impregnado de lodo, que llevaba restos de todo con un hedor muy desagradable", asegura el técnico de emergencias en Samur, quien recuerda haber visto "una tanqueta de la Policía indonesia como si fuera un bote de Coca-Cola aplastado". "Tráileres, vehículos, coches… aplastados como si fueran de papel. Es impresionante cuando una masa de agua se desplaza con esa velocidad el poder destructivo que tiene", recalca.
Una de las escenas que afirma Delmo que no se le olvida es la de un hombre que se encontraba sentado en una silla en los restos de lo que tan solo unos días antes había sido su casa. "Solo quedaban los alambres de las vigas, el suelo de la casa, el agujero donde estaba el váter y el primer escalón para subir a la segunda planta. (...) Los traductores que teníamos nos decían: 'Eso es lo único que queda de su casa y si queda alguien vivo de su familia va a venir aquí en algún momento'. Estaba esperando ahí por si volvía alguien de su familia. Son cosas que se quedan muy marcadas", admite.