Dos décadas de la Ley contra la Violencia de Género: un antes y un después con materias pendientes
- RTVE NOTICIAS analiza la ley con Bibiana Aído, Dolors Montserrat, Irene Montero y Ana Redondo
- En lo que va de año, 46 mujeres han sido asesinadas a manos de su pareja o expareja
Hace 20 años, el 28 de diciembre de 2004, echaba a andar oficialmente la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Tan sólo seis días antes se había aprobado, los aplausos habían estallado en el Congreso de los Diputados sin siquiera dar tiempo al presidente de la Mesa a anunciar el resultado de la votación. Se alcanzaba un gran acuerdo en materia de igualdad y el panel luminoso se teñía de un único color, el verde: 325 'síes' y 325 votos emitidos. Las casillas del 'no' y de la abstención estaban apagadas.
Pocas votaciones han salido adelante con tal unanimidad. Esta normativa, pionera a nivel europeo y a escala mundial, marcó un antes y un después en la sociedad española. Por primera vez, se reconocía de manera explícita la violencia contra las mujeres como una violación de los derechos humanos y se establecían medidas integrales para prevenirla, proteger a las víctimas y perseguir a los agresores.
Con motivo del 20 aniversario, RTVE Noticias examina la ley con las protagonistas de estas dos décadas de andadura: la primera mujer en ocupar la cartera de Igualdad entre 2008 y 2010, Bibiana Aído; la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad entre 2016 y 2018, Dolors Montserrat; la ministra de Igualdad entre 2020 y 2023, Irene Montero, y la actual ministra de Igualdad Ana Redondo.
La norma, que salió adelante durante el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, fue desarrollada en gran medida por Bibiana Aído, que se situó al frente del Ministerio de Igualdad cuando este apenas había dado sus primeros pasos. Años después la sucedía Dolors Montserrat. La ahora eurodiputada catalana fue la encargada de, entre otros avances, firmar el Pacto de Estado en 2017. En 2020 pasó a ocupar el cargo Irene Montero, quien apostó por medidas como la ley de garantía integral de la libertad sexual para continuar progresando en la materia. Ahora dirige el Ministerio Ana Redondo, que continúa el legado de sus predecesoras con la aspiración de alcanzar la erradicación de los asesinatos machistas.
La ley contra la violencia de género, un antes y un después
La norma trajo consigo la adopción de medidas concretas que empezaron a combatir y visibilizar el maltrato que históricamente han sufrido las mujeres en el ámbito privado.
"Fue una época de tremendos desafíos", recuerda sobre su época al frente de Igualdad la actual representante de ONU Mujeres en Colombia, Bibiana Aído. "Creo que el Ministerio de Igualdad, por el mero hecho de existir, se convirtió en un objetivo del patriarcado", recalca la gaditana. Pero ahora, 20 años después, con distancia y perspectiva, Aído reconoce que aquella "fue una época de grandes avances, de grandes transformaciones, de apertura y de cambios".
"Todos los pasos que hemos dado siempre han sido para estar al lado de las mujeres, para luchar contra esta gran lacra que es la violencia de género", coincide la eurodiputada del Partido Popular, Dolors Montserrat.
La ley logró visibilizar, en aquel entonces y durante estas dos décadas, un problema que históricamente permaneció oculto. Rompió el silencio y fomentó la denuncia y la búsqueda de ayuda por parte de las víctimas, pero también la adopción de medidas concretas que empezaron a combatir el maltrato.
"Las violencias machistas pasan de ser una cuestión privada a ser una cuestión pública, estructural, social y colectiva que no es responsabilidad de las mujeres, sino de toda la sociedad acabar con ella", reconoce la ahora eurodiputada por Podemos, Irene Montero.
Se creó una red de recursos especializados, como juzgados de violencia de género, casas de acogida y centros de atención a mujeres, que han sido fundamentales para garantizar la protección y el apoyo a quienes sufren violencia. Además, se crearon las bases para la formación de profesionales del ámbito jurídico, sanitario y social en materia de violencia de género, lo que ha permitido mejorar la atención a las víctimas.
Antes de la ley, la violencia machista era un tema casi tabú, invisibilizado y estigmatizado. Las mujeres que sufrían maltrato se encontraban en su mayoría solas y sin recursos, y la sociedad en su conjunto tendía a culpar a las víctimas. La aprobación de esta norma supuso un cambio radical. "Es la gran ley de referencia, no a nivel nacional, sino a nivel internacional y viene precedida de grandes consensos", rememora la socialista y ministra de Igualdad, Ana Redondo.
Desde su entrada en vigor, más de dos millones de mujeres han denunciado maltrato, algo impensable antes de la ley porque el sistema judicial no contaba con una respuesta para plantar cara a la violencia machista.
Las herramientas para poner freno a esta lacra, sin embargo, siguen siendo insuficientes a tenor de los datos oficiales. En lo que va de 2024, 46 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas y, desde el año 2003, fecha en la que se puso en marcha el registro oficial, el número de víctimas asciende a 1.291.
Las nuevas formas de violencia, parte de los desafíos pendientes
No solo las cifras de asesinatos machistas, que siguen siendo inaceptables, además, han surgido nuevas formas de violencia, como el ciberacoso o la violencia vicaria, que requieren de respuestas específicas y adaptadas a las nuevas tecnologías.
"Ninguna ley puede estar embalsamada", asegura Bibiana Aído. Para ella, es importante que se ajusten y se adapten las normas a las realidades actuales. Si bien es una ley que "ha envejecido bien", "el propio concepto se ha quedado estrecho". "No solo hay violencia física o violencia psicológica, sino otros tipos de violencia que hay que abordar: la violencia vicaria, la económica, la patrimonial, la política y la digital, con lo que creo que habría que buscar fórmulas de abordarlas".
También existen grandes lagunas en lo que a la disponibilidad de recursos se refiere. Si bien se ha avanzado enormemente en la creación de recursos especializados, queda camino por recorrer, según las entrevistadas.
"Tenemos que evaluar el Pacto de Estado y renovarlo, porque tenía muchas medidas, un gran presupuesto, mil millones de euros durante cinco años y es verdad que nosotros lo dejamos hecho, pero vino otro Gobierno, uno socialista y donde pensamos que ahora lo que se tiene que hacer es renovar ese pacto de Estado. Evaluarlo, todas las medidas, las que han funcionado, las que no han funcionado, para siempre proteger a las mujeres", enfatiza Dolors Montserrat, que recuerda la necesidad de destinar más recursos.
Coincide Irene Montero: "Nunca es suficiente" el dinero destinado a luchar contra esta lacra. Montero cataloga, además, de "enormemente irresponsable en términos políticos que a la gente se le diga con tanta ligereza que es necesario, por ejemplo, aumentar el gasto militar, cuando lo tendríamos que estar dedicando, entre otras cosas, a políticas de lucha contra las violencias machistas, que es uno de los principales problemas de seguridad y de salud pública que tiene nuestro país". Tenemos que ser consecuentes, más presupuestos, como dice el movimiento feminista, y menos lacitos", enfatiza la madrileña.
"Hay que reforzar los instrumentos, las instituciones, los recursos y hay que hacer frente a estas nuevas violencias que estamos detectando como la violencia vicaria", asegura Ana Redondo. Una violencia que ha dejado este año nueve niños asesinados y contra la que hacen falta "más instrumentos", recalca.
La prevención, pilar fundamental en el futuro de la lucha
Pero además de los recursos, la prevención es clave para erradicar la violencia de género a largo plazo. Es necesario trabajar en la transformación de los roles de género y en la construcción de relaciones basadas en el respeto y la igualdad.
"Me parece que nos ha faltado trabajar mucho más con los hombres", reconoce Aído echando la vista atrás. "Esto no puede ser un tema de mujeres contra hombres. Cuando una mujer avanza en derechos, ningún hombre retrocede y esta ley no es una ley contra los hombres, es una ley contra los hombres que maltratan", sentencia la expolítica. "Creo que hay que hacer mucha pedagogía, nos tenemos que implicar mucho más, tenemos que trabajar en medidas educacionales, en medidas preventivas y de la mano hombres y mujeres", explica.
La educación en igualdad desde la infancia es fundamental para prevenir actitudes machistas y fomentar una cultura de respeto. Ahí, las instituciones públicas tienen un papel fundamental en la lucha contra la violencia de género. Es necesario garantizar la financiación adecuada de los servicios para las víctimas, fortalecer la coordinación entre las diferentes administraciones y mejorar la formación de los profesionales que trabajan en este ámbito.
Sobre esta cuestión, Montserrat incide en la importancia de renovar el Pacto de Estado de 2017. Ella asegura que hay que "invertir en más recursos para ayudar a concienciar a los jóvenes, que se comunican en otros canales, y formarlos ya, no solo en los colegios, sino también en lo que es el bien y lo que es el mal".
"Cada vez que hay un avance hay una ofensiva y ahora esa reacción es preocupante porque se está traduciendo en que incluso personas progresistas", reconoce Montero, que enfatiza en la necesidad de educar para seguir avanzando en materia de igualdad. "Hablan de que España tiene un problema de hombres a los que se les arruina la vida por denuncias falsas, cuando en realidad lo que sigue teniendo España es un problema de miles de víctimas, demasiadas víctimas que siguen en silencio", incide.
La sociedad civil también juega un papel clave. Las organizaciones feministas, los movimientos sociales y los ciudadanos son fundamentales para visibilizar el problema, denunciar los casos de violencia y presionar a las instituciones para que adopten medidas más efectivas. Los hombres también tienen un papel fundamental en la lucha contra la violencia de género y deben ser aliados en este proceso.
"Necesitamos un feminismo colaborativo, donde toda la sociedad, ellos, ellas, jóvenes, mayores, trabajen por avanzar en una democracia real, en una democracia donde todas las personas seamos iguales y tengamos las mismas oportunidades", sostiene Redondo.
La lucha contra la violencia de género, un camino de todos
Erradicar definitivamente la violencia machista no es tarea fácil, queda mucho por hacer. Pero, según recalca Aído, es importante seguir trabajando: "El feminismo es imparable, está consiguiendo profundas transformaciones".
Después de 20 años, uno de los primeros pasos en materia de igualdad es fortalecer el sistema de protección a las víctimas y garantizar que tengan acceso a todos los recursos que necesitan. También es imprescindible seguir avanzando en la prevención, a través de la educación en igualdad y de la promoción de una cultura basada en el respeto. Además, es necesario abordar las nuevas formas de violencia de género que han surgido en los últimos años, como el ciberacoso y la violencia vicaria. Estas nuevas formas de violencia requieren de respuestas innovadoras y adaptadas a las nuevas tecnologías.
Por ello, Montserrat pide "a todas las fuerzas políticas unidad en la lucha contra la violencia de género". "Cuando hemos estado unidos hemos demostrado que hemos luchado de verdad al lado de las víctimas en contra de esta gran lacra; cuando no hemos estado unidos hemos hecho el mayor retroceso en igualdad y en la lucha contra la violencia de género, como la ley del 'solo sí es sí' poniendo en la calle depredadores sexuales", insiste.
"España, objetivamente, es uno de los países pioneros y eso solamente quiere decir que tenemos una enorme responsabilidad en seguir a la vanguardia, haciendo frente a las ofensivas reaccionarias que cuestionan esas leyes y que cuestionan la existencia misma de la violencia machista", expone por su parte Montero.
"Yo sueño con ese día en que no haya asesinatos machistas, que no haya asesinatos de mujeres, que podamos estar libres de esa violencia terrible que se produce además en un ambiente muy próximo, muy cercano, donde tendría que haber todo lo contrario: convivencia, comunicación y empatía, y donde en muchas ocasiones se produce una violencia terrible", sentencia Ana Redondo.