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El espíritu navideño que la dana no se ha podido llevar: "El ambiente es raro, pero intentamos que sean unas fiestas más"

  • Cuando se cumplen dos meses de la tragedia, la sensación de estancamiento es generalizada
  • Las localidades arrasadas por la riada intentan llevar lo mejor que pueden estas fiestas navideñas

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El espíritu navideño sobrevive a la dana
Árbol decorado en el barranco del Poyo, en Paiporta. EFE / ANA ESCOBAR

Las localidades arrasadas por la dana del pasado 29 de octubre intentan llevar lo mejor que pueden estas fiestas navideñas, aunque cualquier celebración resulta difícil cuando solo han pasado dos meses desde la riada y las emociones siguen a flor de piel. Las localidades de l'Horta Sud valenciana continúan luchando por recuperar el pulso diario, pero el proceso de reconstrucción no ha hecho más que comenzar y quedan muchos meses de trabajo por delante.

"Se nota que hay un ambiente diferente, pero por lo que veo, y al menos en mi familia es así, estamos intentando llevarlo con la mayor normalidad posible, que sean unas Navidades más. También nos hace falta ese momento de despejarnos y que parezca que está todo bien y en su sitio", asegura a RTVE.es Mario Werther, un vecino de Beniparrell. Esta localidad, situada entre Albal y Silla, se encuentra a solo 7 kilómetros de Paiporta, dentro de la zona más golpeada por la dana.

"En el pueblo ahora mismo se puede circular, aunque hay locales comerciales que están fatal", describe Werther cuando se cumplen dos meses de la tragedia. "Lo que sí que está muy mal son todas las empresas situadas en el polígono industrial. Va a pasar mucho tiempo hasta que puedan volver a abrir", agrega.

David Murgui es un vecino de Sedaví que perdió a su padre en la riada. "Estamos pasando las fiestas como podemos, sin más. La situación ahora es diferente, pero se afronta", declara, y cuenta cómo en su casa "no hemos decorado nada, porque no lo vemos adecuado". "Creo que la gente sigue teniendo ánimos de Navidad, pero no como otros años. En nuestro caso, con la pérdida de mi padre, no nos han quedado muchas ganas, las fiestas se van a reducir a regalos, Año Nuevo y poco más".

Sobre la situación después de dos meses, este joven reconoce que en su población, Sedaví, se ha recuperado relativamente la normalidad, aunque también se muestra molesto porque "en alguna televisión se ha llegado a decir que en Valencia ya estamos bien, cuando en los pueblos más afectados hay sitios que siguen aún con barro y no se puede hacer vida normal".

Juguetes dejados a los pies de un árbol de Navidad en Paiporta.

Dos niños cogen juguetes dejados a los pies de un árbol de Navidad en la localidad de Paiporta. EFE / ANA ESCOBAR

Sensación de estancamiento

En Paiporta, considerada como el epicentro de la tragedia, el escenario de guerra de los primeros días ha dado paso a una situación de aparente calma, aunque las heridas de la riada son tan profundas que aún tardarán mucho tiempo en cicatrizar. Después de luchar dos meses contra el barro, el cansancio es generalizado, al mismo tiempo que se ha extendido una sensación de estancamiento. "La impresión que tenemos es que todo va muy lento", declara a RTVE.es Gabi Brosel, un vecino de esta localidad que explica a RTVE.es cómo "hay un sentimiento común de cierta tristeza, porque en la ciudad de Valencia se ve todo en color, y en Paiporta, a solo 5 kilómetros, es todo en blanco y negro". "Mucha gente se está planteando que seguramente no vuelva a abrir los negocios que han quedado destruidos", agrega.

En Paiporta, como en la mayor parte de los municipios situados en la denominada 'zona cero' de la dana, los locales comerciales, que ocupan la planta baja de los edificios, han quedado arrasados. Muchos, como cuenta este vecino, ya no se plantean volver a abrir, porque requiere de un esfuerzo material y económico que, o no pueden asumir, o consideran que ya no merece la pena.

Aunque otros negocios, los que requieren menos inversión, ya están funcionando de nuevo, como es el caso de algunas peluquerías, bares o despachos de lotería. "Desgraciadamente, la riada arrasó todos los bajos, con lo cual no hay negocios, no hay vida… Sí que es verdad que poco a poco se están reabriendo los más sencillos de reflotar, pero nosotros lo que percibimos es tristeza. El otro día me di una vuelta con el coche, y donde antes había lucecitas, ahora hay un ambiente apagado", relata Brosel.

Familia Brosel Soler.

Gabi Brosel, en la esquina superior izquierda, junto a los miembros de su familia que han promovido la iniciativa solidaria. FAMILIA BROSEL SOLER

A pesar de ser una más de los cientos de miles de víctimas de la dana, Gabi Brosel decidió no quedarse con los brazos cruzados y ayudar a sus vecinos. Junto con su familia, y en colaboración con la junta local de Paiporta de la Asociación Española Contra el Cáncer, recaudaron el dinero necesario para poder preparar 1.200 bocadillos de embutidos y 600 raciones de callos, que repartieron el día 23 de diciembre. Anteriormente, el 12 de diciembre, ya entregaron otros 650 bocadillos. "Es verdad que la gente, hambre no está pasando, pero la alegras con un bocadillo, que era nuestra idea. Con un simple bocadillo", expresa.

El dinero lo han recaudado entre amigos y familiares, y los embutidos fueron proporcionados por empresas de la localidad albaceteña de Peñas de San Pedro, que se lo dejaron a precio de coste. "Si por mí fuera, no hubiera celebrado la Nochebuena. Con la iniciativa del día 23, en la que nos juntamos los familiares para dar esos 1.200 bocadillos y esas 600 raciones de callos, ya nos damos por satisfechos", declara este vecino de Paiporta, quien no obstante reconoce que "tenemos niños en la familia, y al final por ellos intentas que sea una Navidad lo más normal posible, aunque es difícil".

Un árbol de Navidad muy especial

Poco antes de que comenzara la Navidad, numerosos vecinos de Paiporta se congregaron en el Barranco del Poyo para celebrar el inicio de las fiestas en torno a un árbol que para ellos es muy especial: un eucalipto situado en el cauce, que resistió la fuerza de la riada del pasado 29 de octubre. Los paiportinos lo han adornado e iluminado como un árbol de Navidad. "Se ha convertido en un símbolo de resistencia", asegura Lorena García, una joven albaceteña que vive en esta localidad, y que reconoce que "la sensación que tenemos es que nos han abandonado por completo".

"Nosotros aún tenemos lodo en el garaje. Lo que se ha sacado hemos sido nosotros, a capazos, entre vecinos y voluntarios", asegura a RTVE.es, y critica que "nos han dicho que han venido empresas a limpiar, pero aquí no ha aparecido nadie".

Aunque ella cree que, a pesar de la tragedia, "la gente tiene muchos ánimos". "No sé si es que las personas somos así, que cuanto más hundidas estamos, más fuerza sacamos", dice. "Hablas con gente que lo ha perdido todo, que no puede tirar para adelante, que tiene niños… Y sin embargo te transmiten entereza".