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Análisis

La sombra de Moscú en Europa del Este: cómo la injerencia rusa ha reconfigurado la geopolítica

  • Dicha hipótesis expone que, si un país adopta una determinada ideología, sus vecinos podrían seguir su ejemplo
  • Este "contagio político", iniciado por Hungría, se ha extendido a otros como Eslovaquia, y amenaza con llegar a Rumanía

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La teoría del dominó en Europa del Este: cuando los valores democráticos chocan con el iliberalismo
La teoría del dominó en Europa del Este: cuando los valores democráticos chocan con el iliberalismo ADRIÁN ROMERO

Las acusaciones de interferencias electorales en Georgia, Moldavia y, más recientemente, Rumanía, han puesto en tela de juicio los valores democráticos en Europa del Este. La región se adentra en 2025 en un ciclo electoral con comicios presidenciales y parlamentarios en Bielorrusia, Moldavia, Polonia, República Checa y Rumanía.

La teoría del dominó en las relaciones internacionales expone que, si un país adopta una determinada ideología, sus vecinos podrían seguir su ejemplo, arrastrados por la misma dinámica que contagió al primero. Europa del Este se ha convertido en un campo de batalla donde la influencia política y la definición de alianzas juegan un papel determinante. Una región donde cabe preguntarse si la teoría del dominó, impulsada por la injerencia de Moscú, es real.

"En Europa del Este las democracias son bastante jóvenes", establece la politóloga y profesora asistente en el Instituto Universitario Europeo, Veronica Anghel. "Véase Hungría, un Estado débil desde el principio que no fue difícil de capturar por el partido Fidesz y su líder, Víktor Orbán. Pero también hay otros casos como Rumania, donde el Ejecutivo siempre trata de subvertir procedimientos para resolver problemas y otorgarse más poderes sobre el parlamento", incide.

A medida que sus gobiernos se alinean con valores cada vez más conservadores y nacionalistas, Rusia aprovecha la oportunidad para promover su visión de un orden mundial alternativo frente a la "decadencia" de Washington y Bruselas.

"Hemos visto a Rusia atacar infraestructuras electorales críticas en toda la región. Su objetivo siempre es desestabilizar, porque incluso si no logran colocar a un candidato prorruso en el poder, generan suficiente descontento y dudas en las instituciones para reducir la confianza en los procesos democráticos", revela Anghel.

El concepto "Europa del Este"

La división de Europa en norte, sur y este es más arbitraria en términos geográficos que en términos de su historia política reciente. Todos los países clasificados como parte Europa del Este estuvieron bajo un régimen comunista durante el período comprendido entre 1945 y 1990. En los años posteriores a la caída del Muro de Berlín, la socialdemocracia entró en su fase de apogeo y las economías gestionadas por el Estado en toda la región se liberalizaron.

Con los sistemas de protección social muy socavados tras el fin de la Guerra Fría, la izquierda poscomunista quedó desacreditada al verse asociada con la crisis económica y la corrupción. Esta herencia, así como la nostalgia por el pasado, han configurado parte de las dinámicas políticas internas actuales de cada Estado que compone dicho territorio.

Los países que forman parte de Europa del Este son los siguientes: Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Bulgaria, Eslovaquia, Georgia, Hungría, Moldavia, Polonia, República Checa, Rumania, Rusia y Ucrania. De todos ellos, Bulgaria, Eslovaquia, Hungría, Polonia, República Checa y Rumanía son parte de la Unión Europea y la OTAN.

El sospechoso habitual y la cara nueva

Al este de la renovada solidaridad occidental contra Rusia se encuentra un miembro problemático. Hungría, bajo la dirección del primer ministro, Viktor Orbán, se ha alineado de manera ambigua con Moscú, buscando captar aliados que pongan en evidencia las tensiones dentro Europa y la OTAN.

En el caso de la UE, "dado que algunas de las sanciones previstas en los tratados necesitan la unanimidad del resto de Estados, basta con que dos de ellos se conjuren para que estas queden en papel mojado, de ahí el interés de Hungría para buscar cómplices", revela el editor y autor de dos libros sobre las políticas de Orbán, Luis García Prado.

El Gobierno húngaro ha actuado en los últimos años como un esquirol para las estructuras de Occidente. Su postura ha sido clara: mientras se acoge al paraguas de la OTAN-UE y disfruta de su protección, promueve un "Estado iliberal" entre sus vecinos que es respaldado por Moscú.

"Hungría tiene muchas capacidades de proyección en el exterior mediante el uso de las minorías húngaras, que activa o desactiva según le conviene", revela García Prado. "Así ha ocurrido con sectores de la minoría magiar en Rumanía: en las últimas presidenciales, estos grupos llegaron a plantearse votar a Calin Georgescu, pese a que viene de un partido de ultraderecha y antihúngaro", apunta.

En todo caso, "Hungría debe entenderse como una excepción, porque ningún otro país ha llegado tan lejos en la vía del desmantelamiento de la democracia. Y pese a que es cierto que su ejemplo puede irradiar en la región, será como resultado de la necesidad política de Orbán para encontrar aliados afines", sentencia.

Este "contagio político" interesado ya ha alcanzado a otros Estados de su entorno, como Eslovaquia. Comandado por el nacionalista Robert Fico, el país está adquiriendo una postura cada vez más renuente a apoyar la guerra en Ucrania.

Según las encuestas del Eurobarómetro realizadas en junio de 2023, solo el 54% de los eslovacos aprobaba proporcionar ayuda financiera a Ucrania, en comparación con un promedio de la UE del 75%.

"Eslovaquia se encuentra en una situación paradójica en la que, en teoría, se parece mucho a Hungría, pero no es totalmente pro-Putin, más bien es un término medio", enuncia el experto de la UE de la Fundación Geremek en Varsovia, Piotr Maciej Kaczynski.

Los eslovacos consideran que la mejor posición geopolítica es la del equilibrio. Es una paradoja, ya que dos tercios de los eslovacos piensan que Rusia es una amenaza, según una encuesta de la ONG eslovaca GLOBSEC.

"Esto se explica porque su población se siente irrelevante en los asuntos mundiales, unido a la la amenaza de tener una frontera con Ucrania", explica Kaczynski. "Es por ello que, al contrario que otros vecinos como Polonia, prefieren mantenerse al margen, de ahí que el enfoque de Robert Fico de mantener un perfil bajo sea tan popular", agrega.

Sin embargo, y al contrario que en Hungría, el Gobierno eslovaco aún cuenta con una oposición notable y con capacidad de maniobra. "Debemos recordar que el partido de Fico solo posee 27 escaños de un total de 150, por lo que en lo que destaca su formación es en la capacidad para formar coaliciones", detalla.

El "faro polaco"

Las elecciones de 2023 en Polonia marcaron un punto de inflexión en la trayectoria política del país. Su primer ministro, Donald Tusk, se ha convertido en lo que él mismo denomina un "faro de la esperanza" contra las derivas iliberales en el continente. El desplome de la formación ultraderechista Ley y Justicia representa un claro mensaje de resistencia frente a las amenazas contra el sistema de valores de la Unión Europea.

"Tusk es una figura clave en este proceso, y la confianza depositada en él es fundamental", declara Kaczynski. "No está en la política por el poder, sino como un servidor de la democracia. Esa fue su mayor motivación para regresar a la política: salvar al país del iliberalismo, y está cumpliendo su promesa".

Desde la invasión de Ucrania, Polonia se ha convertido en un miembro destacado de la OTAN. Más aún ante la creciente agresión híbrida de Rusia, que incluye ataques cibernéticos, espionaje y presión migratoria.

Sin embargo, su estrategia para frenar injerencias extranjeras, que debería ser una doctrina conjunta de la Alianza, solo se está aplicando en los países en primera línea, es decir, Polonia y los Estados bálticos.

"Ningún país europeo por sí solo puede enfrentarse a Rusia; la única respuesta es la cooperación", argumenta Kaczynski. "Y eso es lo que Tusk está llevando al Consejo Europeo, intentando convencer a los miembros de estar preparados. Polonia está gastando casi un 4% de su PIB en defensa, lo que le da a Tusk un rol de liderazgo", insiste.

Polonia busca reafirmarse como un baluarte de resistencia dentro de la UE y la OTAN. La pregunta es si su cambio puede entenderse como una tendencia sólida o un espejismo que amenaza con diluirse en futuros comicios. "El elemento clave del éxito de Tusk fue movilizar a una sociedad civil muy cohesionada, especialmente el voto de los jóvenes y el femenino para frenar el iliberalismo. La duda está en cómo motivará a los grupos que le apoyaron en 2023 para que continúen haciéndolo en 2025 cara a las elecciones presidenciales", cuestiona.

El golpe de timón rumano

Por el contrario, la situación política en Rumanía refleja un escenario inquietante de desilusión política y polarización. La anulación de la primera vuelta de las elecciones presidenciales no ha alejado la sombra del iliberalismo, que ha aflorado en la figura de Calin Georgescu, quien ha capitalizado el descontento popular con los partidos tradicionales.

"[Georgescu] logró captar, por un lado, los votos antisistema de personas contrarias a los partidos en el poder, principalmente los de la diáspora rumana que vive en Europa", argumenta el director de programas en el Centro Rumano de Políticas Europeas, Alexandru Damian. "Por otro lado, también aglutinó a individuos que creen en teorías de la conspiración, como los antivacunas, además de los que se oponen al apoyo a Ucrania", resume.

Su discurso lo colocó en una posición de fuerza que se dejó sentir con el auge de formaciones ultranacionalistas en los comicios parlamentarios. Este ha sido el caso del ya institucionalizado Alianza para la Unión de los Rumanos, pero también de las nuevas formaciones SOS Rumanía y Partido de los Jóvenes.

"Hasta ahora no habíamos tenido esta retórica anti-UE o anti-OTAN; nos considerábamos un país estable en una región inestable", admite Damian. "Lo que ha cambiado es esta creciente decepción con las autoridades públicas y, por extensión, con la Unión Europea. Como resultado, estos movimientos de extrema derecha están utilizando a la UE como chivo expiatorio, culpándola de controlar nuestro Gobierno".

La influencia de la propaganda rusa en las presidenciales rumanas, aunque no se ha admitido explícitamente, también resulta significativa. Los informes del servicio secreto rumanos revelaron campañas masivas en redes sociales que intentaron favorecer a Georgescu, así como fondos sin declarar desviados a su causa. Estas irregularidades aceleraron la anulación de la primera vuelta electoral.

"Teníamos esta perspectiva inocente de que, porque somos de la OTAN y la UE, [Rusia] no haría nada contra nosotros", expone Damian. "Algo bastante ingenuo, porque vimos lo que hicieron en Moldavia con las elecciones presidenciales y el referéndum europeo; fuimos testigos en primera persona de compra de votos o apoyo a candidatos antieuropeos a través de bots en redes sociales".

Si Georgescu vuelve a obtener una nueva victoria en la repetición de elecciones, podría unirse a esa creciente coalición de voces escépticas respecto a Ucrania y la OTAN, lo que representaría un grave desafío para la estabilidad de Europa del Este.

Pero incluso si queda excluido del próximo proceso electoral por sus irregularidades, Damian no es optimista: "En casos de interferencia rusa, nunca tienen una sola persona que haga el trabajo. Entretanto, alimentarán entre los votantes un sentimiento que, aunque no sea necesariamente prorruso, seguirá cuestionando el sistema político rumano", concluye.

Más allá de la UE: Moldavia

La guerra en Ucrania también ha puesto a varios países de Europa Este fuera del entorno UE-OTAN, como Moldavia, en un delicado balance geopolítico entre Rusia y Occidente.

El conflicto en Ucrania ha profundizado la división en el pequeño Estado, con una sociedad marcada por un fuerte debate sobre qué modelo geopolítico seguir. A pesar de los esfuerzos proeuropeos liderados por la presidenta Maia Sandu, muchos moldavos todavía consideran a Rusia como su principal socio económico, por lo que la adhesión a la OTAN sigue siendo un tema poco popular. No ocurre lo mismo con la UE, donde las posturas son más equilibradas entre afines y detractores a la integración.

Asimismo, el conflicto en Ucrania ha forzado un realineamiento en el país, impulsando a Moldavia a intensificar su cooperación con organizaciones occidentales. Rusia lo sabe, de ahí su injerencia en las últimas elecciones mediante desinformación, pero también a través de canales de presión tanto económicos como mediáticos.