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Análisis | Estados Unidos

Jimmy Carter: ¿el peor presidente y el mejor expresidente?

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El expresidente de los Estados Unidos y Premio Nobel de la Paz, Jimmy Carter
El expresidente de los Estados Unidos y Premio Nobel de la Paz, Jimmy Carter

Es una manera de simplificar el juicio que popularmente se hace de Jimmy Carter en los Estados Unidos. Cuando la oposición conservadora quiere descalificar a un presidente del Partido Demócrata, lo expresa así: "Va a ser incluso peor presidente que Jimmy Carter". También en el caso del actual, Joe Biden. Si en internet se busca en inglés por las palabras "Jimmy + Carter + peor + presidente" salen multitud de artículos, unos argumentándolo, otros rebatiéndolo.

Me hice adulta con Jimmy Carter ya como expresidente y he visto cómo a lo largo de casi 40 años fuera de la Casa Blanca se empleó a fondo para dejar un legado positivo, con una fundación para mediar en conflictos internacionales, y colaborando, martillo y clavo en mano, con la construcción de viviendas para sintechos, por ejemplo, en Nueva Orleans tras la destrucción del huracán Katrina (2005) con 81 años de edad. En 2018, con 94, aún se le vio con casco, guantes y martillo en Indiana.

Una actividad que sus admiradores aplauden por ejemplar, pero sus detractores consideran falsa y de cara a la galería para resarcirse del mal recuerdo que dejó su Presidencia.

Premio Nobel de la Paz

Jimmy Carter logró cerrar el acuerdo de paz entre Israel y Egipto (los acuerdos de Camp David) que había empezado a tejer Henry Kissinger bajo la presidencia de Richard Nixon, pero no fue eso por lo que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2002, 22 años después de dejar la Casa Blanca, sino por "el esfuerzo incansable para encontrar soluciones pacíficas a conflictos internacionales, por el avance de la democracia y los derechos humanos, y por promocionar un desarrollo económico y social".

La derecha estadounidense lo consideró un ataque del Comité Nobel, un premio contra los Estados Unidos porque lo concedieron a Carter, que era muy crítico con el presidente del momento, el republicano George W. Bush.

Bush había lanzado la invasión de Afganistán y preparaba la de Irak, en su denominada guerra contra el terrorismo tras sufrir los atentados del 11 de septiembre en 2001. Para entonces, Jimmy Carter ya se había ganado fama de izquierdoso y no siempre leal con la política y el gobierno de turno en Washington.

Presidente de un solo mandato

Jimmy Carter no logró ser reelegido en 1980, perdió por goleada frente a Ronald Reagan. El mayor margen de la historia entre dos candidatos. En los Estados Unidos no ser reelegido te convierte en un fracasado, aunque ha habido otros, por ejemplo George H.W. Bush, el padre, para quienes el juicio no es tan cruel.

Con la perspectiva de más de cuatro décadas, el legado de Carter aparece más positivo y trascendente que en su momento, pero aun así todo quedó eclipsado por los fracasos. Uno por encima de todos: Irán.

Errores o mala suerte

Jimmy Carter llegó a la Casa Blanca en enero de 1977, tras una de las épocas más turbulentas de los EE.UU.: la sangría y derrota en Vietnam, el asesinato de un presidente (John F. Kennedy) y un candidato (Bob Kennedy), la violencia contra la población negra y el escándalo del Watergate.

Con ese panorama y en medio de ese estado de ánimo apareció Carter, el desconocido gobernador de Georgia (del Sur segregacionista y exesclavista), un político que hacía campaña en vaqueros y ofrecía un discurso más cercano al ciudadano medio en nombre de superar las heridas recientes. Pero las circunstancias no se lo pusieron fácil y la sociedad y la prensa post-Watergate, tampoco.

Carter tuvo que hacer frente a la crisis del petróleo y la inflación, y dio un paso que hoy se valora, pero entonces fue denostado y ridiculizado: empezó una tarea de concienciación de la dependencia energética que tenían los Estados Unidos del petróleo de los países del Golfo, y la necesidad de elaborar una política energética propia. Fue el primero en hablar del medio ambiente y del cambio climático, y tomar medidas al respecto. ¡Casi un cuarto de siglo antes que Al Gore!

Lo ridiculizaron, entre otras cosas, porque, en su afán de presentarse como un presidente más moderno y cercano, en uno de sus primeros discursos al país apareció junto a la chimenea y con un jersey, con una "rebequita".

Pero por encima de todo, lo que dinamitó la presidencia de Carter fue la toma de rehenes en la embajada de Teherán, que marca hasta el día de hoy la hostilidad entre los Estados Unidos e Irán.

Poco después de la Revolución de los ayatolás que derrocó al Sha, gran aliado de los EE.UU., Carter se negó a dar asilo al gobernante depuesto, pero sí aceptó en octubre de 1979 que se tratara en un hospital estadounidense. Irán pidió la extradición y ante la negativa de Washington empezó a haber protestas frente a la legación diplomática en Teherán.

Jimmy Carter el Presidente

El 4 de noviembre, una turba asaltó la embajada y mantuvo 52 ciudadanos estadounidenses como rehenes durante más de un año. Durante ese largo secuestro, un intento de rescate militar fracasó. Murieron ocho militares estadounidenses y la operación fue motivo de escarnio en Irán. Una humillación nacional sobre la de Vietnam, a pocos meses de las elecciones.

Carter se enfrentó a la campaña electoral de 1980 debilitado y, para ponerle la reelección aún más difícil, y rompiendo una norma no escrita, al presidente le salió un rival dentro del propio partido, y no cualquiera, el tercer heredero de los Kennedy, Ted, con el propósito de tomar el aura y el relevo de sus dos hermanos asesinados. Un gol en propia puerta.

Y enfrente, en el Partido Republicano, el desafío definitivo, el carismático gobernador de California, exactor de Hollywood, con un discurso optimista apelando a valores conservadores tradicionales y una pre-versión del Make America Great Again. Ronald Reagan. Empezó la revolución conservadora.

Coincidencia sospechosa

Ronald Reagan juró el cargo, como es tradición, el 20 de enero de 1981 al mediodía. Unos minutos después, cuando Reagan aún no había empezado a ejercer como presidente, el Gobierno de los ayatolas liberó a todos los ciudadanos estadounidenses. Un regalo de bienvenida.

Esa coincidencia levantó suspicacias desde ese mismo momento, la sospecha de que había habido un pacto entre la campaña de Reagan y los fundamentalistas iraníes, pero nunca se ha podido probar.

Más de 40 años después, apareció una especie de testigo de cargo: Ben Barnes. Contó al New York Times que por encargo del jefe de campaña de Ronald Reagan hizo una gira por Oriente Próximo para hacer saber al Gobierno iraní que si mantenían el secuestro de los ciudadanos estadounidenses hasta pasadas las elecciones, con Reagan tendrían un mejor trato a cambio.

Había que evitar que Carter se apuntara el tanto de la liberación, aunque fuera a costa de prolongar el secuestro de unos compatriotas. En esa supuesta conspiración hubo una escala y reunión en Madrid en agosto de 1980, tres meses antes de las elecciones.

No hay pruebas definitivas para ese testimonio y esa teoría, pero pocos años después de la elección de Reagan estalló el Irangate, se supo que Washington vendía clandestinamente armas a Irán, el país sobre el que había decretado un embargo. ¿El trato favorable que habían pactado?

Jimmy, Rosalynn y la fe

No puede entenderse la personalidad de Jimmy Carter sin dos pilares de su vida, su fe religiosa y su pareja y socia de más de 77 años, Rosalynn.

Entra las últimas veces que se vio, o vislumbramos más bien, al expresidente fue en los dos funerales de su esposa a finales de noviembre del año pasado. Lo llevaron en una silla ruedas, más que sentado, estirado, y en apariencia bastante ausente. Ese cuerpo de Jimmy Carter agónico, volvió a sorprender por su resistencia.

En febrero de 2023, con 98 años, el expresidente decidió que no quería más tratamientos médicos que los meramente paliativos, quiso que la naturaleza siguiera su curso y acabar sus días en casa con su esposa, también enferma.

Cuidados paliativos está asociado a una muerte inminente, así fue con su esposa Rosalynn, que murió dos días después. Pero el incombustible expresidente ha vivido casi dos años más, le dio tiempo a cumplir los 100 y, a pesar de su deterioro físico, a votar en noviembre por Kamala Harris o, lo que es lo mismo, contra Donald Trump para presidente de los Estados Unidos. Sus deseos políticos no se cumplieron y él no lo verá, Jimmy Carter ha muerto 22 días antes de que Trump vuelva como presidente a la Casa Blanca.