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Incendios, huracanes y el "impacto psicológico" de superar la barrera de 1,5 grados: 2024, el año más cálido

  • Este año será el primero que supere este aumento de temperatura, el límite marcado por el Acuerdo de París
  • En España no ha sido tan caluroso y las lluvias han aliviado la sequía, pero también han provocado desastres como en Valencia

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Una mujer camina entre el bosque arrasado por los incendios en Portugal el pasado septiembre
Una mujer camina entre el bosque arrasado por los incendios en Portugal el pasado septiembre

Los registros de los últimos meses del año ya lo advertían y los datos de noviembre hacen que sea prácticamente seguro: 2024 será el año más cálido jamás registrado. No solo eso, sino que se trata también del primer año en el que la temperatura aumentará más de 1,5 °C por encima de los niveles previos a la Revolución Industrial, según el programa europeo de observación Copernicus.

¿Qué significa exactamente este hito para el planeta? Los países de todo el mundo firmaron en 2015 el Acuerdo de París, según el cual se comprometían a reducir las emisiones para limitar el aumento de la temperatura a dos grados o, idealmente, a 1,5 °C a final de siglo, con tal de evitar efectos del cambio climático aún más catastróficos de los que ya estamos viviendo.

Que un año concreto haya superado esta barrera no significa que se incumpla el Acuerdo de París —para ello se tendría que hacer la media de 20 o 30 años, entienden los expertos—, pero supone un importante "impacto psicológico", explica a RTVE.es Carlo Buontempo, director del Servicio de Cambio Climático de Copernicus. "Aún no estamos en ese umbral, pero está claro que cada año que pasa, cada mes, más nos acercamos", señala.

Efectos del cambio climático del Ártico al Amazonas

Se calcula que el planeta se ha calentado hasta ahora, de media, unos 1,3 grados respeto a la temperatura preindustrial. Ya solo con este aumento, los efectos se han hecho notar con fuerza este año en todo el mundo, del Ártico al Amazonas. 

Este diciembre se ha conocido que la tundra ártica, que históricamente ha funcionado como un sumidero de dióxido de carbono, ha pasado en su lugar a emitir este gas, el principal responsable del calentamiento global, por efecto del deshielo y los incendios, según un reciente informe de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA). 

En Canadá, los incendios han sido tan activos que el humo ha cruzado el Atlántico y se ha podido ver y oler en Europa, como ya ocurrió en nuestro país el año pasado. Más al sur, en el Pantanal brasileño —la mayor zona de humedales tropicales del mundo— y en Bolivia, los incendios han alcanzado niveles nunca vistos, como se puede observar en las imágenes por satélite.

"La escala de algunos de estos incendios es histórica, especialmente en Bolivia, el Pantanal y partes del Amazonas", asegura Mark Parrington, científico del Servicio de Monitorización Atmosférica de Copernicus.

Solo entre noviembre y diciembre, el mundo se ha visto azotado por una insólita serie de seis tifones en Filipinas en menos de un mes y el ciclón Chido ha dejado previsiblemente "varios cientos" o "miles de muertos" en la isla francesa de Mayotte. Cada vez hay más conocimiento científico que vincula la mayor frecuencia de estas tormentas con el cambio climático.

Europa se calienta el doble que la media global

El aumento de la temperatura no es igual en todo el mundo. En Europa "la subida de temperatura es aún más fuerte que el promedio global", y ya alcanza los 2,3 grados respecto a tiempos anteriores a la Revolución Industrial, según señala Buontempo.

Aquí el año ha estado marcado por desastres como los grandes incendios de Portugal y de Grecia, que obligaron a movilizar efectivos internacionales. Pero el balance más trágico lo han dejado las inundaciones: la borrasca Boris en el centro y este del continente y la dana de Valencia, uno de los peores desastres en Europa en tiempos recientes, con más de 200 muertos.

Estos fenómenos extremos "suben de intensidad por el cambio climático", explica el experto de Copernicus: "Tienen más energía, más lluvia, por eso tenemos que prepararnos".

A diferencia de la reducción de emisiones, que requiere de acuerdos internacionales difíciles de lograr -como se ha visto en la reciente cumbre del clima-, la adaptación a los efectos del calentamiento global "es muy local" y se puede hacer "muchísimo" a este nivel, tanto desde las administraciones, como desde la sociedad y las empresas.

Lluvias muy dispares en España: de la sequía a las inundaciones

El Mediterráneo, explica el meteorólogo de TVE Albert Barniol, es uno de los "puntos calientes" del cambio climático, azotado especialmente por las sequías y patrones de precipitación muy cambiantes. 

España lo ha vivido en los últimos años: aunque la cantidad de lluvia total que cae es similar a la del pasado, "ahora tenemos episodios de lluvias muy intensas en breve espacio de tiempo y luego tenemos muchos espacios de tiempo sin precipitación, con lo que los periodos de sequía se mantienen o se extienden".

Además, estas lluvias torrenciales provocan que el agua sea "menos aprovechable": es más difícil de almacenar en los embalses y las plantas y el suelo tampoco lo pueden absorber fácilmente.

Aun así, según este meteorólogo, "en general podemos decir que el 2024 en España es un año relativamente positivo en cuanto a la precipitación, porque ha roto la tendencia de la sequía extrema que estaban sufriendo algunos territorios", como Cataluña o Andalucía oriental. Aunque estas cuencas siguen por debajo de la media de los últimos diez años, la situación no es tan mala como la de 2023, cuando fueron necesarios cortes en cientos de municipios.

En cuanto al calor, "no es de los años más calurosos que hemos tenido en España, pero sí que continúa siendo un año cálido". El pasado otoño y verano han sido más cálidos de lo normal, y se espera que el invierno también lo sea, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).

"El clima no se toca con las manos"

Pero aunque se rompa un récord tras otro, ¿se traslada esta urgencia a la sociedad? "Este es el problema de siempre, que el clima no se toca con las manos, y el clima global aún menos", señala Buontempo. 

"Si hoy salgo a la calle y hace un frío que pela y hay nieve, no parece que el cambio climático sea un gran problema". Es una cuestión de "percepción", sigue, "porque nunca nadie ha vivido en el promedio global". Por ello, recuerda, "tenemos que fiarnos de las observaciones y de los modelos". 

Si hoy salgo a la calle y hace un frío que pela y hay nieve, no parece que el cambio climático sea un gran problema

Mientras, Barniol explica que no nos llaman tanto la atención los récords de calor porque "como año a año cada vez vivimos en un territorio más cálido, poco a poco nos vamos acostumbrando". Además, hay variables que son "más llamativas que otras". Mediáticamente, por ejemplo, las imágenes de las olas de calor no son tan “espectaculares” como lo pueden ser las de una dana.

Las altas temperaturas probablemente tengan incidencia en un número mayor de gente [que la DANA], incluso en fallecimientos, pero nos llaman mucho menos la atención

"El impacto en vidas humanas de la dana es dramático. Las altas temperaturas probablemente tengan incidencia en un número mayor de gente, incluso en fallecimientos, pero nos llaman mucho menos la atención", expone. En 2023 hubo casi 48.000 muertes por calor en Europa, según un estudio del ISGlobal de Barcelona, 8.300 de ellas en España

Más difícil reaccionar a estos fenómenos si no nos condicionan el día a día

A esto se añade otro elemento clave en cuanto a la respuesta que damos a estos fenómenos, y es la manera distinta en la que "nos afectan en el día a día", sigue el meteorólogo del equipo de TVE. 

"Si tú en tu día a día puedes continuar yendo a trabajar, el hecho de que tengamos temperaturas cada vez más altas te afecta más o menos, y si tienes que pagar un peaje muy elevado para intentar mitigar eso sin que tenga una consecuencia directa, cuesta mucho que reacciones hacia ello", explica. 

Cuesta, por ejemplo, hacer llegar el mensaje de que no podemos conducir nuestro coche de siempre o cambiar hábitos muy asentados para bajar las temperaturas. En cambio, es más fácil que reaccionemos ante eventos que interrumpen trágicamente nuestra vida cotidiana, como las inundaciones de Valencia, y también que se tomen medidas de adaptación, más cercanas y visibles en cuanto a sus efectos.

Es mucho más fácil decirle a la gente que tienen que tener más controladas las rieras y los ríos, o que tienen tener un sistema de aviso para inundaciones

"Es mucho más fácil decirle a la gente que tienen que tener más controladas las rieras y los ríos, o que tienen tener un sistema de aviso para inundaciones", sigue. También ocurre con las sequías, que percibimos en nuestras carnes. "La gente que vive en el campo y no podía regar está muy sensibilizada, e incluso una parte de la población aceptaba cosas como que no se podían rellenar las piscinas".

Pero sequía, inundaciones y olas de calor están conectados por el mismo hilo: un clima cambiante, que ya no es el mismo que ha sostenido durante siglos a la humanidad y que está llevando el mundo a cotas desconocidas.