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El ritual del Año Nuevo: el papel de las tradiciones y cómo no frustrarnos con los propósitos

  • Según algunos expertos, las tradiciones de fin y comienzo de año fortalecen el sentido de comunidad y pertenencia
  • "La presión, el estrés y la ansiedad aumentarán si los objetivos no son acordes a la realidad", explica la psicóloga Cordova

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Con la bienvenida del año nuevo llegan los propósitos para 2025

Desde rituales con baños en champán hasta la entrega de sobres rojos con dinero, existen diversas tradiciones que las personas adoptan para alcanzar sus propósitos de Año Nuevo. Cada año, en estas fechas, es habitual que muchas personas se tomen un momento para reflexionar sobre sus metas personales. Algunos prefieren escribirlas en un papel, otros las organizan mentalmente como una lista de buenos propósitos, y hay quienes deciden compartirlas en redes sociales (aunque, en algunos casos, terminen convertidas en un meme).

Anthony Aveni, astrónomo y antropólogo de la Universidad de Colgate en Nueva York, considera en su libro The Book of the Year: A Brief History of Our Seasonal que al entrar en un periodo de transición, tenemos la necesidad desde hace siglos de protegernos frente a la incertidumbre. Y como forma de protección, los rituales al final y principio de año juegan un papel fundamental.

"Un espacio simbólico de unidad"

Además de luchar contra lo desconocido, Isaac Mayo, politólogo en el Colegio de Política y Sociología de Cataluña, explica a RTVE.es que estas tradiciones ayudan a reforzar el sentido de comunidad y pertenencia, tanto del grupo como de la sociedad. "Actúan como rituales colectivos que integran, estructuran y renuevan los vínculos sociales y simbólicos". Especialmente, según destaca, al vivir en un mundo cada vez más fragmentado por la tecnología y la individualización, ya que "permiten construir un espacio simbólico de unidad en el que las diferencias sociales, económicas o culturales se diluyen temporalmente en favor de un sentimiento común de renovación y esperanza”.

Mayo destaca la función psicológica y social del Año Nuevo, que nos lleva a reflexionar sobre el pasado y proyectar deseos o metas hacia el futuro. "También es un ejemplo de cómo las sociedades construyen narrativas en torno al tiempo para organizarse y otorgar significado a sus experiencias".

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Estas celebraciones también comunican valores y normas compartidas, reflejando lo que cada sociedad considera importante y las formas en que enfrenta el futuro, según señala Manuel Julián Orden del Pozo, miembro de la Junta de Gobierno del Colegio de CC. Políticas y Sociología de Castilla-La Mancha. "No solo nos conectan con nuestras raíces culturales, sino que también revelan nuestras aspiraciones, nuestros temores y nuestra manera de comprender el mundo".

Funcionan como ritos de paso que simbolizan el fin de un ciclo y que, según explica el sociólogo, pueden ayudar frente a la inquietud ante lo desconocido. "Estos rituales ofrecen renovación y control, organizan nuestras experiencias y expectativas, y permiten enfrentar emociones sin miedo a ser juzgados. Además, facilitan la adaptación a lo desconocido y ayudan a reducir la ansiedad frente a la incertidumbre".

Por ejemplo, comer doce uvas en España y en algunos países de América Latina "es un acto cargado de esperanza, un deseo colectivo de que los próximos doce meses estén llenos de prosperidad y buena suerte", recalca Del Pozo.

"La gente tiende a copiar lo que ve o escucha"

Sea cual sea el motivo, las personas continuamos celebrando este ritual ancestral de transición hacia el nuevo año. Sin embargo, los propósitos que nos establecemos han pasado a ser algo más personal e individual.

Diana Cordova, psicóloga en la plataforma de salud mental En Calma, explica a RTVE.es que existen varios factores por los que las personas tienden a establecerse estas metas. Uno de los motivos tiene que ver con la sensación de bienestar. "Sienten que están culminando una etapa y que, aunque no les haya ido tan bien este año, tienen que proponerse ciertos objetivos con la esperanza de que sí van a conseguir cumplirlos", subraya. Unos objetivos que esta experta considera como "irrealizables", ya que suelen ser "demasiado generales".

"Muchas veces no son tangibles o de acuerdo a la realidad de la persona", añade Cordova, quien destaca como segundo factor la presión social, en especial derivada de las redes sociales. "Creo que las personas tienden a trazarse metas muy generales de acuerdo a lo que ven, escuchan, y no tanto por su situación real. La gente no se pregunta: ¿realmente este es mi objetivo o lo estoy copiando?". Según la experta, este es uno de los principales motivos que explican la alta tasa de fracaso.

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La cara oscura de esta tradición viene cuando la persona no logra cumplir estas metas. "Mientras más objetivos tengas que no sean de acuerdo a tu realidad, la presión, el estrés y la ansiedad aumentarán. Además, la sensación de sentirte triste o fracasado es más alta", subraya.

Esta experta invita a seguir estableciéndose propósitos, pero más realistas y paulatinos. "Si una persona lo va consiguiendo, poco a poco va a hacer que se sienta más segura, emocionalmente, y capaz para seguir estableciéndose metas en los próximos años", aclara. Como consejos, considera que es necesario que antes de que la persona se haga esa nueva lista es bueno "agradecer el año que han tenido" y, en el caso de no haber logrado las metas pasadas, "permitirse el fallar" como parte del proceso.

Tirar lo viejo como símbolo de renovación

Sin embargo, aunque existen prácticas comunes, la manera de llevar a cabo nuestros propósitos varía según la región del mundo en la que nos encontremos. En la cultura iberoamericana, por ejemplo, existen diferencias sobre lo que significa hacer propósitos. De hecho, cuando el reloj marca la medianoche del 1 de enero, en Colombia se hacen deseos. "Estos suelen ser más generales como pedir salud o encontrar trabajo. Yo considero que los propósitos suelen ser algo más puntual", ha comentado a RTVE.es Mar Ortega, ciudadana de Medellín.

"También quemamos el conocido como Año Viejo. Se trata de una figura simbólica que representa cosas que quieres quemar y dejar del año que termina. Suelen ser figuras de trapo rellenas de periódico o papel y pueden ser cantantes, presidentes, o anónimos", especifica Mar. Estos curiosos muñecos se venden en la calle y suelen estar vestidos con ropa que la gente ya no utiliza.

Quema de Año Viejo en Panamá

Fotografía de muñecos de año viejo elaborados por el artista plástico BIENVENIDO VELASCO

Manuel Julián Orden del Pozo explica que estos rituales están impregnados de la idea de purificación y renovación como "una forma simbólica de limpiar el pasado para recibir el futuro con una energía renovada".

En Italia, lo viejo se arroja por el balcón

El caso de Italia es bien parecido al de nuestro país, ya que allí tienen el conocido como buoni propositi (o buenos propósitos) con ideas como dejar de fumar, hacer más ejercicio o aprender algo nuevo. En este país, al igual que ocurre en España, también se considera que llevar ropa interior de cierto color es pronóstico de buena suerte.

Además, algunos italianos tienen tradiciones extras. Hay quienes creen que da suerte comer ciertos alimentos. Por ejemplo, se dice que comer carne de cerdo con un alto contenido en grasa permitirá engordar las cuentas bancarias o comer caupíes (conocidos como guisantes de ojo negro) trae buena fortuna. "También se suelen tirar cosas viejas por el balcón, ya que es un símbolo de buena suerte", explica Sara, una joven italiana.

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También destaca la importancia de la comunidad y la familia. "En Italia, la Befana, esa figura entrañable que entrega regalos a los niños, celebra la generosidad y subraya la centralidad de la familia en la vida cotidiana".

En China, color rojo y cortes de pelo

En el Año Nuevo Lunar, celebrado en China y otros países asiáticos, los rituales están vinculados con la armonía cósmica y el respeto por los ancestros, valores profundamente enraizados en filosofías como el confucianismo y el taoísmo, según destaca Mayo. Pese a que este no se celebra el 1 de enero, el concepto básico es el mismo. El Festival de los Faroles se trata de una celebración de dos semanas que comienzan en la primera luna llena entre el 21 de enero y el 20 de febrero. Durante ese tiempo, miles de personas se desplazan para, además de ver este evento masivo, visitar a sus familias. En esta festividad, el color rojo o celebrar una cena con toda la familia se identifican con la fortuna.

Festival de los Faroles en Shanghái

Festival de los faroles de Shanghái (China). PAULA ESCALADA

Cortarte el pelo es otro de los rituales comunes. Antes de la medianoche de Año Nuevo, las peluquerías pasan a estar abarrotadas con gente queriéndose hacer un cambio de apariencia, ya que se considera que "cortarse esa mala suerte" les permitirá hacer borrón y cuenta nueva.

En un mundo globalizado, las tradiciones de Año Nuevo muestran cómo las sociedades encuentran un equilibrio entre sus raíces culturales y las influencias externas. Muchas costumbres locales han adoptado elementos internacionales, como el brindis con champaña, sin dejar de preservar sus rasgos únicos, evidenciando una armoniosa combinación de continuidad y adaptación.