Los 200 años del braille, la puerta a la lectura de las personas ciegas: "Nos permitió el acceso a la cultura"
- El etiquetado de más productos con este código táctil es una de las asignaturas pendientes
- Desde la ONCE, piden que España reconozca el braille como patrimonio cultural y material
El braille está de doble celebración. Este sábado no solo es su Día Mundial, sino que también se conmemoran 200 años de su invención. Este código táctil, que lleva el nombre de su creador, el francés Louis Braille, derribó las barreras de las personas ciegas, ofreciéndoles una puerta para acercarse de manera autónoma a la lectura y la escritura y, por tanto, al conocimiento.
Este sistema de lectoescritura, que ni siquiera la tecnología ha conseguido dejar atrás, dio sus primeros pasos en 1825 en un pequeño pueblo de París. Aunque al principio su único usuario era un joven Braille que había perdido la visión de niño, esta forma de comunicación es utilizada ahora por millones de personas, después de que se admitiera a nivel internacional en 1878.
"Las personas ciegas en aquel momento estaban relegadas a la mendicidad y al analfabetismo. Eso permitió que pudiéramos acceder a la cultura, a la sabiduría, al conocimiento, a la formación. Y de ahí, todo lo demás", ha explicado a TVE Carmen Bayarri, directora del Servicio bibliográfico de la ONCE. En España, se estima que más de 218.000 personas tienen capacidad visual como primera discapacidad, según datos del IMSERSO referidos a 2022.
En estos dos siglos, no solo ha cambiado su alcance, sino también su forma. De los doce puntos en los que se basaba al principio el sistema braille, se pasó a solo seis, los que caben en la yema del dedo, aportando más agilidad en la lectura. Con sus 64 combinaciones, se pueden componer textos, números, escribir en cualquier idioma, leer partituras o incluso anotar partidas de ajedrez.
Piden que se extienda el etiquetado en braille de productos
Gracias a su evolución, el braille está muy presente en muchos aspectos de la vida cotidiana como algunos medicamentos, juegos de mesa, barandillas o en ciertas líneas de productos.
Sin embargo, las personas con discapacidad visual reclaman que también llegue a otros artículos para conocer su nombre, categoría, fecha de caducidad o advertencias de peligro como alergias. "Estamos peleando por conseguir etiquetado en braille en los productos para que seamos más autónomos. Para que cuando abramos la nevera, lo que haya dentro tenga significado para nosotros y no esté en blanco", ha indicado Carmen Bayarri.
“Al abrir la nevera, queremos que lo que haya dentro tenga significado para nosotros“
En este sentido, el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, encabezado por Pablo Bustinduy, ya prepara un proyecto de real decreto para la regulación en las etiquetas en braille de productos y bienes de consumo general (carnes, pescados, huevos, leche, café y conservas, entre otros) y en otros de riesgo como plaguicidas, pegamentos, encendedores o bombonas, entre otros. También se plantean otros formatos como códigos QR para aquellos que utilicen sistemas de lectura tecnológicos en voz alta.
En la ONCE, ya van más allá y piden también que se reconozca el braille como patrimonio cultural y material.