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Coll, el centenario genio del 'TBO' y del cómic español

  • El libro Coll. Trayectoria de un historietista insólito, de Luis Garbayo Erviti, celebra el centenario del dibujante
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Personaje con traje y gafas cayendo, gritando; estilo cómic blanco y negro; firma en esquina inferior derecha.
Detalle de la portada de 'Coll. Trayectoria de un historietista insólito' (Norma editorial)

Josep Coll i Coll "Coll" (1924-1984) es uno de los mayores genios del cómic español de todos los tiempos. El dinamismo, la expresividad y el humor absurdo de sus páginas en la famosa revista TBO, de la que fue uno de sus símbolos, todavía no se ha superado. Y lo lograba con una economía de medios encomiable, en sus dibujos no había nada que sobrara y todo fluía con una naturalidad que muy pocos dibujantes han igualado. En 2024 recordamos su centenario con alguna exposición, pero lo mejor para cualquier artista es que su obra pueda seguir siendo disfrutada por el público y por eso festejamos la publicación del libro Coll. Trayectoria de un historietista insólito (Norma), del periodista y diseñador gráfico navarro Luis Garbayo Erviti (1956), que hace un repaso a su vida y a su obra, rescatando numerosos originales que siguen maravillándonos por su calidad e ingenio.

Y empezamos preguntando a Luis por qué es tan importante Coll: "En la historia del cómic español es capítulo aparte. Literal. Es distinto al resto. En sus mejores historietas, en sus historietas mudas, es insuperable, genial. E inspirador de dibujantes de generaciones posteriores, también. Recientemente escuchaba al gran Sergio Aragonés (Goo, MAD) decir que había conocido a Coll porque recibía algún TBO en México, a donde su familia se exilió al final de la guerra. Y que Coll era otra cosa… ¿Le influyó? Desde luego, donde destaca Aragonés es en las historietas sin palabras..."

En cuanto a si fue el mejor artista de la revista que dio nombre a los tebeos, Luis nos comenta: "TBO tuvo grandes dibujantes. De los de “casa” (porque también los hubo de “fuera”, como Cuvillier, Peré o Forton) destacan Opisso, Serra Massana, Castanys, Tínez, Moreno, Benejam o Urda. Todos ellos, salvo Moreno, nacieron antes de 1900 e integrarían la generación anterior. La generación de Coll es la de los nacidos sobre todo en los años 20: la de Ayné, Blanco, Muntañola, Mestres, Sabatés… De todos estos, Coll es, sin lugar a dudas, el mejor. La comparación con los dibujantes de la generación anterior es “odiosa” porque cambió el espíritu del tiempo, cambiaron los estilos, cambió el tipo de humor… Yo diría que Opisso es un gigante, y que Benejam o Urda son muy grandes… y que la modernidad que aporta Coll lo distingue de todos los demás dibujantes de su generación. En el TBO de los años 50, 60 y 70, Coll es diferente, el más moderno, el mejor".

¿Le perjudicó no tener un personaje fijo?

Los que tenemos una edad recordamos con una sonrisa sus historietas protagonizadas por náufragos, cazadores... o el hombre de la calle. Pero Coll nunca tuvo un personaje con nombres y apellidos. ¿Ha podido eso perjudicarle? "El arte de Coll -nos comenta Luis-, se basa precisamente en la diversidad de personajes y situaciones; no creo que hubiera funcionado sometiendo su creatividad a un solo personaje. De hecho, así lo declaró. Por eso, Coll en Bruguera, cuyas publicaciones se basaban en personajes fijos, no habría funcionado. Yo creo que Coll tuvo la fortuna de que en TBO le permitieran hacer su juego, que era distinto al del resto. Habría sido definitivo si TBO no hubiera sido tan conservadora, pero es lo que había. Eran tiempos difíciles y Coll descolló con un humor distinto: formalmente relacionado con la vanguardia y la línea clara; conceptualmente, con el humor del absurdo, con la poesía visual.

"En realidad, todos sus protagonistas son el mismo personaje -añade Luis-. Resulta significativo la cantidad de historietas con personajes solos. Todos ellos no dejan de ser el mismo personaje: el arquetipo de antihéroe sin cualidades destacables, una persona corriente, solitaria muchas veces".

"Respecto al olvido, creo que la crisis de las revistas, de los tebeos, afectó a todos. Ya se intentó rescatar a Coll en Cairo, pero murió demasiado pronto. De todas formas, yo creo que a Coll aún se le puede sacar mucho jugo desde el punto de vista editorial", añade Luis.

"Coll siempre quiso publicar en el 'TBO'"

Como nos comenta Luis en el libro, Coll quiso ser dibujante desde niño, cuando hacía dibujos para que un compañero de clase los vendiese. Y en el libro podemos encontrar muchos de los trabajos que hizo antes del TBO, con personajes como Cocoduro, el conde de Calvatiesa, Don Botijete o Mamporrillo y Candilejas. Pero Coll tenía un sueño:" Él siempre quiso publicar en TBO, que era su revista favorita -nos explica Luis-. De niño, de adolescente, leía también Aventurero, que introdujo en España a los grandes dibujantes americanos: Foster, Raymond, Segar, Caniff, etc. Yo creo que con ellos Coll aprendió a narrar. Coll era un narrador genial, aunque en un estilo muy diferente, claro".

"Una de las cosas que llama la atención al estudiar la evolución de Coll es el salto que da entre sus primeras historietas, publicadas en 1948 y 1949, y las que dibuja cinco años después -añade el autor-. Se diría que es otro dibujante. No conozco a ningún dibujante, ni de su generación ni de la anterior, en el que la evolución haya sido tan impresionante. Lo de Coll produce admiración… y pasmo".

Como todos los grandes artistas, Coll también tuvo a sus maestros, no solo del cómic sino también del cine. "Del cómic -nos comenta Luis-, él mismo declaró que le gustaba el movimiento en Benejam y que aprendió de los fondos de viñeta de Urda. El cine le gustaba mucho, hasta tal punto que él buscaba que sus historietas fueran como una película… muda. Le gustaban Charlot, Keaton, Harold Lloyd… le gustaba ese tipo de gag... de hecho se inspiró en algunos de ellos para dibujar alguna historieta".

En cuanto al estilo de Coll, Luis destaca: "La poesía, por supuesto: Coll es un gran poeta visual. El movimiento, en eso es insuperable; superó con creces a su maestro, Benejam, y alcanzó la altura de Hergé, con el que comparte muchas cosas. Y respecto a que su humor sea surrealista, sí… pero yo diría que su humor está relacionado no tanto con lo onírico como con el absurdo, con lo irreal, con lo quimérico...".

"La colaboración de la familia ha sido fundamental "

Sorprende la cantidad de originales que Luis Garbayo ha logrado reunir gracias a la colaboración de la familia y coleccionistas privados: "La colaboración de la familia ha sido fundamental. Sin ella el libro no existiría. No solo por los originales que ha aportado; también por la información sobre su vida, los documentos, las fotografías… Había muy poca información sobre la vida de Coll y muchos “lugares comunes”: informaciones imprecisas o directamente falsas que se han ido repitiendo una y otra vez… Creo que el libro, en ese sentido, sirve para arrojar un poco de luz sobre el personaje".

"Además -añade-, he contado con la colaboración de varios coleccionistas, que han aportado sus originales. La obra de Coll, como la de la mayoría de los dibujantes de TBO está muy repartida… hay que tener en cuenta que los originales no se comenzaron a valorar hasta muy tarde. De hecho, ni los propios dibujantes consideraban que tuvieran valor. El valor estaba en la historieta impresa en el TBO. Y en cierto modo, tenían razón. La historieta original como obra de arte es bastante singular…".

El proceso de documentación para el libro tampoco ha sido fácil: "Ha sido una labor de "ratón de…" iba a decir de "biblioteca"… pero la verdad es que la situación del tebeo, no solo del TBO, en las bibliotecas españolas es lamentable. Para hacerse una idea: no hay ninguna biblioteca en España, ni en la Nacional de Madrid, ni en la Nacional de Cataluña de Barcelona, que reúna, por poner, un ejemplo, la colección completa de TBO en sus cuatro épocas. No te digo, si hablamos de las revistas de los años 40: Chispa, Pocholo, La Risa, Nicolás… O sea, que hay que recurrir a los coleccionistas e intentar construir uno su propia colección. Es lo que he hecho. Con una ayuda inestimable: la de Tebeosfera. Tebeosfera, es resultado de un esfuerzo heroico de un puñado de voluntarios que merece el reconocimiento de todos, incluyendo a las instituciones que velan por el cómic y al lectura de este país".

Coll dejó los cómics para trabajar de albañil

Lo más sorprendente de la historia de Coll es que, a pesar del éxito de sus viñetas, no podía vivir de su trabajo de dibujante y lo dejó en 1964 para ser albañil. Aunque durante 20 años el TBO siguió publicando sus páginas como si nunca se hubiera ido. "Ahora vemos las cosas de otra manera -nos explica Luis-, pero entonces dibujar historietas ni estaba socialmente reconocido ni daba para comer… Muchos dibujantes españoles, como Urda o Blanco, trabajaban por las mañanas en una oficina o en un banco para ganarse la vida, aunque su pasión fuera la historieta… Coll sufrió esa situación: tenía dos hijos a los que tenía que sacar adelante, y en TBO no ganaba lo suficiente".

"Visto desde hoy -continúa-, nos llevamos las manos a la cabeza y nos preguntamos ¿como pudo TBO dejar “escapar” a Coll? Claro que, a pesar de trabajar de albañil, Coll siguió dibujando en su tiempo libre… Lo que hacía TBO era “engañar” a sus lectores: uno no sabía que Coll ya no dibujaba, incluso no sabía que había muerto cuando leía sus historietas después de julio de 1984… porque TBO seguía publicando y republicando sus originales. No existían los derechos de autor: hasta 1987 no se actualizó la ley de propiedad intelectual que databa de 1879… El editor era el propietario de los originales y podía hacer con ellos lo que quisiera".

Autorretrato de Coll para la revista 'El Cairo'

Su breve regreso en los 80

En los años 80, el editor Joan Navarro recuperó a Coll brevemente para la revista El Cairo, se le hicieron unos pocos homenajes y se publicó una antología, De Coll a Coll (1984), pero no pudo disfrutar mucho de ese revival, porque murió el 13 de julio de 1984. Preguntamos a Luis si Coll hubiera podido recuperar su popularidad de antaño si hubiera vivido más tiempo: "No creo. Las revistas de historietas, los tebeos, ya estaban en declive entonces. La televisión se había apoderado del tiempo de los lectores jóvenes… De hecho, el humor que hace Coll para Cairo es más adulto… De todas formas, no lo llegamos a saber porque Coll estaba enfermo y murió demasiado pronto..."

Viendo el ingenio, el humor y el arte que derrochan estos originales de Coll, preguntamos a Luis Garbayo Erviti cuál sería la gran época de Coll en el TBO: "Su gran época, su “década prodigiosa”, abarca desde mediados de los años 50 hasta que “abandona” TBO a mediados de la década de los 60. Coll ocupa un lugar destacado en la historia del tebeo español del siglo XX. Destacado y singular, porque no es equiparable al resto".

En cuanto a si cree que es necesario rescatar las más de 4.000 páginas que Coll dibujó durante su carrera, Luis nos comenta: "Como decía antes, creo que Coll aún tiene recorrido editorial. ¿No se publica a Quino o a Sempé? ¿No se publica a Frank King, a George Herriman o a George McManus? Habría que encontrar el formato adecuado, pero sin duda va a interesar a los lectores de cómics actuales. Porque Coll es “moderno”, no en el sentido de lo que está de moda, sino de lo que no pasa de moda. Porque Coll es genial".

Detalle de la portada de 'Coll, trayectoria de un historietista insólito'