Donald Trump, Elon Musk y la vuelta del macho alfa
- En los Estados Unidos el apoyo electoral a Donald Trump ha crecido entre los hombres desde su primera elección en 2016
- El tándem Trump-Musk contrasta con las derrotas o la impopularidad creciente de políticos con una masculinidad más feminista
"Nena, ya no eres el gobernador de Canadá, así que no importa lo que digas". Ese "nena" no iba dirigido a una mujer —lo cual también habría sido irrespetuoso— sino a Justin Trudeau, aún primer ministro de Canadá, y lo publicó esta semana Elon Musk en su cuenta de su red, X, ya saben, la anterior Twitter. Fue la respuesta del principal patrocinador y asesor del presidente electo, Donald Trump, al rechazo de Trudeau a la idea de que Canadá se convierta en un estado de los Estados Unidos. Esas dos frases de Musk no representan sólo la impertinencia tan característica en él y Trump, sino también su concepto de la masculinidad y la feminidad, esta última como inferior a la primera. Aquello que creíamos pasado de moda de insultar a un hombre llamándolo "nenaza".
Dos masculinidades opuestas
Es otra lectura que permite el enfrentamiento entre Elon Musk (y Donald Trump) y Justin Trudeau, y la dimisión de este último esta semana. La masculinidad progresista, feminista, "blanda", está en retroceso. Esta lectura pudo hacerse también en la última campaña electoral estadounidense, como la comentada en este artículo. El trío que componían Kamala Harris, su esposo y su candidato a vicepresidente, Tim Walz, representaban una masculinidad opuesta a la de Donald Trump, y los votantes estadounidenses le dieron la victoria a esta última.
En el caso de Canadá, no sabemos quién sustituirá a Trudeau al frente del Partido Liberal, pero sí sabemos a quién los sondeos prevén ganador en las elecciones que se adelantarán: a los conservadores liderados por Pierre Poilievre, a quien muchos consideran el Trump canadiense. Poilievre no cumple tal vez el perfil de macho alfa, pero es el preferido de Elon Musk y, muy significativo, desde que aspira a ser primer ministro ha endurecido su imagen, que era "demasiado de chico bueno y aplicado", ha sustituido las gafas por lentes de contacto y se viste más con lo que ya denominan "la estética bro".
El pasado 1 de septiembre, Elon Musk reprodujo un texto en X según el cual "sólo machos alfa T [testosterona] y personas neurotípicas son capaces de cuestionar información nueva. Por ello una República liderada por machos es mejor en la toma de decisiones. Democracia sí, pero una democracia exclusivamente para quienes son libres para pensar". El comentario de Musk fue: "Una observación interesante".
Donald Trump, encumbrado por los hombres
El hoy presiente electo hizo en 2024 una campaña dirigida sin ningún tipo de complejo al voto de los hombres más tradicionales, con una perspectiva más conservadora de las cualidades y el papel de hombres y mujeres en la sociedad y la política. Su discurso iba a por ese voto y los medios, sobre todo el pódcast de Joe Rogan, a los que concedió entrevistas, tienen una audiencia abrumadoramente masculina. Y le salió bien.
Una de las muchas conclusiones a las que llevan el análisis demográfico de los votos emitidos es que Donald Trump amplía los votos entre los hombres y no sólo entre los hombres blancos, también entre los afroamericanos y los hispanos. Es el favorito indiscutible entre los blancos y va ganando votantes entre las otras dos minorías que siguen votando mayoritariamente a los demócratas, pero en un porcentaje decreciente. Otro dato es que simultáneamente las mujeres tienden a movilizarse menos contra él. Comparemos las tres elecciones presidenciales a las que se ha presentado Trump:
En 2016, frente a Hillary Clinton, Donald Trump ganó entre los hombres, un 52% votó por él mientras que sólo lo hizo un 39% de las mujeres. Cuatro años después, en 2020, frente a Joe Biden, un hombre, siguió ganando a Trump, pero por menos de un 50% frente a un 48% de hombres que prefirieron a Biden. Entre las mujeres, un 55% prefirió a Biden y un 44% a Trump. ¿Qué pasó en 2024? Con los porcentajes de voto emitido sondeado, Trump logró el 55% de votos masculinos y un 45% del voto femenino, y la candidata mujer, Kamala Harris, obtuvo el 53% del voto de las mujeres y el 43% de los hombres.
Es decir, el diferencial entre el voto de las mujeres que votan por Trump y las que prefieren a su oponente ha ido reduciéndose, incluso cuando ese oponente ha sido una mujer. De una diferencia de 13 puntos en 2016 bajó a 11 en 2020 y en 2024 ha sido de ocho: 53% de mujeres por Kamala Harris, 45% por Trump. Si miramos la evolución del voto masculino, se pasa de 11 puntos de ventaja de Trump frente a Hillary Clinton, dos frente a Joe Biden (un hombre) y 12 frente a Kamala Harris.
En las últimas elecciones, los demócratas tenían su esperanza depositada en una movilización masiva de mujeres contra Donald Trump y su candidato a vicepresidente, JD Vance, y su célebre ya descalificación de los políticos demócratas como "una panda de mujeres sin hijos y con gato". Y no se produjo. En un artículo titulado "El retorno del macho alfa tóxico" la revista Elle lo achaca a una tendencia hacia los valores tradicionales y concluye: "Lo cierto es que la masculinidad es frágil y ello lleva a una "violencia" antimujer en las urnas [...] El Partido Republicano se ha convertido en un festival de masculinidad tóxica".
El designado por Trump para ser su próximo secretario de Defensa, Pete Hegseth, es un fornido presentador de televisión con experiencia militar de bajo rango. En cuanto se supo que era el elegido por Trump para dirigir los asunto militares rescataron de la videoteca unas declaraciones en contra de que las mujeres participaran en combate y críticas con la presencia de los homosexuales y transexuales en el ejército. Hegseth, además, ha sido acusado de acoso sexual y luce tatuajes de extrema derecha. Para poder ser nombrado miembro del gobierno con el rango de Hegseth en Estados Unidos, los designados por el presidente deben pasar un examen en el Senado, en una de las reuniones previas con senadores moderados del Partido Republicano. Hegseth se ha desdicho de aquellas afirmaciones, no quiere jugarse el nombramiento.
Huelga decir que la sensibilidad de identidad sexual no es el único ni el principal factor a la hora de decidir el voto, pero sí es una perspectiva válida desde la que analizar los resultados electorales, como lo son el origen cultural, el nivel socioeconómico, la formación académica o el lugar de residencia.
Giorgia Meloni, Marine Le Pen, Isabel Díaz Ayuso y Alice Weidel
Lo menciono antes de que lo diga quien está leyendo. Este titular fue la respuesta de muchos internautas cuando me hice eco en las redes sociales de una afirmación de la ex primera ministra de Finlandia, Sanna Marin: "Estamos viendo el crecimiento de fuerzas conservadoras y masculinas". Quienes respondieron citando a esas líderes políticas europeas matizaban el carácter masculino de ese conservadurismo al alza. Hay que decir que Sanna Marin no se quejaba de que hubieran desaparecido las mujeres ni el progresismo en la primera línea política, sino de que iban en retroceso, y la mejor manera, tal vez, de ver si su afirmación y este artículo se sostienen es fijarnos en cuál es la alternativa masculina a las políticas citadas.
El caso más nítido es el de Marine le Pen, lideresa indiscutible del primer partido en votos en Francia, su alternativa es el actual presidente Emmanuel Macron. A pesar de que desde el inicio de la Presidencia se caricaturizó a Macron como un dios Zeus o un nuevo Napoleón, el presidente francés no representa al macho alfa. Es más, las especulaciones, o directamente bulos, sobre sus preferencias sexuales han sido una constante desde el inicio, y su afición más conocida no es el deporte o la caza, sino el teatro, la poesía y la música.
Y, qué casualidad, cuando su momento político empezó a caer en picado el año pasado, se hizo pública una foto de su fotógrafa oficial, y artífice de la imagen estudiada de líder carismático, que sorprendió: Emmanuel Macron con camiseta ceñida, marcando bíceps, dando puñetazos a un saco de boxeo, cual Marlon Brando o Robert de Niro. Una manera de plantear la disyuntiva de los votantes en casos como este es: hombre "blando" progresista o mujer conservadora dura y, de ser así, las cuatro mujeres aludidas no invalidan la máxima de que los valores conservadores y masculinos alfa están al alza en política.