Simona Levi, activista y autora de 'Digitalización democrática': "El código es el aire que respiramos y debe ser público"
- En su último libro, responsabiliza a las instituciones de poner en riesgo los derechos y valores democráticos
- "Las grandes plataformas están saltándose las reglas de mercado y los gobiernos se lo consienten", denuncia
El futuro de la era digital ya está trazado, la incógnita es: ¿cuál de los caminos tomaremos? Simona Levi, autora de Digitalización Democrática. Soberanía Digital para las Personas, tiene clara su elección, que pasa por revertir el abandono de nuestra vida digital en manos de corporaciones privadas y opacas. En 2017, la revista Rolling Stone destacó a esta activista italiana afincada en Barcelona como una de las 25 personas que estaban dando forma al futuro y, siete años después, aún desde la red Xnet y la academia catalana, sigue dispuesta a cincelar el presente de los derechos fundamentales en Internet. En su último libro, pone la mira en la responsabilidad de las instituciones a la hora de garantizar el bienestar de la democracia en el siglo XXI. Para ella, el futuro de la era digital está trazado y nos ha contado cuál es su camino a transitar.
Pregunta: En el libro afirma que la escritura y la imprenta cambiaron el mundo de manera similar a Internet, en tanto que redujeron los intermediarios entre información y población. Cambiaron así también los modelos políticos de las sociedades, con distintos resultados. Más de tres décadas más tarde de la creación de la World Wide Web: ¿ya ha ocurrido ese cambio?
Respuesta: En cuanto a la forma de pensar y de organizarnos, sí, en ciertas partes. Pero no ha ocurrido de forma consciente y, sobre todo, no ha ocurrido en las instituciones. Hay muchas comunidades online que ya se gobiernan de forma diferente, muchas empresas y colectivos que lo hacen. Pero para que tengamos un cambio social rápido, y no uno agónico con errores y pérdida de derechos, es importante que las instituciones apliquen ese cambio a la gobernanza. Significa cambiar de una estructura vertical a una estructura en red, no basta con poner una pinturita de digital encima de procedimientos, estructuras y ritmos que son predigitales. Esto no soluciona nada. De hecho, está empeorando las cosas porque aumenta mucho la burocracia.
P: Defiende una soberanía digital en la que sea el ciudadano el que tenga el poder de controlar a las instituciones, y no al revés. Reclama que la persona usuaria sea la "generadora, garante y custodia de su identidad", algo así como power to the people ("poder para el pueblo") en la red. ¿Cómo de lejos estamos de ese horizonte?
R: Hay una narrativa que cree que power to the people quiere decir horizontalidad y que lo contrario es autoritarismo. Yo estoy de acuerdo en que lo contrario es autoritarismo, pero no creo que la gente sea uniforme. Por eso digo que con internet sigue necesitándose el liderazgo, pero un liderazgo distribuido. Cada uno de nosotros puede liderar en ciertos ámbitos y acompañar o simplemente presenciar otros. Existen espacios en los que ya se trabaja de esta manera, en red, en la que a través de la transparencia puedes conocer en tiempo real lo que hacen otros nodos. Se puede aflojar el autoritarismo y se puede ordenar esa horizontalidad poniendo liderazgo en cada ámbito. Estoy segura de que es el camino y a nivel institucional estamos muy lejos, pero lo acabaremos transitando.
P: Privacidad, acceso, transparencia. ¿Cómo reivindicar unos derechos de los que el ciudadano no es ni siquiera consciente?
R: La gente cada vez es más consciente. Habernos dado cuenta durante la COVID-19 de que podían geolocalizar y trazar nuestros movimientos ha ayudado de alguna manera a aterrizar el qué se habla cuando se habla de datos, cosa que puede parecer un poco etérea pero es muy concreta: es todo lo que hacemos, el contenido que generamos, etc. Pero yo siempre vuelvo a las instituciones. Puede que la gente no tenga la conciencia, pero es liberticida que las instituciones competentes y responsables no la tengan.
“Levi: "Es liberticida que las instituciones no tengan conciencia de los derechos de la era digital"“
Hasta ahora lo podíamos perdonar, porque se ha digitalizado deprisa y corriendo y se ha abierto la puerta a una digitalización de los servicios públicos hecha por los privados, saltándose licitaciones públicas y leyes. Pero ya no nos sirve esa excusa. Se tiene que revertir esta política e invertir en código público que permita un ecosistema emprendedor para todo el mundo. Vivimos en un ámbito de libre mercado, por lo que se debe permitir a la pequeña y mediana empresa ser parte del ecosistema que facilite una digitalización sana, distribuida y cuyos beneficios lleguen a todos.
P: Habla del poder de Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft, ¿se puede contrarrestar a los gigantes tecnológicos sin una alianza de los países y en medio de las lógicas de mercado?
R: Los gobiernos son los que han de decidir que la digitalización de las sociedades de la que son responsables será democrática. Es decir, que parta de los derechos humanos y [se haga] a través de herramientas soberanas. [Soberano] es que los usuarios ―personas, asociaciones o gobiernos― puedan acceder a los datos y puedan decidir si los borran o los guardan, que puedan moverlos de un lado a otro y que todo esto sea auditable a través de código libre, para que podamos ver si los procedimientos se cumplen. Que podemos verificarlo tanto las personas como los gobiernos. Y esta es una responsabilidad que podemos ejercer individualmente, pero que no sirve de nada si luego nos relacionamos con la administración, en educación o sanidad, a través de herramientas que trasladan nuestros datos y comunicaciones a una multinacional.
P: ¿Desde la Unión Europea, por ejemplo, puede exigirse esas características de transparencia y auditabilidad a plataformas que son estadounidenses o chinas?
R: Se puede exigir, pero no lo harán, y lo sé porque llevo muchos años de negociaciones para conseguirlo, y no se consigue. De hecho, las plataformas se ofrecen gratuitamente porque tienen nuestros datos. Si no, tendrían que concurrir en el mercado como el resto de empresas. Pero están saltándose las reglas del mercado y los gobiernos y las instituciones que las contratan se lo consienten.
El código fuente para crear software que las pueda sustituir al 100% existe. Entonces, se puede o trabajar con ellas si respetan unas reglas o, con muy poco dinero, se las puede sustituir. Nosotros hemos calculado que con una inversión de 1 millón de euros por cada ámbito —por ejemplo, educación— se puede utilizar software libre ya existente que las sustituya completamente con herramientas que sean, además, igual de sencillas que las de las Big Tech. Es realmente una decisión política ponerse a crear este código público europeo. La buena noticia es que llevamos defendiendo esto desde 2019, pero ahora ya hay Estados que están trabajando en ello: Francia, Países Bajos, algunas ciudades italianas. Estamos también en negociaciones con el Gobierno español y la Generalitat de Cataluña. Por eso digo que este camino se transitará. La cuestión es que sea lo más rápido posible para evitar todos los daños que está produciendo una digitalización sin la soberanía de las personas y de los Estados.
P: Pero viendo algunas plataformas y sitios web de la administración pública, es para echarse a temblar.
R: Porque lo que han hecho hasta ahora no es la solución. Hasta ahora han elegido las plataformas de software privadas, que no podemos verificar su calidad ni sus procedimientos. Están haciendo un mal trabajo, porque vuelven a la contratación pública de "quiero mi código". Y eso es como decir "quiero mi aire". En la era digital, el código es el aire que respiramos y debe ser público, que fluya. Tenemos que poder decir: "esto es una porquería y se debe corregir de esta manera". El software libre ya lo han creado las comunidades, lo único que tiene que hacer la institución es permitir holgura a esas comunidades y, sin apropiarse de nada, poner el dinero para que el código se pueda mantener y mejorar según las necesidades. Tiene que permanecer abierto justamente para que no sea la porquería a la que estamos acostumbrados.
P: ¿Por qué no está ocurriendo ya?
R: Es una cuestión de arrogancia política, que es parte de la gobernanza que tienen que cambiar. La sociedad civil desde siempre es la que tiene las soluciones: del voto a las mujeres al fin de la esclavitud. Y que haya personas incompetentes en las instituciones es admisible si están dispuestas a aprender de quién sabe, que es la sociedad civil. Ya existen algunos de estos servidores públicos y es la gobernanza del futuro, no hay otra posible. La cuestión es que rápidamente las instituciones acepten que no pueden saberlo todo y que deben, por ejemplo, utilizar un código que ya existe, que no han inventado ellos ni nunca lo harán. Déjense de ser egocéntricos y comiencen a trabajar cooperando con una sociedad sana que aporta muchísimas soluciones a los problemas.
P: El informe de Mario Draghi para la Comisión Europea sobre competitividad defiende, entre otras cuestiones, "soluciones cloud soberanas". ¿Va Europa en el buen camino hacia lo que usted llama soberanía digital?
R: Se habla de soberanía digital desde hace tiempo, pero estas grandes figuras deberían tener más humildad. El señor Draghi, concretamente, ha sido un paladín de la economía de la privatización, de la oscilación entre lo público y lo privado que está totalmente superada por la era digital.
“Levi: "Hay mucho cortesano sobre la inteligencia artificial y pocos expertos"“
Ya no se trata de que si lo hace mal el público se lo damos a un privado, sino de vigilancia ciudadana y colaboración. Colaboración, no cortesanía, que es lo que entienden mal en las instituciones. La ciudadanía competente debe mandar, no aportar cosas que luego se le roban y desarrolla otra entidad que no ha entendido nada. El señor Draghi debería aprender de cómo funcionan las comunidades digitales. Lo que hay de bueno en el informe es que dice por fin que la solución ultraliberal no funciona. Hubiera estado bien una parte de autocrítica, pero se la salta y dice que hemos de hacer inversión pública en infraestructuras públicas. Pero yo añado: comunitarias, es decir, vigiladas por la sociedad civil en su conjunto y mantenidas por las instituciones y la sociedad civil experta en cada tema. Y, ojo, experto no es lo mismo que cortesano. Hay mucho cortesano sobre el tema de la inteligencia artificial y pocos expertos.
P: ¿Cuáles son los riesgos si se mantiene en esa dinámica que denomina "cortesana"?
R: En general, no solo en el ámbito digital, los riesgos son la vuelta a la derecha, porque la administración es una entidad farragosa, sin contacto con la realidad, que exaspera a la gente. Entonces la gente solo quiere que venga alguien y lo rompa todo. Nos estamos jugando bastante más que solo la digitalización y estamos perdiendo la oportunidad que nos da de hacer las cosas bien y recuperar los valores democráticos que se están quemando a la velocidad de la luz.
P: ¿Cómo terminaría usted esta enésima versión del mito de Prometeo?
R: El buen final sería tener código para todo lo que necesitamos. Un código libre, a la vista de todos y que cada uno pueda mejorar. Que podamos enviar lo que se llama una 'pull request' [una solicitud de revisión y actualización del software] para que se cambie y los Estados pongan dinero para que quien lo desarrolle lo haga cobrando dinero, sin pasar por una fila burocrática. Estoy trabajando para que esto suceda y, como no tengo hijos, lo necesito ver suceder en los próximos 30 años como muy tarde.