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El dilema de Groenlandia, el tesoro helado que anhela Trump

  • Un equipo de TVE se desplaza a la capital de Groenlandia, la isla que Trump quiere comprar
  • Sus habitantes se dividen entre la idea de la venta y la de independizarse de Dinamarca

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Groenlandia, la isla que anhela Trump
Vista del avión de Donald Trump Jr. en el aeropuerto de Nuuk, en Groenlandia. AP / EMIL STACH / RITZAU SCANPIX

Nuuk es la capital de Groenlandia. Y dicho así, suena como algo muy grande, porque la isla es gigantesca. Tiene cuatro veces el tamaño de España. Sin embargo, Nuuk es poco más que un pueblo con unos 20.000 habitantes que han aprendido a vivir entre el frío del verano y las temperaturas gélidas del invierno.

Y aquí acaba de llegar el pequeño equipo de Televisión Española para engrosar otro aluvión al que los nuukenses, si se permite el gentilicio, no han tenido tiempo de acostumbrarse: el de periodistas extranjeros ávidos por conocer sus opiniones como objeto del deseo del que será el hombre más poderoso del planeta a partir del lunes… si no lo es ya.

Donald Trump quiere Groenlandia, y para hacerse con ella no descarta, ni siquiera, el uso de la fuerza militar.

Un colega periodista danés dice que está aterrorizado. "Putin nos odia por apoyar a Ucrania. Y ahora también nos detesta Trump por no querer desprendernos de Groenlandia. Son dos enemigos muy grandes para un país tan pequeño".

Sin embargo, la mayoría de los groenlandeses en Nuuk lo ven de otra manera. No como una amenaza, sino como una oportunidad para su soñada independencia; la posibilidad más cercana de deshacerse de la metrópolis, Dinamarca, que adormece sus deseos de emancipación con unos 600 millones de euros anuales.

"El pueblo no se vende"

El Gobierno independentista de Groenlandia es libre desde 2009 de convocar un referéndum de autodeterminación cuando le plazca. Pero es muy difícil rechazar a un dinero que significa la mitad de su presupuesto y repudiar unos servicios públicos gratuitos y de calidad, como la sanidad o la educación.

Ahora bien, Trump tendrá que saber que "el pueblo no se vende", tal y como aseveró a RTVE en inglés "chapurreado" Karl Ingemann, un pescador local que recogía firmas en el Nuuk Center, el único centro comercial de la capital, con la intención de formar un partido político nuevo y gobernar algún día su país.

Muy a su pesar, Estados Unidos, Rusia y China tienen puestos sus ojos en Groenlandia. Sobre todo, por culpa del calentamiento global. La gran isla helada es ahora punto estratégico para el control del cada vez más derretido Océano Ártico. Una paradoja, teniendo en cuenta que Trump es, probablemente, el mayor ejemplo del negacionista del cambio climático.

Diego Arizpeleta y Miguel Ángel Fonta, enviados de TVE a Nuuk

Diego Arizpeleta y Miguel Ángel Fonta, enviados de TVE a Nuuk RTVE

En definitiva, aquí estamos para informar de qué piensan los groenlandeses, hasta hace poco modestos cazadores y pescadores inuits, sobre los asuntos de la geoestrategia planetaria. Desde Nuuk, cabeza de un ratón hecho de gas, petróleo, oro, rubíes, y de minerales raros como el neodimio con el que se fabrican los imanes de las turbinas y los motores eléctricos del futuro. Y ese es el otro asunto.

Trump, Putin y Xi quieren controlar y acceder a esas riquezas ocultas hasta ahora bajo el hielo de Groenlandia, sin caer en la cuenta de que, si todo ese hielo se derrite, todas esas riquezas no tendrán ningún valor. Porque el problema será otro. Y quizá ya no haya futuro para esos motores eléctricos.