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Análisis | Investidura de Trump

Donald Trump y la democracia: condenado por la Justicia, indultado por las urnas

  • Trump volverá a ser presidente a pesar de ser un delincuente convicto y de las graves acusaciones y pruebas contra él
  • La inmunidad que el Tribunal Supremo y la mayoría de los votantes le han dado pone en cuestión la salud de la democracia

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Trump y la democracia: condenado e indultado por las urnas
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, en un mitin en Carolina del Norte en noviembre AFP / CHRISTIAN MONTERROSA

Donald Trump no fue y no será un presidente más. No lo fue por cómo llegó a la Casa Blanca, cómo ejerció la primera Presidencia y cómo se fue. O por cómo, despreciando las normas de su propio partido, logró la nominación en 2024 sin presentarse a ningún debate. Trump será, sobre todo, a partir de este lunes, y esta es la —desalentadora— novedad, el primer delincuente convicto elegido y reconocido democráticamente presidente de los Estados Unidos.

Si se hace el ejercicio de poner en un buscador de internet "Trump + democracia", el resultado son abundantes artículos periodísticos y académicos sobre cómo la elección de Trump pone en cuestión la salud de la democracia estadounidense, y cómo su segunda Presidencia amenaza la misma democracia tal como la conocen hoy.

Culpable de 34 delitos, pero sin condena

Culpable de 34 delitos que incluyen falsificación de documentos para encubrir un escándalo sexual. Fue el veredicto de un tribunal de Nueva York. La sentencia la dictó el juez el 10 de enero, tras varias maniobras dilatorias del equipo de abogados de Donald Trump. ¿Y qué condena le aplicó? Ninguna, más allá de tener el expediente penal manchado.

Casi la mitad de quienes cometen delitos similares en el estado de Nueva York van a la cárcel y a Trump podrían haberle impuesto una multa de hasta 170.000 dólares. Además, por el simple hecho de tener antecedentes penales, Trump no podría comprar un arma en varios estados de los EE.UU. ni viajar a 38 países, entre ellos Canadá o Japón, sin un permiso especial, ni formar parte de un jurado, según explica la publicación The Conversation. Sin embargo Donald Trump no sufrirá ninguno de estos castigos.

La sentencia fue "libertad sin cargos". ¿Por qué? Porque al juez no le ha quedado más remedio, tal como escribe en su sentencia: "Porque la Constitución protege a los presidentes de un proceso penal". ¿Lo dicta la Constitución? No. Lo dice la interpretación que hizo el Tribunal Supremo, que cumple las funciones de Tribunal Constitucional, este verano, cuando dio inmunidad al expresidente por las acciones realizadas mientras estaba en el cargo. Una sentencia muy polémica, que ha escandalizado a muchos jueces y académicos porque entienden que eso aleja la figura del presidente de una democracia con contrapesos y lo acerca a un monarca absoluto.

De haber llegado a juicio, lo habrían condenado

Es el titular que deja la investigación del Departamento de Justicia sobre el papel del entonces presidente Trump en el asalto violento al Congreso de los Estados Unidos el 6 de enero de 2021. Un asalto que, recordemos, se saldó con muertos, heridos y amenazas de muerte al mismísimo vicepresidente de Trump, Mike Pence.

Según el informe del fiscal especial Jack Smith, hay pruebas suficientes para condenar a Donald Trump por haber intentado ilegalmente alterar el resultado electoral para mantenerse en el poder. Esos intentos incluyen la presión sobre cargos institucionales y su propio vicepresidente, así como la difusión deliberada de una mentira, que había ganado las elecciones, y que esa mentira obedecía a un plan preestablecido de declararse vencedor cualquiera que fuera el resultado.

Donald Trump aquel 6 de enero aún era presidente y, desde ese cargo, afirma la investigación, Trump "inspiró a los manifestantes que asaltaron el Congreso de los Estados Unidos", donde tenía lugar la certificación de los resultados electorales. El presidente Trump en su discurso ese día pronunció hasta diez veces el verbo luchar/pelear (fight) dirigiéndose a esos manifestantes, insistiendo en que les habían robado la elección. El fiscal Smith no llega a acusar al entonces mandatario de incitación a la insurrección por cuestiones técnicas, pero sí establece vínculo entre sus acciones y palabras con la revuelta violenta.

¿Y por qué no llega a juicio esta investigación, si tan contundentes son las pruebas? Por la sentencia del Supremo, por la inmunidad que le dio. No se puede juzgar ni condenar a un presidente y, para cuando se celebrase el juicio, el acusado ya volvería a ser presidente porque así lo ha decidido la mayoría de los votantes. Por eso, en cuanto se supo que Trump había ganado las elecciones el fiscal Smith retiró el caso, consciente de que ya no habría juicio, al ser reelegido a Trump lo iba a proteger la inmunidad presidencial recientemente dictada.

Lo que no no le han impedido a Jack Smith es publicar los resultados de la investigación, y en el informe argumenta su discrepancia con la nueva doctrina del Tribunal Supremo. Un Tribunal Supremo que ha contribuido a las maniobras del equipo de Trump para alargar el proceso para que no llegara a juicio antes de las elecciones, confiando en que las ganaría y con ello, la impunidad. Y así ha sido.

¿Quién forma el Tribunal Supremo? Nueve jueces cuyo cargo es vitalicio. En este momento, la composición es ampliamente conservadora, seis conservadores y tres progresistas. ¿Cómo se eligen? Los designa el presidente y tienen que pasar un examen y aprobación del Senado, como lo están haciendo estos días los designados para formar parte del Gobierno. De los seis conservadores, a tres los eligió Donald Trump en sus primeros cuatro años de mandato.

Condenado por la Justicia, absuelto por los votantes (y el Supremo)

La sentencia reciente de ese Tribunal Supremo ha llevado en medio año a la situación presente, en que un ciudadano convicto de 34 delitos y que, de ser juzgado, probablemente le habrían condenado por nada más y nada menos que pretender cambiar el resultado electoral para aferrarse al poder, es decir, por violar el principio de la democracia de respetar la voluntad de la mayoría, no sólo no es condenado, sino que es la misma voluntad de la mayoría la que lo indulta y le otorga el máximo cargo institucional.

Cuando se celebraron las elecciones, a Donald Trump ya lo habían declarado culpable de 34 delitos, se conocía parte de la investigación del Departamento de Justicia, y Donald Trump había hecho promesas tan poco democráticas como ejercer como un dictador el primer día, este 20 de enero, vengarse de los medios de comunicación y los jueces que hayan ido contra él e indultar a buena parte de los asaltantes al Capitolio condenados por la Justicia. Todo eso ya lo sabían los electores y lo eligieron. Los votantes han ejercido como un jurado popular y lo han indultado.

En uno de los artículos académicos, la profesora de la prestigiosa Cornell University (Ivy League) Rachel Riedl sitúa la victoria de Donald Trump en un contexto general de declive de la democracia: "Los cargos contra Trump por intentar cambiar los resultados electorales de 2020, sus alabanzas a gobernantes autoritarios, de Viktor Orbán a Vladímir Putin o Kim Jong Un, o que será un dictador el primer día, son acciones que demuestran su falta de compromiso con los principios y prácticas de la democracia. [...] Por extensión, las democracias de países avanzados industrialmente no son tan resistentes como algunas teorías creían a las ola de erosión democrática y resurgimiento del autoritarismo. El deterioro democrático se está dando en un número sin precedentes de países ricos, entre ellos los Estados Unidos, con gobernantes que usan las instituciones democráticas para concentrar poder en el Ejecutivo y limita los controles, derechos, libertades y participación democráticos".

La guinda

Este 20 de enero el presidente Joe Biden cumplirá con el protocolo y acudirá a la toma de posesión de su sucesor y cumplirá con todo el ceremonial del relevo, por mucho que por dentro lo lleven los demonios. Comprensiblemente. La persona que lo sucede, Donald Trump, aún hoy, cuatro años después, sigue sin aceptar públicamente que Joe Biden ganó legítimamente las elecciones, e intentó delictivamente arrebatarle la victoria para mantenerse él en el poder. Ddespreció una vez más las prácticas democráticas al no acudir a la toma de posesión de Biden, le dio plantón. Le dio plantón a la democracia. Y a la Constitución que juró "guardar, proteger y defender" el 20 de enero de 2017, y volverá a jurar este 20 de enero de 2025.