Rose Khuwais, la presa palestina más joven excarcelada tras el alto el fuego en Gaza: "Temo que me vuelvan a encerrar"
- La joven, de 17 años, cumplía la condena más alta por presuntamente intentar matar a un soldado israelí
- El verdadero terror, asegura, fue su paso por comisaría, que describe como "un infierno"
Rose define los seis meses que ha pasado en prisión como "una tumba con algo de luz" pero luego matiza: "la oscuridad y la soledad". Aún así, añade, nada peor que los 37 días que permaneció en la comisaría del "Russian Compound", en Jerusalén. "Me detuvieron a las seis de la mañana y me estuvieron interrogando hasta las dos de la mañana del día siguiente, cuando intentaba dormir" cuenta Rose. "Me gritaban y me trataban mal". Por eso, asegura que, irónicamente, el día más feliz de su vida fue cuando la trasladaron a la cárcel de seguridad de Damon, aunque fuera para cumplir una condena a 10 años de cárcel. "Ya no me golpeaban, la comisaría fue el infierno".
A Rose la detuvieron el 5 de mayo de 2024, en una de las calles próximas a la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén. En ese momento, tenía 16 años e iba a rezar. La policía la acusó de intento de apuñalamiento, de haber pretendido matar a un soldado. Su padre, Youssef, lo desmiente: "Acusaron a Rose de llevar una navaja en el bolso, pero ella no llevaba ningún bolso. Luego dijeron que la llevaba en un bolsillo de la ropa. Tampoco tenía. Y finalmente, que la tenía escondida en el hiyab. Le dispararon seis veces, pero gracias a Dios, no la alcanzaron" cuenta Youssef.
Ella asegura que intentó mantenerse tranquila y en silencio: "No quería tener problemas. Solo quería pasar ese día lo más rápidamente posible y, al día siguiente, ya veríamos. Les tenía miedo".
No pudo recibir visitas de su familia
La fiscalía pidió para ella una condena de 15 años de prisión. Después de comparecer en cinco ocasiones, tres de ellas online, pactaron una pena de 10 años de cárcel. Durante ese tiempo, no pudo recibir ninguna visita de la familia, ni siquiera cuando fue trasladada al hospital, tras una de esas comparecencias, en lo que parecía un amago de infarto. "No pudimos visitarla nunca en la cárcel, explica Youssef, solo cuando la llevaron a los juzgados y pudimos seguirlo online. Ni siquiera la pudimos ver en el hospital. Me dijeron que, si quería, hiciera papeles". Ahora, Rose, sufre problemas pulmonares. De hecho, durante toda la entrevista no deja de toser.
“A las chicas nos intimidaban, nos aterrorizaban“
Rose Khuwais es la presa palestina más joven excarcelada en el primer intercambio tras el acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamas. También la que tenía una condena más alta. Durante las negociaciones, permaneció en la Sección 3 de la cárcel de Damon, cerca de Haifa. Es el módulo en que estaban las mujeres susceptibles de ser excarceladas con el acuerdo. Casi todas lo fueron el primer día, excepto 10 — una mujer gazatí, su hija y su prima, entre ellas — . "A las chicas nos intimidaban, nos aterrorizaban" explica.
Aunque nunca llegaron a tener la certeza de que fuera a haber acuerdo, la joven palestina nos explica que, hace dos meses, las prepararon para ese momento, les hicieron fotos y les tomaron huellas dactilares. Finalmente, el jueves anterior a su excarcelación, recibieron la noticia de que había pacto. Pero las cosas se demoraron y, en la cárcel, se extendió el rumor de que no habría alto el fuego, así que Rose explica que pasaron días sin dormir, llorando. Una primera confirmación el sábado 18 por la noche y su nombre en la lista el domingo 19, le dieron la tranquilidad de que volvería a casa. "Teníamos muchas esperanzas, asegura Youssef, porque es una niña. Solo tenía 16 años cuando la detuvieron. Lo último que necesita es estar encerrada".
"Nada de bienvenidas, nada de dulces"
Rose fue trasladada desde la prisión de Damon hasta la de Ofer el domingo por la tarde. Llegó a casa de su padre en el barrio de Al Tur, en Jerusalén Este, a la una de la mañana, en un coche policial. Israel quería evitar celebraciones. "Nada de bienvenidas, nada de dulces, nada de medios, nada de nada. Me dijeron que estaba prohibido. Ni mis hermanas, ni sus hijas, ni su tío, ni sus primos" relata Youssef.
Cuatro días después, Rose sonríe pero está nerviosa. Prefiere no dar muchos detalles sobre su paso por prisión y nos piden que no le preguntemos por el acuerdo ni por Hamás. "Hemos perdido nuestra libertad, asegura la joven, así que, cuando hemos salido, no nos lo podíamos creer. Pero es como si estuviera de visita y tuviera que volver a la cárcel. Temo que me vuelvan a encerrar". De momento, está contenta por haber podido cambiar el gris de la prisión por los colores.