Padre Ángel: "El mundo de hoy es mucho mejor que hace 200 años y que hace cinco días"
- "Pienso vivir otros veinte años más", asegura el padre Ángel a RTVE.es con "algo más de 87 años"
- Ha invitado a Feijóo y Sánchez a tomar café sin periodistas en San Antón: "No han dicho que no"
La iglesia de San Antón, en el madrileño barrio de Chueca, está abierta las 24 horas del día. Tiene wifi gratis, café, bocadillos y, lo que es más importante, un grupo de voluntarios organizados para escuchar y orientar a las personas que están pasando por un mal momento. En todo el mundo sólo hay cuatro iglesias como esta, las otras tres están en Barcelona, Ciudad de México y Amán.
Al frente de la de San Antón está el padre Ángel, un asturiano universal de la quinta del papa Francisco y fundador de Mensajeros de la Paz, una organización solidaria presente en 75 países, con más de 1.000 trabajadores en nómina y con 300 voluntarios empeñados en aportar calidad y calidez a todas las personas que atienden en sus hogares, sus centros y sus proyectos.
El padre Ángel García Rodríguez (Mieres, 1937) nos cita a las ocho y media de la mañana. Los devotos se mezclan con decenas de voluntarios y un numeroso grupo de personas sin hogar desayunando. Hay gente rezando que se ha quedado en los bancos después de la misa de la mañana.
El padre Ángel, rodeado de colaboradores, nos recibe con una sonrisa de la casa y se pone a nuestra disposición.
P: En el presbiterio hay una imagen del papa Francisco a tamaño real. ¿Qué relación tiene con el papa? ¿Cuándo fue la última vez que hablaron y de qué, si se puede saber?
R: Con el papa Francisco hablo siempre que puedo y siempre que él puede y le dejan. No es tan fácil hablar con un papa. La primera vez que hablé con un papa fue con Pablo VI, y te impone. Cuando un papa como el papa Francisco al que antes había conocido siendo cardenal y arzobispo en Argentina y con el que tuve la ocasión de viajar en metro cuando estuve por ahí... es un privilegio hablar con alguien que sigue teniendo los mismos zapatos que tenía en Argentina.
La última vez que hablé con él, hace unos días, fue con motivo de algo muy simpático porque presentábamos las iglesias abiertas las 24 horas que tenemos en el mundo. En este momento solamente hay cuatro: una en Barcelona, esta en Madrid, otra en México —que es inmensa— y otra en Arabia, en Amán, la capital de Jordania. Y cuando me vio hablamos de todo, pero sobre todo de las iglesias abiertas. Y me preguntó: "Pero Ángel, ¿vives? Y yo le respondí: “Sí, sí, vivimos los dos todavía”. Porque cuando a él le preguntan qué tal está de salud o cuando sale de alguna enfermedad, siempre dice: “Estoy vivo”. Y sí, estamos vivos los dos.
P: No le he preguntado por su enfermedad (le diagnosticaron un cáncer de colon en 2013). ¿Qué tal se encuentra?
R: Bien. Con ganas y —como el papa y como mucha gente— con ganas de vivir. La vida es maravillosa. La madre Teresa de Calcuta decía que la vida era bella, que había que vivirla, que había que cuidarla y que había que compartirla. Y yo creo que es lo que hacemos casi todos. Disfrutar de la vida, pero también cuidarla un poco y compartirla.
P: ¿Y qué hay que hacer para que una iglesia esté abierta 24 horas?
“Tampoco todas las iglesias deben estar abiertas las 24 horas. Como las farmacias, a veces hay turnos.“
R: Necesitas creer en ello y necesitas también unas estructuras y unos medios, sin duda alguna. Pero tampoco todas las iglesias deben estar abiertas las 24 horas. Como las farmacias, a veces hay turnos. Lo de las iglesias no es ninguna novedad. Hay iglesias abiertas para la adoración nocturna y hay iglesias que tienen el teléfono abierto. La iglesia siempre estuvo abierta. Las primeras iglesias no tenían ni edificios y las iglesias que hay en misiones casi no tienen paredes.
P: Además del papa Francisco usted ha conocido a muchas personalidades. ¿Quién le ha impresionado más a lo largo de su vida?
R: Cuando uno tiene mucha edad tiene el privilegio de haber vivido o conocido a muchas personas y de haber estado con ellas. Desde Mario Moreno, "Cantinflas", a Vicente del Bosque, pasando por personas muy normales y corrientes, personas que hoy están aquí desayunando en San Antón. Papas, reyes, todos los presidentes de gobierno, algunos presidentes de gobiernos de fuera. Y personajes como Raphael, Lina Morgan, la madre Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, Pedro Casaldáliga... Pero cuando uno reflexiona llega a la conclusión de que a quien más he conocido y más me ha impresionado, ha sido a mis padres. Mis padres han sido la pieza fundamental.
Acabo de celebrar la misa por Federico Mayor Zaragoza. Era un amigo al que quería en el alma. Me mandó dos días antes esta frase: "Ángel, ha llegado el momento inaplazable ya. Te quiero". Esto impresiona. Que un tipo, un fenómeno como Federico Mayor Zaragoza, dos días antes de irse se haya acordado de mandarme escrito a mano esas líneas...
P: Hablamos de personas, pero también de lugares. Mensajeros de la Paz está presente en 75 países. ¿Cuál le ha impresionado más y por qué?
“Gracias a que vivimos en un mundo mejor ha aparecido ya un medicamento para la malaria“
R: Benín, en África. La gente dormía en la calle, se vendían los niños, se trafica con los órganos. Cuando llegué a un centro donde había seis o siete niños durmiendo en una sala me dijeron que esos niños mañana o pasado se morían porque tenían malaria y la malaria era una muerte inminente. Hoy, después de años, gracias a que vivimos en un mundo mejor, ha aparecido ya un medicamento para la malaria. Después estuve en Haití, en guerras. En Gaza he estado dos veces. Ahora he intentado entrar. A uno le duelen en el alma las guerras. Duele en el alma ver ahora en Ucrania cómo unos se matan a otros. No es posible. En pleno siglo XXI, en 2025, que sigan siendo las armas el único diálogo que hay entre la gente.
Del templo a la sacristía
El padre Ángel nos recuerda la imagen del papa Francisco en 2019 arrodillándose ante el presidente de la República de Sudán del Sur, Salva Kiir, y el jefe rebelde Riek Machar, para pedirles que parasen la guerra. Le sugerimos continuar la entrevista en un lugar más recogido para que nos hable de su vida, su familia y su fe. Nos instalamos en la pequeña sacristía decorada con decenas de fotos enmarcadas y unos relojes que marcan la hora de distintos países.
P: ¿Quiénes son los hermanos García Gutiérrez?
R: Los hermanos García Gutiérrez eran seis hermanos que, por las circunstancias que sean, quedaron medio abandonados en Madrid. La mayor creo que tenía ocho años y así iban en escala todos. Nos llamaron a ver si se podían acoger y fuimos a por ellos. Hoy están trabajando todos. Son ya mayores. Era una familia de hermanos que eran una maravilla. A mí me dieron mucha vida. Vivir con ellos, tenerlos en mi propia casa... Para mí son los hijos un poco especiales de entre esos ciento y pico mil que han pasado y que tenemos en nuestros centros. Los que viven contigo, con los que más estás, te llenan siempre de orgullo. Les quiero y me quieren.
P: Y luego ha tenido otro hijo adoptivo. No sé hasta dónde nos puede contar.
“Sé lo que es el sufrimiento de un padre cuando tiene un hijo muy enfermo, un hijo que se te va“
R: Después he tenido varios más. Después de ellos vinieron otros tres hermanos. Uno de ellos, además, murió cuando se quemó esa discoteca en la calle Gran Vía. Esos estuvieron también otros diez o 12 años conmigo. Y después algunos niños enfermos que había por algunos países que no tenían cura y los traje aquí a España. Uno de ellos se quedó también conmigo porque tenía muchos problemas de salud. Era un niño que se moría. Se había quemado casi totalmente y la cura era llevarle a Pedro Cavadas, ese médico que es milagroso y con el que sigo teniendo mucha amistad. Sé lo que es el sufrimiento de un padre cuando tiene un hijo muy enfermo, un hijo que se te va. Ese hijo te da la vida, ese hijo que te llama papi todos los días. Ese hijo que por las noches y por las mañanas nos saludamos y nos decimos "te quiero mucho".
El ser humano es gente buena. Yo no he conocido ni una sola persona mala en el mundo y mira que ya tengo años. He conocido gente que está enferma, que matan, que hacen actos terroristas, que empuñan las armas, pero son gente que está enferma. Alguien que esté con su sentido común, no es capaz de coger un cuchillo, una metralleta y matar a nadie. Y lo mismo con los políticos. He invitado a tomar un café a los dos partidos principales para que pudieran venir aquí Feijóo y Pedro Sánchez a tomar un café en San Antón y hablar de lo divino y de lo humano sin medios de comunicación.
P: Y qué le han respondido Sánchez y Feijoo a ese café en San Antón.
R: Pues no han dicho que no, pero no han venido. Te cuento una anécdota. Hace muchos años estaba Felipe González viviendo de presidente en La Moncloa y Aznar estaba en la oposición y yo hice una campaña para adoptar a niños terminales. Un día le dije a José María Aznar que si venía conmigo a Burgos. Al día siguiente era el cumpleaños de Felipe González y yo iba a La Moncloa a felicitarle pero salió en las primeras páginas de todos los periódicos "el padre Ángel, con José María Aznar". Iba con los periódicos debajo del brazo a felicitar a Felipe un poco nervioso. Le dije: "mira, pues ayer ya sabes que fui a hacer una campaña, iba con José María Aznar"... y me dice Felipe, "eso es lo que tienes que hacer, estar con todos". A veces algunos eso no lo entienden.
P: Le he escuchado que a lo largo del día pide perdón muchas veces. ¿Por qué?
R: Prefiero pedir perdón que pedir permiso. Si pido permiso, no estaríamos en 75 países. Si pido permiso, no hubiera abierto muchas casas, no hubiera abierto los hogares con mixtos en donde me decían que era una promiscuidad.
“Prefiero pedir perdón que pedir permiso“
Hoy es lo normal que las casas sean mixtas. Si pido permiso, pues no hubiera dado de comer a mucha gente. Y además el papa Francisco ha dicho públicamente "prefiero a los curas que pidan perdón que a los que a veces no hacen casi nada". Tenemos que pedir perdón. Pedir permiso es no hacer nada, es estar esperando. Y si pides permiso y te dicen que no, es desobedecer. Con lo cual yo nunca desobedezco.
P: Y alguien que tiene el Premio Príncipe de Asturias, que ha sido nominado al Premio Nobel de la Paz, ¿qué cree que no le perdonaríamos?
R: El que no quisiera a la gente. El que hable mal de alguien. Eso no es perdonable. Yo confieso que solamente en mi vida he tenido un pecado. Y tenía siete años cuando cometí ese pecado. Haber visto a un hombre en mi pueblo tirado en la carretera y pasar de largo creyendo que estaba muerto. Porque le toqué y estaba frío. Y llegué a casa y le dije a mi padre: "encontré a uno del pueblo y estaba allí tirado, muerto". Y mi padre me dijo. "Gelín" —que es como me llamaban en casa—, "estás confundido. Estaba borracho de anís porque los que beben anís se quedan fríos. O sea que no estaba muerto, quítate eso de la cabeza". Y no se me quitó nunca de la cabeza. Por lo único que uno no puede ir al cielo —por eso yo creo que vamos a ir casi todos al cielo— es por haber ofendido a alguien, por no querer a la gente. Y yo creo que quiero a toda la gente. Incluso a los que me critican.
P: Ya tiene 87 años.
R: Algo más de 87. Tengo los mismos que el papa, pero pienso vivir otros 20 años más. El papa los cumple en diciembre y yo en marzo. Somos de la quinta, de 1937, aunque no hicimos la mili.
P: El papa ha cambiado el ritual de las exequias porque quiere que sea mucho más sencillo. ¿Ha pensado en cómo le gustaría que fuera su funeral?
“Vivimos en un mundo en donde hay que querer a la gente, nos tenemos que querer“
R: Me parece una soberbia pensar cómo va a ser mi funeral y qué es lo que quiero que hagan conmigo y cuál va a ser el mensaje o la herencia que uno deja. Hay algunos que quieren mandar después de muertos o quieren dejarlo todo atado y bien atado. Yo quisiera que me recordaran —como el cardenal Tarancón en su testamento— como un hombre que quiso dialogar con todos y que quiso amar a todos. Un hombre que le habló a Dios de los hombres y a los hombres de Dios. Pero que hice lo posible y lo imposible por que la gente se entienda, se quiera, se deje de pelear.
"No riñáis que lloro"
Uno de los primeros niños que yo tuve se llamaba Salvadorín. Tenía tres o cuatro años cuando fui a recogerle a Corias, un pueblo de Cangas del Narcea (Asturias). Allá le oí decir a sus padres: "no riñáis que lloro". Y se me quedó esa frase que he puesto en un montón de sitios. "No riñáis que lloró". Vivimos en un mundo en donde hay que querer a la gente, nos tenemos que querer.
P: ¿Recuerda cuándo fue la última vez que lloró?
R: Presidiendo la misa de Federico Mayor Zaragoza. Y un día antes, en la misa del padre Luis Lezama. Cuando un amigo se te va, amigos a los que quiero de verdad... Jesús dio de comer e hizo milagros, pero a mí el Jesús que más me gusta es el Jesús que lloró cuando se enteró de que su amigo Lázaro había muerto. Me salen las lágrimas cuando alguien se me va o cuando ves a los niños con cáncer... se me revuelve y lloro de verdad. He llorado cuando me dijeron que tenía cáncer hace ya muchos años. Pero en la misa, pues se me saltaron las lágrimas.
P: ¿Y cómo está ahora de su enfermedad? ¿Cómo se encuentra?
“Doy gracias a Dios porque me ha dado salud. Y gracias a mis padres porque a veces es genético“
R: Bien. Voy poco al médico para que no me diga cosas raras (risas). Hace un año, el crío mío, el chaval con el que vivo, pues fuimos a comer castañas, me pegué un atracón y me tocó ir al hospital. Claro, cuando uno tiene mucha edad hay que cuidarse. Yo no puedo comer como cuando tenía 20 años, o 30 o 40 o 60. Pero de salud estoy bien. Doy gracias a Dios porque me ha dado salud. Y gracias a mis padres porque a veces es genético.
P: Se le va muriendo gente querida. Hace año y medio falleció Ángel Silva, que en Asturias era muy conocido.
R: Era mi amigo del alma. Con 12 años nos conocimos. Con 24 hicimos la obra de Mensajeros de la Paz. Teníamos una moto y rezábamos el rosario en la moto los dos. Ángel Silva era el hermano del alma. Un amigo con el que nunca hemos reñido, con el que siempre sonreíamos porque siempre nos queríamos.
Él era el capellán en la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) y en la JOC (Juventud Obrera Católica) y yo estaba en el Frente de Juventudes (sección juvenil de Falange Española) de capellán. Cosa más distinta no podía ser. Él era del Sporting y yo era del Oviedo. Él era de unas ideas mucho más izquierdosas y yo un poquitín menos izquierdosas, pero nunca en la vida nos reprochamos ni nos dijimos nada. Al final de su vida he estado con él. Nos bendecimos. Él dejó de ser cura. Se casó. Aun después de casarse le pedí que me bendijera. Fuimos a Córdoba juntos. Para mí es el hermano del alma.
P: Uno de los primeros proyectos que hicieron juntos fue una fábrica de lejía que luego fracasó. ¿Qué otros proyectos ha puesto en marcha que no hayan funcionado?
“Teníamos muchos niños y no teníamos subvenciones“
R: Pues hemos tenido una librería, hemos tenido un laboratorio fotográfico, hemos tenido miles de cosas; recogida de botellas, coleccionar cristales... Allí donde podíamos sacar una peseta íbamos, porque necesitábamos alimentar a la familia. Teníamos muchos niños y no teníamos subvenciones. En aquellos primeros años no había casi ninguna ONG. Estábamos nosotros y poco más. Hicimos campañas en las peluquerías de Oviedo. Llegamos a hacer un negocio con los oricios (erizos de mar) porque en aquellos años no valían para nada. Hicimos de todo, menos de prostitutos o prostitutas, por alimentar a la gente. Ir a las pomaradas (fincas de manzanos) a coger la fruta o a las huertas a coger patatas, a las iglesias que nos daban sacos de patatas, sacos de verdura y con eso lo llevábamos para comer. Hicimos muchas cosas, pero no hicimos nada especial y distinto a lo que hace cualquier padre de familia.
P: ¿En algún momento se ha sentido defraudado y ha pensado "esto no me lo esperaba y ha sido un golpe duro"?
R: Sí, pero no me ha afectado. Cuando vienen mal dadas o cuando viene alguien que intenta tirar por tierra todo, uno no se envalentona. Ahí es cuando uno llega a lo que tiene de fe y dice "¡Dios mío, Dios mío!" Yo he dicho muchas veces "¡Dios mío, Dios mío!" Pero también lo dijo Jesús de Nazaret ante la muerte: "¡Dios mío, Dios mío, que pase de mí este cáliz!" Yo dije "¡Dios mío, Dios mío!" pero no dije "que pase de mí este cáliz". No, no. Para mí Jesús fue demasiado bueno. Si yo hubiera sido como Jesús —que además tenía poderes— a mí no me hubieran matado ni en broma. Y entonces, cuando me pasa eso, rezo y lloro y acudo al santuario (de Covadonga, en Asturias). He ido muchas veces a la santina de Covadonga. Cuando vienen mal dadas voy ahí a llorar. Yo creo que cada año voy tres o cuatro veces.
P: ¿Cómo cree el padre Ángel que será la gran obra que ha construido cuando no esté el padre Ángel?
“ Las obras tienen que nacer y morir. No se pueden hacer obras para que vivan toda la vida“
R: Nunca he pensado en hacer unos estatutos para que perdure para toda la vida, siglos y siglos. Las obras tienen que nacer y morir. No se pueden hacer obras para que vivan toda la vida. Ese es mi criterio. Algunos quieren que siga existiendo la obra. No me preocupa. Después de muerto que te recuerden —si es que te recuerdan— como un hombre que quiso a la gente y que se dejó querer pero, sobre todo, que intentó que la gente se quisiera.
P: ¿Qué buena noticia nos puede dar el padre Ángel después de toda una vida entregada a los más desfavorecidos?
R: Que el mundo de hoy es mucho mejor que hace 200 años y que hace cinco días. Y que el mundo que viene, que vamos a dejar a nuestros hijos, es mucho mejor que el de hoy. El mundo de hoy es un mundo donde hay un montón de soluciones para resolver muchos problemas de enfermedades. Hoy se ha podido curar la malaria y pronostican que el cáncer dentro de unos años se curará en un 80% o 90%. El mundo de hoy es un mundo mucho mejor donde podemos viajar. La buena noticia es que los niños que hoy tienen diez o15 años a lo mejor no tienen tantos bienes como podemos tener nosotros, pero van a tener más años de vida. Y tener más años de vida es una riqueza.