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Esther, madre con discapacidad intelectual: "Nadie tiene que decir que no podemos tener niños"

  • La maternidad y paternidad en familias con discapacidad sigue siendo un tabú social
  • Una discapacitada intelectual y un matrimonio ciego han contado su experiencia con la crianza

Por
Esther Muñoz y Cristina Vallelado, de Plena inclusión
Esther Muñoz y Cristina Vallelado, de Plena inclusión Vicky Bolaños

Objetivo igualdad se emite los domingos a las 14:40 h en el Canal 24 horas y después en RTVE Play

“Tengo unos 65 grados de minusvalía. Soy una persona con discapacidad intelectual. Y desde hace muchos años he querido ser madre”. Esther Muñoz es madre de Pablo Luis, de dos años. Ha contado a Objetivo igualdad que cumplió este sueño con su pareja cuando llevaba dos años de relación. A su madre ya le había comentado su intención de tener un bebé. “Me dijo, ‘¿cómo te vas a quedar embarazada, si tienes una discapacidad'? Y le respondí que yo podía tener un niño sano”, recuerda.

Esther tuvo un buen embarazo y llevó el seguimiento en la sanidad pública: ”No tengo queja. El día de mi cumpleaños fui a hacerme una eco. Me dijo el médico 'Muchas felicidades. Menudo regalo que tienes ahí metido. Va a ser un niño grande’. Y fue un niño grande, pesó tres kilos y pico”.

No tiene que decidir nadie por las personas con discapacidad intelectual

“Cuando nació mi hijo fue una emoción muy grande”, rememora Esther conmovida, y reivindica: “No tiene que decidir nadie por las personas con discapacidad intelectual. Si no quieren tener niños, me parece bien. Pero que no diga la familia ‘Vamos a decirle al médico que como tiene discapacidad, mi hija no puede tener niños”. En el caso de Esther, después de tener a su hijo, su madre recapacitó: “¡Cómo te dije que no podías tener niños, mira qué niño tienes tan bonito!”.

Derecho a ser madres y padres

Para la delegada de Derechos Humanos y Agenda Política de Fundación CERMI Mujeres, Sara de Torres, la maternidad de personas con discapacidad: “Sigue siendo un estigma muy grande en nuestra sociedad”. “Existe un prejuicio de la mayoría social de que las mujeres con discapacidad no están realmente preparadas para ser madres. Es consecuencia de ese capacitismo y paternalismo que están tan extendidos en la sociedad española”, sentencia.

Cuando son mujeres, se unen también muchas de las discriminaciones que se viven por ser mujer

Por su parte, la representante del equipo técnico de Plena Inclusión Cristina Vallelado afirma que la situación no es sencilla para las personas con discapacidad intelectual que quieren formar una familia, a pesar de que es un derecho recogido por la Convención de la ONU: “Se da una doble o una triple discriminación. La discriminación que sufren por tener discapacidad, por ser una discapacidad intelectual y, cuando son mujeres, se unen también muchas de las discriminaciones que se viven por ser mujer”.

Las mujeres con discapacidad tienen derecho a a casarse y a fundar una familia

Desde CERMI Mujeres, recuerdan que las mujeres con discapacidad tienen derecho a contraer matrimonio y a casarse. También a fundar una familia “sobre la base de un consentimiento libre y pleno por parte de esas mujeres; a elegir el número y el espaciamiento de los hijos que desean tener y a recibir asistencia adecuada en la crianza de sus hijos”, subraya De Torres.

En Plena Inclusión cuentan con un proyecto dedicado a mujeres con discapacidad intelectual en el que dan apoyo individualizado a aquellas personas que quieren ser madres y padres de forma imprevista o planificada. “Vemos caso por caso y hacemos acompañamiento, de salud, de consejo genético si es necesario y la persona toma la decisión de seguir adelante o no y de qué manera”, afirma. Por ejemplo, si una madre tiene miedo al momento del parto, Plena Inclusión busca grupos de mujeres sin discapacidad para que puedan compartir sus dudas y miedos. 

Familias ciegas: como cualquier familia

Ricardo Velesar y Gema de Beas son padres de María, una adolescente que ya tiene 17 años. Ambos comparten que tuvieron la capacidad de ver durante muchos años y perdieron la vista. Intentaron ser padres, pero Gema tuvo un aborto. Eso les llevó a optar por el proceso de acogida y de adopción. 

Nos denegaron la adopción porque los niños se podían avergonzar de tener padres ciegos

“Finalmente, en una entrevista con el director de adopciones de entonces, nos dijeron que no. Primero porque los niños se podían avergonzar de tener padres ciegos y segundo, porque a lo mejor lo que nosotros queríamos era un lazarillo”, relata Gema, quien afirma que esa conversación se le quedó grabada de por vida. Años después, se quedó embarazada y nació María. 

Respecto a la crianza, Gema asegura que “te haces con mil trucos” y que, tuvo ayuda al principio, “como cualquier otra madre que ve”, pero que después vivieron con total autonomía. “Enseguida se dio cuenta que no veíamos” rememora Ricardo: “Le dabas el biberón, y si no lo acercabas a la boca, se acercaba ella". Cuando tenían que vestirla, Gema ordenaba la ropa que sabía que conjuntaba por el tacto.

La técnica de rehabilitación de ONCE Aída Urraca imparte talleres de maternidad a todas las personas ciegas, sordociegas y con cualquier discapacidad visual que van a estar en contacto con un bebé: “Favorecemos la autonomía de las personas que tenemos afiliadas a la ONCE”, cuenta la técnica. “Les enseñamos esas pequeñas cosas a las que no llega una matrona porque es mucho más específico, como poner un pañal, administrar medicamentos con jeringuilla o preparar un biberón”. 

Eli, una usuaria de ONCE, en el taller de maternidad que imparte Aída Urraca.

Eli, una usuaria de ONCE, en el taller de maternidad que imparte Aída Urraca. Foto: Vicky Bolaños

En cuanto a la accesibilidad de los servicios, Urraca opina que “falta mucho por hacer”. “A los profesionales les llega una familia o una persona ciega y no saben cómo tratarla. Muchas veces nos llaman desde el centro de salud para poder ayudar en ese proceso”, relata.

Los padres y madres con discapacidad visual están mucho más preparados que la sociedad

“Los padres y madres con discapacidad visual están mucho más preparados que la sociedad. Es la sociedad la que tiene mucho más miedo cuando ve a una pareja con discapacidad visual o ciega llevar un bebé en brazos. Para la propia familia, es algo natural que les sale”, remata Urraca.