Caroline Darian, hija de Giséle Pelicot: "Dejar a todos los acusados a puerta cerrada habría sido un regalo"
- Darian narra en Y dejé de llamarte papá el horror de descubrir que su padre drogó durante una década a su madre
- La Policía también encontró en el ordenador de Dominique Pelicot fotos de Caroline semidesnuda
Desde hace cuatro años, Caroline Darian intenta inventarse "una nueva existencia". El 2 de noviembre de 2024 su vida dio un "vuelco vertiginoso" cuando descubrió que su padre, Dominique Pelicot, había drogado durante años a su madre, Gisèle Pelicot, para después violarla y ofrecerla a decenas de hombres que abusaron de ella en encuentros que grababa y almacenaba en su ordenador portátil, en el que la Policía también encontró dos fotografías de Caroline semidesnuda.
"Mi padre es un criminal y voy a tener que aprender a vivir con esa despiadada realidad", escribe en las primeras páginas de Y dejé de llamarte papá (Seix Barral), el libro en el que Caroline Darian narra el largo camino de aceptación recorrido antes del juicio de Aviñón, que se celebró en 2024. Han sido cuatro años repletos de preguntas, algunas sin respuesta, en los que dice haber sentido una mezcla de "rabia, vergüenza y empatía" por un hombre que, asegura, ha pisoteado "la confianza instintiva" que ella tenía en los hombres.
Ahora, Caroline Darian ha encontrado en la militancia y la ayuda a las víctimas — trabaja para visibilizar la realidad de la sumisión química intrafamiliar a través de la asociación M'endors pas — "cierto consuelo" para avanzar en un proceso de duelo que, asegura, aún continúa. Además, "escribir este libro me ha ayudado a transitar este primer año de este cataclismo absoluto", ha declarado en una rueda de prensa con medios españoles.
En diciembre, la Justicia francesa condenó a Dominique Pelicot a la pena máxima — 20 años — por haber violado a la que fuera su mujer, a quien ofreció a al menos 72 hombres para que fuera abusada en distintas ocasiones entre los años 2011 y 2020. El principal acusado no recurrió la sentencia, pero sí han apelado 17 de los 50 hombres juzgados — aquellos a quienes la Policía logró identificar — por lo que el proceso judicial aún no ha terminado para la familia.
"Creo que se ha llevado la pena que tenía que llevarse [...] para mí era absolutamente lógico que no le podían caer menos que esos 20 años", ha afirmado Darian, que no tiene contacto con su padre desde noviembre de 2021, cuando le encarcelaron poco después de ser descubierto fotografiando bajo las faldas de varias mujeres en un supermercado. Fue así como la Policía accedió al contenido de su ordenador. Esas mujeres, menciona Caroline Darian en su libro, "a su manera, salvaron" a su madre.
"No les corresponde a las víctimas llevar la carga de la vergüenza"
El juicio se celebró a puerta abierta porque así lo quiso Gisèle Pelicot, una decisión que según su hija estuvo precedida de un largo proceso. "Lo decidió en marzo de 2024, muy recientemente, pero yo estaba convencida de que no podía dejar a todos esos acusados a puerta cerrada, porque habría sido un regalo", ha asegurado a la prensa Caroline Darian, que defiende que sin cámaras ni periodistas, esos hombres "cuentan lo que quieren, a quien quieren y, sobre todo a su entorno".
Hacer el proceso público se convirtió, dice Darian, en una "manera de dar fuerza a la idea de que la vergüenza tiene que cambiar de bando", una frase convertida en lema que, dice, le vino a la mente "rápidamente", en cuanto empezó a descubrir los hechos. En ese momento, "sientes vergüenza porque eres la hija de uno de los mayores depredadores sexuales de los últimos años, [...] vergüenza por ser la hija del verdugo y de la víctima al mismo tiempo".
"Es una fórmula que habla e interpela a mucha gente, sobre todo a otras víctimas de violencia sexual que la mayor parte del tiempo tienen miedo o vergüenza [...] y no les corresponde a las víctimas llevar la carga de la vergüenza a sus espaldas", ha dicho, al tiempo que ha defendido que abrir el proceso judicial "permitió mostrar a la sociedad lo que sucede cuando una víctima denuncia".
"Es un proceso muy violento, tener que demostrar constantemente que son víctimas de las agresiones a las que han sido sometidas. El sistema debe avanzar, no se puede admitir todo, hemos visto cómo los acusados y abogados se parapetaban y tenían un tono violento que no es aceptable", ha defendido Caroline Darian.
"Difícilmente podemos iniciar otro juicio porque no tenemos más pruebas"
En el libro relata que los instantes previos a la llamada en la que su madre le contó lo que su padre había hecho fueron "los últimos segundos de una vida normal". Semanas más tarde, Caroline Darian descubriría que entre los archivos que su padre almacenaba en su portátil, había dos fotos suyas tomadas mientras dormía con una ropa interior que no reconoce como suya. Desde entonces, sostiene que su padre también la drogó y violó, aunque el juicio no determinó nada al respecto y su padre testificó que "nunca" la había tocado.
Darian asegura que su padre "no tiene la capacidad de admitir la verdad" y que está "tan dividido en su personalidad" que reconocer la realidad en su conjunto "le resulta imposible". Al ser preguntada sobre si está dispuesta a iniciar un nuevo proceso judicial para determinar si también pudo abusar de ella, ha sostenido que "difícilmente" puede hacerlo, porque no tiene más pruebas que las dos fotografías mencionadas.
"Si hubiera otros elementos, sí", ha dicho, pero "en la medida en que el no ha querido responder a mis preguntas durante el proceso, me quedo con mis dudas, no tengo la prueba tangible".
Dominique Pelicot utilizaba el sitio web coco.gg para contactar con las decenas de hombres que violaron — sin usar preservativo — a su entonces mujer. Durante años, publicaba fotos de Gisèle en un foro privado que se llamaba 'Sin que lo sepa', también fotografió a sus nueras con una cámara oculta y, según recoge el libro, violó a otras mujeres empleando el mismo método que utilizaba con su esposa, una potente mezcla de somníferos que la dejaban inconsciente durante horas.
Antes de saber que había sido violada y drogada durante más de diez años, Gisèle Pelicot — que contrajo cuatro ETS, entre ellas el papiloma humano — visitó a varios neurólogos preocupada porque en ocasiones se mostraba desorientada y sufría pérdidas de memoria. Sus hijos lo achacaban a un principio de Alzheimer y su marido le restaba importancia y apuntaba a "su forma de gestionar el estrés", según relata Darian.
En su libro, Caroline Darian confiesa haber echado de menos a su padre, no al que ahora está en la cárcel, si no al que cuidó de ella "durante 42 años" y al que "quiso mucho antes de descubrir su monstruosidad". Ahora, al ser preguntada por sus sentimientos hacia su progenitor, habla de "desperdicio". "Qué desperdicio de vida dar rienda suelta a la perversión absoluta cuando tenía una familia que le respetaba y amaba", ha lamentado.