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La City de Londres resistió al 'Brexit': "Este modelo es difícil de replicar"

  • Las consecuencias de la salida del Reino Unido de la UE se notaron menos de lo que se esperaba en el distrito financiero británico
  • "Es un ecosistema que no tiene equivalente", explican actores de la City cinco años después del divorcio

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La City de Londres con edificios de oficinas al fondo

La catástrofe anunciada no ocurrió. En vísperas de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, cuyos cinco años se cumplen este viernes 31 de enero, el devenir de la City de Londres después del divorcio generaba preocupación más allá del ámbito de las finanzas.

En el aire, los potenciales daños que el Brexit podía provocar en el distrito financiero, vitrina y piedra angular de la economía británica —más del 6% del producto interior bruto (PIB)— y actor central de las finanzas a nivel global.

Los más pesimistas anticipaban la pérdida de hasta 100.000 puestos de trabajo y el traslado de las sedes de las principales multinacionales a otras ciudades europeas –París, Fráncfort, Ámsterdam–: el fin de la City como centro de referencia mundial. Un lustro después, ninguno de estos pronósticos se cumplió. "Muchos pensaban que iba a haber un éxodo de empleos –en la bolsa y en los mercados de derivados, por ejemplo– que ya no se podrían mantener en la City por quedar fuera del mercado común", recuerda María Pereira. Nacida en Londres de padres gallegos, Pereira es socia en el bufete internacional DLA Piper, uno de los más importantes del distrito financiero británico.

"El problema es que el modelo de la City es muy difícil de replicar", explica. "Aquí hay mucha experiencia y conocimiento, mucha gente especializada en negocios, en transacciones, y eso transponerlo a otro sitio es muy complicad". Eduardo Barrachina, presidente de la Cámara de Comercio española en el Reino Unido, ahonda en este sentido. “No es fácil trasladar un modelo así a otro país, a otra ciudad”, asegura el que también es director asociado en el bufete internacional Linklaters. "Se hablaba de París, de Fráncfort, pero la realidad es muy tozuda: no ha habido un éxodo, ni de empleados ni de entidades".

"Una de las claves fue su rápida adaptación"

En 2023, se estimaba entre 7.000 y 10.000 el número de empleos que se habían trasladado a la Unión Europea después del Brexit. Es menos que lo esperado y poco en relación con las casi 600.000 personas que trabajan a diario en el distrito financiero londinense. "Frente a los pronósticos catastrofistas, la City se ha mantenido firme", argumenta Barrachina. "De hecho, muchas de las entidades financieras, seguros y grandes bufetes de abogados que la componen consiguieron récords de beneficios en los años 2020, 2021 y 2022", después de la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Para Pereira, esta resistencia –y buena salud– tiene que ver con el "ecosistema singular de la City". Además de sus competencias y su especialización, ofrece otras ventajas: el derecho inglés, "muy favorable a las negociaciones entre actores privados, un sistema más ameno que incentiva los intercambios comerciales" y el acceso a capital e inversiones. "Hay muchísimo capital, muchos fondos de inversión, los mercados de capital aquí están muy desarrollados". "Quizás no han crecido tanto después de la salida de la Unión Europea", asegura la socia de DLA Piper, pero "realmente, quien quiere buscar inversiones, todavía tiene muchas opciones en Londres".

"Una de las claves de la City fue también adaptarse muy pronto", nos explica Peter Foster, editor en políticas públicas del Financial Times y especialista del Brexit. "En los servicios financieros, se hizo evidente rápidamente durante la negociación del acuerdo de salida que el Reino Unido iba a perder sus passporting rights, sus derechos que le permitían operar en el espacio económico europeo", recuerda Foster. "La City lo entendió muy pronto y empezó a hacer ajustes para adaptarse. Eso pasó por el traslado de algunos empleados a sedes europeas, por ejemplo, y por la modificación de sus procedimientos para seguir atendiendo a sus clientes, de una forma u otra, en la Unión Europea".

El Brexit no acaba nunca, pero en la City se da por superado

"Los cambios fueron rápidos, pero no necesariamente sencillos", puntualiza Pereira. "Ahora tenemos que operar de otra forma. Desde el primer día tuvimos que hacer mucho trabajo para entender qué consecuencias tenía el Brexit para nuestros clientes, cómo sería operar en los Países Bajos, España o en Francia si tienes una empresa aquí y al revés". Una de las consecuencias inevitables, asegura la abogada, es el coste al alza para las empresas. "Si quieres tener presencia en Londres y en la Unión Europea, todo cuesta mucho más. Es algo que obviamente se plantean nuestros clientes". "Antes, cuando unos estadounidenses, por ejemplo, querían entrar en el mercado europeo, era natural abrir una sucursal en Londres. Ahora no es tan automático".

Es difícil calibrar con exactitud el coste inherente a estos cambios porque la transición no ha terminado. "El Reino Unido no ha implementado toda su normativa", recuerda Barrachina. "La City se sigue rigiendo en gran parte por el derecho de la Unión Europea".

Foster lo resume con una fórmula: "El Brexit no acaba nunca". "La lenta divergencia normativa entre el Reino Unido y la Unión Europea todavía está en marcha", explica el periodista del Financial Times. "Su impacto se nota en la productividad, en las inversiones y en el comercio, y se irá notando conforme cada uno siga su camino".

En la City, "el Brexit se da ya por superado", asegura Barrachina. Aunque eso no quiere decir que no seguirá impactando a la economía británica. "El distrito financiero se adaptó, pero muchos sectores todavía están afectados", advierte Foster. "Los bienes manufacturados, los productos alimentarios y de forma más general, las pequeñas y medianas empresas, que han sufrido mucho más que las grandes".

Según la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, el organismo independiente de supervisión de la economía británica, el Brexit reducirá la productividad a largo plazo del Reino Unido en un 4% del PIB en comparación con si se hubiera quedado en la UE. Todo ello, a pesar de la resiliencia mostrada por la City y su sector financiero.