Mucha infraestructura proyectada y poco hidrógeno verde: Europa se arriesga a seguir enganchada al gas
- Un informe revela que solo una ínfima parte de la ambiciosa red de hidrógeno anunciada ha comenzado a construirse
- Los planes europeos sobre este combustible están "alejados de la ciencia", señalan desde Global Energy Monitor
Europa ha vivido en los últimos años la fiebre del hidrógeno verde. Esta tecnología, todavía en una fase de desarrollo inicial, se genera a partir de energías renovables y está llamada a sustituir a los combustibles fósiles en sectores difíciles de electrificar como la industria pesada o el transporte.
España es uno de los países más volcados en esta fuente energética, y en 2022 impulsó, con una cumbre por todo lo alto, un ambicioso proyecto para llevar hidrógeno verde entre Barcelona y Marsella a través de un conducto submarino, bautizado primero como BarMar y después como H2Med.
Pero a pesar de la extensa infraestructura anunciada y prometida por los países europeos, la realidad es que el hidrógeno verde todavía muy lejos de poderse producir a gran escala. Eso provoca que toda esta estructura seguirá, durante varios años, o bien inutilizada o bien al servicio del gas, según un informe publicado este jueves por Global Energy Monitor, una organización que evalúa el avance de proyectos energéticos en todo el mundo.
"Un intento de la industria de prolongar la dependencia europea del gas"
El estudio documenta 96 centrales eléctricas de gas con capacidad para quemar hidrógeno, 12 proyectos para ampliar o convertir terminales de gas natural licuado (GNL) a la importación de derivados del hidrógeno y 323 gasoductos nuevos y modernizados para transportar hidrógeno a lo largo de 50.000 kilómetros por Europa. "Pero solo una fracción de los proyectos han demostrado progresos tras ser presentados" y la mayoría no son más que "borradores", según el informe.
"Los planes europeos sobre el hidrógeno parecen, en el mejor de los casos, alejados de la ciencia y la realidad económica de este combustible y, en el peor, un intento de la industria del petróleo y el gas de prolongar la dependencia europea del gas", advierten los analistas del Global Energy Monitor.
Este combustible se produce mediante la electrólisis del agua, separando el hidrógeno de la molécula del agua, es decir, la H del H₂O. Pero este proceso se puede llevar a cabo con energías fósiles -hidrógeno gris, negro o marrón-, nuclear -hidrógeno rosa- o renovables -hidrógeno verde-. Este último es el que se encuentra en una fase más temprana de investigación y desarrollo, por lo que gran parte de esta prometida infraestructura verde podría ser utilizada, en el corto plazo, para el gas o el hidrógeno producido con energías contaminantes.
¿Están usando las compañías gasísticas el hidrógeno para lavar su imagen?
La mitad de los proyectos de plantas de producción energética a partir de hidrógeno no tienen ni siquiera un año de inicio previsto y solo una ínfima proporción de estos tienen asegurados contratos o financiación para el suministro del combustible.
En cuanto a los hidroductos, la Comisión Europea ofrece financiación para más de 22.000 kilómetros de infraestructura, pero muchos de ellos son "prácticamente idénticos a antiguos proyectos de gasoductos", lo que sugiere que "las compañías gasísticas podrían estar usando el hidrógeno para cosechar apoyos". Solo uno de estos hidroductos está en construcción, añaden.
Y sobre los proyectos para adaptar las actuales terminales de GNL a otras capaces de recibir hidrógeno, el informe señala que "ninguna" de estos ha empezado a construirse o ha recibido una decisión de inversión final.
España, el segundo país que más tuberías ha proyectado
Con proyectos como el H2Med, España se sitúa en el segundo puesto -solo por detrás de Alemania- entre los países líderes que planean desarrollar nuevos conductos de hidrógeno.
Los expertos dudan de este ímpetu inversor por construir nuevas infraestructuras y recomiendan, en cambio, centrar los esfuerzos en centrar la producción allí donde se necesita, sin necesidad de transportarlo. "España, y Europa en general, deben considerar sus planes iniciales de hidrógeno", asegura David Cebon, profesor de Ingeniería Mecánica en la Universidad de Cambridge y miembro del grupo de expertos independientes Hydrogen Science Coalition.
"En lugar de apoyar el desarrollo de una costosa y extensa red de transporte de hidrógeno sin proveedores ni clientes probados, los países deberían centrar sus esfuerzos en apoyar el aumento de la producción local de hidrógeno renovable para usos específicos en los que ya existe una demanda demostrada: los sectores industriales en los que hoy en día se utiliza el hidrógeno procedente de combustibles fósiles", señala.
El informe llega justo un día después del anuncio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de una partida de 400 millones de euros a sufragar proyectos vinculados con esta tecnología que quedaron fuera de la última convocatoria de ayudas europeas.
Una fase de estancamiento tras el "entusiasmo" por el hidrógeno
Un reciente estudio publicado en la revista Nature Energy señalaba el año pasado de que la fase de "entusiasmo" por el hidrógeno verde había llegado a su fin. Esta primera fase, impulsada por la crisis energética posterior a la invasión rusa de Ucrania en 2022, motivó inversiones millonarias en Estados Unidos, con la ley de reducción de la inflación (IRA) y en la Unión Europea, con el Banco Europeo del Hidrógeno. En cambio, el mundo se encontraba dos años después en un periodo de "consolidación", ya que "los elevados costes, la limitada demanda y el retraso en la aplicación de las políticas de apoyo están obstaculizando su despliegue".
Los autores calculaban que, para limitar el calentamiento global a 1,5 °C por encima de niveles preindustriales, tal y como pide el consenso científico para evitar los peores efectos del cambio climático, era necesario desplegar 350 GW de capacidad de hidrógeno verde para 2030. Y para esto, la producción de hidrógeno verde debe multiplicarse por 380, es decir, más que doblarse cada año.
Según el estudio, liderado por Instituto de Postdam para la Investigación del Impacto Climático, la velocidad de implementación es mucho menor: en 2023 solo el 7% de los proyectos se habían terminado a tiempo. Dada la brecha en la implementación, por tanto, "los responsables políticos deben prepararse para una escasez prolongada de hidrógeno verde".
"El apoyo político debe garantizar las inversiones en hidrógeno, pero debe centrarse en las aplicaciones en las que el hidrógeno es indispensable", como los usos industriales, señalaban los autores, que apuntan al "exceso de confianza" de los políticos por el papel de esta tecnología, cuando apenas representará entre un 5% y un 15% en el uso final de la energía en el futuro.