El 'Brexit', una herida abierta entre Edimburgo y Londres cinco años después: "Hubo una gran sensación de traición"
- Los escoceses votaron a favor de quedarse en la Unión Europea en el referéndum de 2016
- La salida ha deteriorado la relación entre las naciones del Reino Unido y ha alimentado en Escocia el sentimiento nacionalista
"A veces me tengo que pellizcar para darme cuenta de que eso ocurrió de verdad". Cinco años después del Brexit, Joana reconoce que le cuesta todavía asimilarlo. "¿Cómo es posible que un gobierno se dispare así una bala en el pie? Teníamos unas condiciones muy buenas como socio de la Unión Europea". Joana sabe de lo que habla: trabajaba como funcionaria en la Oficina de Escocia ante la UE en Bruselas. De vuelta a su país de origen, vive en Saint Andrews, al norte de Edimburgo, y es una de las responsables del European Movement, una asociación que milita por el regreso de Escocia —y del Reino Unido— en el club comunitario.
Joana forma parte del 62% de escoceses que votaron quedarse en la Unión en el referéndum de 2016. Mientras Inglaterra y Gales se inclinaron por el voto leave —53,4% y 52,5% respectivamente a favor de abandonar la UE—, Irlanda del Norte y Escocia apoyaron el remain y quedarse en la Unión. Las diferencias entre naciones no importaron: hace cinco años, el 31 de enero de 2020, fue todo el Reino Unido quien dejó de pertenecer a la Unión Europa. "Es como una nube negra que tenemos siempre encima de la cabeza" sonríe Fiona en la tarde nubosa -y lluviosa- de Edimburgo: "Fuimos los que más votamos quedarnos… En Escocia hubo una gran sensación de traición después de conocer los resultados".
Ha transcurrido un lustro y el malestar permanece en las calles de la capital escocesa, especialmente entre los más jóvenes. "Nuestra generación no pudo votar, pero estamos sufriendo las consecuencias de esta decisión", asegura Luke, estudiante en Comercio internacional en la Universidad de Edimburgo: "Ahora hay muchos problemas en nuestro país y la gente lo atribuye a diferentes factores, pero creo que muchos de estos problemas se remontan al Brexit". A su lado, Harvey, que estudia Bellas Artes, asiente: "Aquí en Escocia votamos en contra. No me parece muy justo tener que pagar ahora por esta situación".
Muchos escoceses se plantean su pertenencia al Reino Unido
"Salir de la Unión Europea en contra de su voluntad hace que muchos escoceses se planteen su pertenencia al Reino Unido, si el tipo de relación que tienen con Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte es la adecuada o si tal vez existe un mejor modelo para una unión entre las naciones", asegura Stephen Gethins, diputado del SNP, el partido nacionalista escocés. Por videollamada desde su oficina en el Palacio de Westminster en Londres, analiza las consecuencias del Brexit en Escocia: "Como miembros del Reino Unido, nos hemos vuelto más pobres, tenemos menos derechos y estamos más aislados de nuestros aliados europeos en un momento en el que nunca los hemos necesitado más".
"Una vez dicho esto", añade el también portavoz del SNP para los Asuntos Europeos, "se puede entender por qué el Brexit y sus consecuencias seguirán siendo un tema clave en la política escocesa y del Reino Unido". Gethins asegura que el resentimiento de los ciudadanos escoceses tiene que ver con lo que ocurrió dos años antes del referéndum sobre la salida de la Unión Europea: la consulta sobre la independencia de Escocia. "En 2014, a los escoceses les dijeron que votar 'no' a la independencia era la única forma de pertenecer a la Unión Europea. Era un argumento central", recuerda. "Una mayoría votó en contra de la independencia y, ahora, no formamos parte de la Unión Europea y tampoco nos tratan como un socio en situación de igualdad dentro el Reino Unido", argumenta.
"La independencia es la vía más rápida para volver a entrar en la UE"
El agravio heredado de esta situación provocó el aumento del apoyo a la causa independentista después del Brexit. En 2020, llegó a alcanzar el 55% en varios sondeos. Entonces, el inquilino en el 10 de Downing Street en Londres se llamaba Boris Johnson, y los nacionalistas escoceses supieron aprovechar el rechazo que provocaba el líder conservador. "El SNP capitalizó electoralmente su postura anti-Brexit y proeuropea frente la representación de Johnson y su unionismo como una amenaza para Escocia", explica Ben Martill, profesor de Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Edimburgo.
Cinco años después, el panorama ha cambiado. El SNP ya no tiene mayoría parlamentaria en Holyrood, el Parlamento escocés. También perdió peso en Westminster en las últimas elecciones generales el pasado verano —fue superado por los laboristas en Escocia— y el apoyo al independentismo ha bajado, para estabilizarse en torno al 50%. Aun así, Stephen Gethins considera que el debate constitucional debe continuar, porque “la cuestión de la independencia de Escocia está más que nunca enmarcado dentro de la cuestión de la pertenencia a la Unión Europea”. El diputado del SNP cree además que "la independencia es la vía más rápida para volver a entrar en la UE".
Sin entrar a valorar un hipotético proceso de retorno, Ben Martill estima que los cambios hacen más complicados ahora una ruptura entre Escocia y el resto del Reino Unido: "El Brexit eliminó la posibilidad de una independencia escocesa dentro de la Unión Europea", explica el profesor de la Universidad de Edimburgo. "Eso no hubiera hecho que la salida de Escocia del Reino Unido fuera gratuita, pero sí mucho menos costosa de lo que sería ahora". Se trata, dice el profesor, de "un cambio importante en los equilibrios de intereses habituales en la política escocesa". El profesor recuerda además que “si los escoceses se identifican más con Europa” que el resto de británicos, "la cuestión constitucional sigue dividiendo a la sociedad escocesa".
"El 'Brexit' puede ser un problema permanente entre Escocia y el Reino Unido"
En las calles se nota un cierto cansancio, reconoce Fiona: "Hay una serie de cosas que no han ido muy bien en los últimos años, y la gente se pregunta por qué se sigue hablando de cuestiones constitucionales". El Gobierno escocés –en manos del SNP desde 2007– tiene las competencias en materia de educación, salud y transporte, por ejemplo. "Estos sectores están mal, de ahí que la gente quiera que se actúe para mejorarlos, antes de plantear adquirir nuevas competencias", detalla Fiona. "Quizás —y ojalá— podamos volver", dice Henry, que cursa estudios islámicos en la Universidad de Edimburgo, "pero no será antes de diez o quince años, por eso creo que hay cosas más urgentes que resolver".
Eso pasará, quizás, por una nueva relación entre Londres y Edimburgo. No será sencillo. Uno de los retos del nuevo Gobierno laborista de Keir Starmer va a ser precisamente reconstruir los vínculos con las demás naciones, muy erosionados por la última etapa de los conservadores, marcada por el Brexit y la gestión de la pandemia. "La ruptura con la Unión Europea ha provocado un daño duradero", asegura Martill: "Fue un acontecimiento sísmico, ha socavado la relación entre los parlamentos de Londres y Edimburgo, la confianza entre las instituciones y entre los partidos políticos…". Para el profesor de Políticas y Relaciones internacionales, "el Gobierno laborista en Londres no va ni puede revertir el Brexit, y muchos de los problemas que surgieron del divorcio van a seguir ahí". El Brexit, concluye, "se puede convertir en un problema permanente" en la relación entre Escocia y el Reino Unido.